Brigitte Macron impone sus gustos en los fogones del Elíseo

El chef Guillaume Gomez desvela las preferencias culinarias de los últimos presidentes de la V República francesa

Emmanuel y Brigitte Macron AFP
Juan Pedro Quiñonero

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La alta gastronomía del Elíseo, en tiempos de Emmanuel Macron , está sufriendo una metamorfosis profunda. Nadie como Guillaume Gomez , el cocinero jefe de la residencia presidencial, conoce unos gustos, deseos y placeres que hablan de la intimidad de sucesivos presidentes y esposas, espejos involuntarios de la cúpula francesa.Gomez (39 años) trabaja en el Elíseo desde 1997, siendo presidente Jacques Chirac. Posteriormente fue nombrado cocinero jefe de la presidencia de la República por Nicolas Sarkozy y confirmado en el cargo por François Hollande y Emmanuel Macron.

Al frente de una treintena de cocineros, tiene varias misiones; ser fiel a los gustos del jefe del Estado, consciente de que los aperitivos, comidas y cenas servidas en el Elíseo tienen una dimensión diplomática internacional. Sarkozy lo destacó en su despedida personal ante los fogones presidenciales, dirigiéndose a todo el equipo en estos términos: «No podéis imaginaros la importancia de vuestro trabajo. Al final de cada gran cena diplomática, con jefes de Estado y gobierno, los mayores elogios son para vosotros… Vuestra cocina es una de las grandes vitrinas de Francia ante la élite diplomática mundial».

Más saludable

Con la llegada de Emmanuel Macron y su esposa Brigitte al Elíseo, el pasado mes de mayo, los fogones se adaptaron automáticamente a la nueva sensibilidad gastronómica presidencial. Y fue Brigitte quien tomó el timón de los gustos oficiales, imponiendo sus preferencias: muchas verduras y frutas, imprescindibles para guardar la línea. No desantendió tampoco una estrategia patriótica de base : productos locales y nacionales para una cocina más ligera, con menos salsas y menos grasas. Incluso los platos más tradicionales, como la blanquette de veau (estofado de ternera), deben adaptarse y aligerarse con nuevas variedades de verduras y legumbres.

El presidente Macron se conformó solo con una debilidad personal: el cordon bleu, el San Jacobo de las cafeterías más selectas . Guillaume Gomez se ha apresurado a cocinar una variedad personal, la tapita o mini San Jacobo, para servir en todos los cócteles y veladas de la casa.Inevitablemente, la moda ecológica también ha hecho una irrupción significativa: parte del laurel y otras hierbas aromáticas utilizadas en las cocinas del Elíseo provienen de un rincón de los jardines privados de la residencia presidencial; y, por supuesto, los productos etiquetados bio tienen prioridad.

Modesto, a su manera, Gomez acaba de publicar un libro de recetas. El cocinero recuerda y rinde homenaje a los grandes clásicos de la cocina presidencial: la sopa de trufas Valery Giscard d’Estaing o la Patata Elíseo (patata, crema y queso fundido). François Mitterrand adoraba el caviar y los huevos de esturión. De ahí el legendario calificativo de «izquierda caviar». Una herencia indigesta para la historia del socialismo francés.

No es un secreto que Jacques Chirac tenía fama de mujeriego y gran vividor y comedor. Podía pedir un bocata con cerveza a la hora más intempestiva. Esos gustos le dieron mucha popularidad. La cocina del Elíseo funciona ininterrumpidamente las 24 horas del día.

Sarkozy, a dieta

Nicolas Sarkozy comenzó por tomar una decisión gastronómica desastrosa; suprimió la tradición se servir quesos al final de cada servicio. Su temor a engordar le hizo perder muchos puntos de popularidad.François Hollande comenzó por suprimir el caviar de la carta oficiosa del Elíseo. Era demasiado tarde para salvar la crisis del socialismo nacional . Su decisión de vender en subasta pública una parte de la cava presidencial confirmó unos gustos íntimos bastantes mediocres.

Brigitte y Emmanuel Macron solo llevan seis meses alojados en las dependencias del Elíseo, pero el cocinero en jefe de la residencia comprendió muy pronto que comenzaba una nueva era. La presidencia Macron ha comenzado por restaurar las tradiciones más profundas. El queso, desterrado por Sarkozy, ha vuelto al final de cada cena o comida. El caviar no es un producto privilegiado en la nueva cocina, pero vuelve a tener un puesto de honor, solo en momentos muy especiales. Guillaume Gomez es, en definitiva, un observador privilegiado de los nuevos rumbos y placeres de la cocina nacional durante la era de los Macron. Un respeto.

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