8j en Rivas: un apocalipsis ficticio y nuclear

Un simulacro de fuga radioactiva moviliza a más de 270 especialistas de diversas regiones

Ucrania teme la magnitud de los efectos de la ruptura de la presa Kajovka: 40.000 afectados, 25.000 evacuados, desaparecidos...

Un soldado de la Unidad Militar de Emergencias con los equipos necesarios JAIME GARCÍA

Jesús Nieto Jurado

Madrid

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«Ojalá no pase nunca», musitaban antes del simulacro de incidente nuclear que tuvo lugar este jueves en Rivas, en la sede de la Escuela Nacional de Protección Civil. Un mantra asumido por los más de 270 efectivos que participaron en él entre médicos, bomberos y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de diferentes provincias, regiones y oficios. Todos dados y entregados al rescate. Porque aunque nunca ocurra nada, y quiera el Cielo que no, hay que estar prevenidos. La cuestión es que en cualquier central nuclear de las cinco que hay en activo en España (cada una con un plan específico) su jefe de seguridad es quien inmediatamente ha de comunicar a la Delegación del Gobierno cualquier incidencia. Es ahí donde el jefe del CENEM (Centro Nacional de Emergencias) da parte a la Unidad Militar de Emergencias (UME).

A partir de este punto, se pone en marcha el operativo simulado. La evacuación de la población civil en autobuses, previa alerta con todos los recursos posibles: «desde el 112 inverso» o SMS masivo a la tradicional megafonía. El móvil como aliado, que, alegan desde Protección Civil, lo fundamental es la «rapidez en el desalojo y en el traslado de los ciudadanos» para que estén lo menos expuestos.

En la ficción del simulacro todo ha ocurrido en la central nuclear del municipio de Ajillo; por superstición, por respeto y por no mentar la de la cercana localidad de Trillo, representada por un solarón de cascotes que aportaba algo de realismo. Y la provincia de autos era la de Gelajara (Guadalajara). Ha sido una ficción, sí, pero había que llevar al extremo la exactitud y ponerse en el peor de los escenarios. Por eso, en el caso de que Lahueva (Brihuega) careciese de instalaciones de descontaminación, la UME hubiera prestado la suya, que es la que se ha visto, junto a otra de la Guardia Civil para uso exclusivo del Cuerpo y, lógicamente, con menos recursos porque están sobre el terreno «manchándose».

En la puerta de una suerte de jaima, personal del Centro de Seguridad Nuclear calibraba la radiación: si la persona no estaba afectada era trasladada al albergue de Matienza (Atienza); si no, la UME, trajes especiales, mascarillas apocalípticas, trataría en seco de limpiar la radiación con «RM21 u otros agentes preparados en nuestro laboratorio». Aunque una ducha también es importante, «por efectos más bien psicológicos», añadían los militares. Y ya limpio de residuo nuclear, el sujeto 'X' partiría hacia el punto de acogida.

Tareas de descontaminación de un vehículo JAIME GARCÍA

El despliegue, mientras, andaba volando drones y usando toda la tecnología punta para calibrar la contaminación nuclear. Y no sólo con drones, también con medidores Envinwt que databan «en tiempo real» y «vía satélite» el grado de radiación para crear círculos y perímetros de seguridad.

El puesto de mando de las maniobras JAIME GARCÍA

Entretanto, los residuos eran depositados en bolsas de 100 litros o de 25 y llevadas El Cabril, en Córdoba, donde se tratarán debidamente. Allá por la sierra de Hornachuelos.

Ése es el proceso en resumidas cuentas, pero luego está la valentía de las personas expuestas. Personas que como el director general de Protección Civil y Emergencias, Leonardo Marcos, tal y como el soldado desconocido, van a jugársela, aunque fuera un simulacro.

«Ojalá que no pase nada», iban repitiendo una y otra vez, y la sensación era la de volver a ver las escenas del COVID por los trajes blancos, el Ejército y todo lo que supuso la Operación Balmes. Hubo quien aprovechó para hacerse un selfi grupal, quien preguntó hasta la saciedad si las pastillas de yodo sirven en estas situaciones y le respondieron en la ambulancia castellanomanchega que «sí, que sí que valen». Y que ejercicios como el de este jueves les «ayudan a enfrentarse a situaciones nuevas, a contextos distintos».

La escena a las afueras de Rivas fue una hipótesis que sí que se practica regularmente en localidades próximas a donde se fusiona el átomo. Al grito de «firmes» se cuadraron los valerosos soldados de la UME. La furgoneta del transporte de la población era tratada en una piscina para evitar que la radiación entrase por alcantarillas y capas freáticas. Todo el dispositivo estuvo preparado, comunicador y didáctico intentando traducir su jerga de siglas a los chicos de la prensa. Hubo quien se atrevió a preguntar con otras palabras el "qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS", o de Putin. Y en Protección Civil respondían, con paciencia 'jobiana', que "no es la situación que justifica el simulacro", que era lo que las televisiones esperaban bajo el sirimiri que nunca ha sido lluvia ácida.

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