Un año difundiendo el legado de las víctimas desde Vitoria

El Centro Memorial Víctimas del Terrorismo ha recibido más de 30.000 visitantes en un año y continúa con su labor pedagógica

La reproducción del zulo de Ortega Lara es el elemento que causa mayor impresión a los visitantes Guillermo Navarro

Miriam Villamediana

«¿Cómo pudo aguantar? Yo no hubiera sobrevivido». Es probablemente la frase que más veces ha escuchado Raúl López Romo, historiador y responsable de educación del Centro Memorial Víctimas del Terrorismo de Vitoria , en los 365 días que lleva abierto. Es, nos cuenta, la reacción que suelen tener los visitantes cuando acceden a la reproducción del zulo en el que José Antonio Ortega Lara estuvo secuestrado durante 532 días.

En apenas pocos segundos se consigue transmitir una sensación de asfixia y agobio que para muchos resulta insoportable. Es la pieza que mejor transmite la «deshumanización del otro y el desprecio hacia la vida ajena» que entraña el terrorismo, pero no la única. Los visitantes también pueden contemplar un monopatín que perteneció a Ignacio Echeverría . Es otra pieza icónica en la lucha contra el terrorismo de España que recuerda al joven que murió en Londres en el año 2017 cuando intentaba evitar un atentado terrorista.

Quienes se acerquen estos días por Vitoria además, podrán contemplar la exposición de pegatinas reales que en los años 70 se utilizaron para fomentar el odio o exaltar el terrorismo. Empapelaban calles, bares o casetas de feria y eran un elemento más de propaganda radical. La mayoría de los 600 ejemplares reunidos para la ocasión, están relacionados con ETA y su entorno . Las hay con dianas que señalan a personajes conocidos y con amenazas a los 'zipaios´ o 'txakurras' (insultos para referirse a la Ertzaintza en lenguaje proetarra). Junto a ellas también se pueden contemplar ejemplos de eslóganes utilizados por los GRAPO, el FRAP, grupos neonazis o anarquistas .

«Todo el mundo sale de aquí aprendiendo algo nuevo », explica López Romo. Porque resulta imposible quedarse impasible ante testimonios como el de pequeños empresarios que relatan sus sensaciones al recibir cartas pidiendo el impuesto revolucionario o el de familiares que perdieron a sus seres queridos por la barbarie terrorista.

De ahí que el balance de este primer año de andadura no pueda ser más «positivo». Desde que el Memorial abrió sus puertas , se han acercado hasta Vitoria más de 30.000 personas . La mitad procedían del País Vasco y Navarra, pero también ha habido un 5% de visitantes extranjeros, la mayoría franceses. Además, otras 20.000 personas se han interesado por las exposiciones temporales que han organizado en diferentes lugares de España.

Concienciar a los jóvenes

Si a nivel cuantitativo los números han acompañado, a nivel cualitativo este año también ha servido para conseguir que se hable de un tema «que durante muchos años fue tabú». López Romo asegura que el centro está colaborando a la «desmitificación» de la lacra terrorista y también a difundir lo ocurrido.

Buena parte de la sociedad se echaba hace un par de años las manos a la cabeza cuando algunos estudios alertaban de que muchos jóvenes no sabían quiénes habían sido Miguel Ángel Blando o José Antonio Ortega Lara ; pero lo cierto es que la realidad podría ser aún peor. «Muchos no saben qué fue la propia ETA», lamenta López Romo, porque la mayoría eran niños muy pequeños cuando los etarras cometieron el último atentado mortal.

Una pregunta recurrente a los visitantes más jóvenes suele ser acerca del número de víctimas que dejó el terrorismo etarra; y en más de una ocasión han comprobado con sorpresa que incluso hay quien las cifra en decenas de miles, «como si fuera una guerra». En el Centro se encargan, sin embargo, de explicarles que en el terrorismo de ETA, y también en el de otros grupos como los GRAPO, el FRAP o los yihadistas, en realidad lo que hay es víctimas y verdugos.

De ahí que definan como «estratégica» la labor que realizan con centros educativos . Solo en un año han recibido la visita de escolares de 30 colegios o institutos, de los que dos tercios se ubicaban en el País Vasco y Navarra. También hacen visitas con educadores y programas de formación a profesores para que puedan explicar en las aulas unidades didácticas destinadas al terrorismo. Otras veces es el Memorial el que lleva a las aulas el relato de las víctimas, o de personas como Teo Uriarte, uno de los fundadores de ETA, que ahora habla en calidad de terrorista arrepentido. Estos testimonios han sido tan demandado que ya tienen en marcha un proyecto para grabarlos y editar vídeos que se puedan proyectar en los centros educativos.

Mucho por hacer

Aseguran los responsables del Memorial que pese a que han conseguido difundir el legado de las víctimas en un ambiente de «cierta normalidad», aún queda «mucho por hacer». Se refieren a la legitimación del terrorismo que, aunque minoritaria, todavía existe en las calles del País Vasco y que por ejemplo llevó a un grupo de jóvenes radicales a colocar una pancarta en la verja del edificio llamando al «boicot» al centro.

« Antes nos mataban, ahora nos insultan , algo hemos avanzado», asegura López Ramo para quien un eje fundamental de actuación sigue siendo la difusión de la memoria para «minar» a todos aquellos que se empeñan en pasar página cuanto antes. En su opinión, nadie debería pensar que por haber abandonado la violencia todo ha quedado atrás. «No solo se trata de dejar de utilizarla, también tienen que condenarla». Es el mensaje que se encargarán de recordar desde Vitoria a todos los que quieran olvidar de un plumazo el daño causado durante décadas.

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