El español que dio la vuelta al mundo a pie y a nado

El malagueño Nacho Dean encadenó sus dos hazañas para concienciar sobre el cambio climático y la importancia de cuidar los océanos

Cristina Romero

En su primera vuelta al mundo en 2013, perdió 12 kilos y empleó 12 pares de zapatillas. Pero al terminar, lejos de soñar con un largo descanso sintió la necesidad de repetir su hazaña. Esta vez a nado. Nacho Dean (Málaga, 1980) es el primer español, y el quinto de toda la historia, en dar la vuelta al mundo caminando y a nado. Con la primera ruta pretendía concienciar del cambio climático y la importancia de desplazarse de un lugar a otro a pie: «Caminar es el medio de transporte más silencioso, ecológico y eficiente para transmitir un mensaje y unos valores con el ejemplo».

Tras recorrer cuatro continentes, 31 países y 33.000 kilómetros durante tres años, le quedaba una cuenta pendiente. «Estaba en deuda con los oceános y decidí lanzarme al mar». El pasado 2018 se zambulló y no paró hasta el pasado mes de marzo cuando culminó su ruta acuática en Egipto. Consiguió unir los cinco continentes a nado, en una vivencia que él bautizó como «Expedición Nemo» y de nuevo, con un compromiso medioambiental como trasfondo: concienciar sobre el cuidado de los océanos.

En su recorrido se topó con zonas marítimas contaminadas en exceso. El mar Mediterráneo fue uno de los que más le alarmó, pues cuenta que al albergar el 50 por ciento del tráfico marítimo mundial y estar tan castigado por la actividad turística las consecuencias en su entorno son nefastas. Otra de las regiones que más le impactó por su grado de contaminación fue el estrecho de Bering –localizado entre el extremo oriental de Asia y el extremo noroccidental de América–, uno de los lugares que más sufre los efectos del cambio climático. Allí tuvo la oportunidad de convivir con inuits, esquimales que habitan en ese lugar: «Es una región que hace años se congelaba en invierno, pero ahora ya no. Son bloques de hielo flotando en el mar que con los temporales sufren mucho, llegando a tener que construir en ellos muros para la subida del nivel del mar que afecta a las viviendas de todos los que habitan allí».

Dean también vivió momentos desagradables, pues presenció un atentado terrorista en Bangladesh, contrajo la fiebre de chikungu en México y estuvo a punto de terminar en prisión tras ser acusado de espionaje en la frontera de Armenia e Irán.

También recuerda los retos a los que se enfrentó durante la travesía de Papúa, al ser época de monzones. Además, en el agua una medusa le picó en la cara. Por si fuera poco, después de estar nadando más de tres horas se percató de que le habían indicado mal la frontera, que había nadado 10 kilómetros en dirección inversa.

Adversidades a las que tampoco le ha dado mucho espacio en su mochila de vivencias, puesto que Nacho es de quedarse con la parte positiva. Lo mejor con lo que se ha topado a lo largo de su camino por el mundo es la gente: «Más allá de la nacionalidad, el idioma, y la cultura, la mayoría de la humanidad es buena y merece la pena».

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