Berlusconi, su nuevo amor en tiempos del coronavirus

El político se refugia de la epidemia en la Provenza acompañado de Marta Fascina, de 30 años

Silvio Berlusconi RICCARDO ANTIMIANI

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La nueva aventura amorosa de Silvio Berlusconi (83) está sumiendo a su partido Forza Italia en el caos y ha creado un cierto escándalo social en los tiempos del coronavirus. El ex primer ministro ha vuelto a dar la campanada en su historial de amoríos al licenciar a su novia durante 12 años, Francesca Pascale (34). La despidió con un comunicado que oficializó la ruptura en la noche del miércoles, tras sustituirla por una más joven, Marta Fascina (30), diputada de Forza Italia. Marta, licenciada en Filosofía y Letras, lleva en su anular las siglas «SB», tatuadas hace meses, cuando comenzó a vivir en la villa de Arcore en Milán como una «cuidadora» especial para el anciano líder.

Pascale ahora lo trata de viejo al destacar su edad, lanzando a la pareja una flecha envenenada llena de rabia: «Espero que lo cuide como hice yo. Encontrarme traicionada , a 35 años (los cumplirá en julio), y liquidada por un compañero amado que tiene 83… ¿Por qué me ha tratado así?, ¿cómo es posible que, con el sufrimiento que tenemos en Italia, con el coronavirus y la crisis económica, el final de mi historia con Berlusconi se haya convertido en el tema de conversación en Italia?», se pregunta con rabia Francesca Pascale en una declaración a «La Repubblica».

Berlusconi mantuvo una relación durante 12 años con la dicharachera Pascale

Ajeno a la polémica

Los italianos se preguntan hoy quién es la nueva primera dama de Villa San Martino, la lujosa mansión en Arcore de Silvio Berlusconi, criticado hoy hasta en las filas de su partido. No le perdonan que, cuando el país vive con la angustia que está creando el coronavirus, el magnate se marchara con su nuevo amor, con la excusa de curarse una vértebra, al lujoso resort de Bad Ragaz en Suiza donde fueron descubiertos por la revista del corazón «Diva e Donna».

Hoy la pareja reposa en la vecina Francia, en Provenza, en la fabulosa mansión de la hija mayor de Berlusconi, Marina, una villa de la mitad del siglo XIX, con unos 100.000 metros cuadrados de terreno y unas vistas de ensueño. En la campiña francesa el Cavaliere y Marta reposarán, lejos del mundanal ruido y, sobre todo, estarán al resguardo del coronavirus que hace estragos en Lombardía y en su capital Milán, con casi 2.500 contagiados .

Originaria de Melito di Porto Salvo, en la provincia de Reggio Calabria, era una perfecta desconocida hasta que le echó el ojo el magnate Berlusconi, quien con dinero casi todo lo puede. Le ha construido incluso una carrera política. El Cavaliere la hizo diputada en las elecciones generales celebradas en marzo 2018, colocándola en una posición blindada en Campania, presentándola en dos colegios electorales, para tener la absoluta seguridad de que sería elegida. Hasta entonces, su currículum se limitaba a una breve experiencia en la oficina de prensa del Milán club de fútbol.

La revista «Diva e Donna» sacó a la luz el nuevo noviazgo con Marta Fascina

Discreta y silenciosa

Elegida diputada, Marta Fascina ha mantenido una línea de absoluta reserva personal, lo que ha sido muy del agrado de los hijos de Berlusconi, y del propio Cavaliere, hartos todos ellos de la autonomía que pretendía ostentar la Pascale. En cambio, Marta Fascina no hace ningún ruido. Dos personajes en las antípodas: Pascale, vivaz, dicharachera, con afán de protagonismo ; Fascina, discreta y silenciosa. En dos años como diputada no se le recuerda un discurso que haya dejado huella en el Parlamento, ni una sola entrevista o declaración. Se ha limitado a escribir algunos artículos, publicados en la primera página del periódico de la familia Berlusconi, «Il Giornale», siempre en defensa del «líder máximo» de un partido en vías de extinción (5 %). Cuando los críticos del partido pidieron cambios que incluyeran incluso un sucesor de Berlusconi, Marta Fascina escribió un artículo para destacar que «Forza Italia ya se ha renovado». Así, Fascina ha ganado el corazón de Berlusconi, nadando en dinero y lujos, acuciado por las críticas y necesitado de cuidados en tiempos del coronavirus.

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