Virgen de la Fuensanta: Una gran familia solidaria

El templo, erigido en 1965, mantiene una comunidad con una intensa vida apostólica

Interior del templo, ubicado en el barrio de Usera JOSÉ RAMÓN LADRA

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Protegida por altos edificios, en el centro humano del barrio de Usera, calle de san Filiberto, 9, se encuentra la parroquia de la Virgen de la Fuensanta, advocación que, por cierto, es patrona de Murcia. Quizá porque el barrio, allá por los sesenta, se configuró con la inmigración interna, familias procedentes de la España toda. Virgen de la Fuensanta, un complejo parroquial que no tiene fácil acceso y quizá por eso pasa inadvertido, que cuenta con un templo de materiales sencillos, amplio, que se ha construido en diversas fases a lo largo de su reciente historia.

La parroquia se erigió en 1965, pero el complejo, que alberga también unos espaciosos locales, se ha ido añadiendo al núcleo central de la iglesia a medida que las necesidades se ampliaban. Lo que queda patente es que los materiales con los que se fue haciendo la Iglesia, como si fuera el cumplimiento del franciscano «Construye mi Iglesia», demandan una permanente actuación en una comunidad que se caracteriza por la intensa vida apostólica.

Muestra de ello es que cualquier tarde de la semana, el atrio de entrada, que sirve de hall para el despacho parroquial, para Cáritas, para la vida misma, parece una estación de metro en hora punta cuyo tráfico ordena el párroco, David Navarro Úbeda, ingeniero de formación y hombre cuidadoso y planificador dónde los haya. Le ayuda en las tareas parroquiales el sacerdote adscrito José Nicolás Ayala Torres. Cerca de la parroquia está el inmenso colegio de San Viator, que también mantiene una estrecha relación con Virgen de la Fuensanta.

La primera característica de esta parroquia, para más señas cercana a la Plaza Elíptica, es que es una parroquia «muy familiar», tal y como la definió el obispo auxiliar monseñor José Cobo después de una reciente visita. Y como toda familia ha acogido, y siguen acogiendo, a las personas que llegan al barrio, inmigrantes de procedencia mayoritaria de Sudamérica, de Honduras, Nicaragua, Ecuador, Perú, Venezuela… y así podía seguir la lista.

Una familia que comparte lo que tiene, de ahí que la Cáritas parroquial sea uno de los centros de la vida comunitaria, no solo por los números de la ayuda sino por la forma de la propuesta integral de acompañamiento. Alimentar por fuera y por dentro, que dice el párroco. Una veintena de familias que con la frecuencia asignada vienen a la parroquia, por turnos, se reúnen en el templo, hacen una oración comunitaria, se les explica el sentido del don, de la gratuidad, que va unido al desarrollo personal y social, y se le entregan los alimentos necesarios.

También cuenta con un sistema de vales para la compra en el supermercado. Las historias que recuerda Daniel son tan estremecedoras que darían para un libro. Es la vida de quien en cuanto pudo ganar 30 euros en una jornada de trabajo se acercó al supermercado. Y cuando al día siguiente volvió a ganar otros 30, se fue a la Iglesia a compartir lo que tiene con quienes todavía poseen menos. Las matemáticas de la caridad con 30 euros. Tal cual lo he oído, lo he escrito, y tiene nombres y apellidos. En total la parroquia atiende con alimentos a 160 familias, una treintena cada semana.

Otra de las peculiaridades de Virgen de la Fuensanta es la forma en que ha unido la catequesis y la misa, la propuesta de una experiencia de vida que se comparte y que, incluso, nutre las homilías del sacerdote cada domingo. El despertar religioso, los grupos de Infancia, Senda, de Jóvenes, de Postconfirmación, de matrimonios jóvenes y familias, el grupo de Doctrina social y el de oración son algunos de los hitos formativos de esta comunidad. También está el grupo Calcuta, y el encuentro de padres, y los visitadores de enfermos, y las personas que mantienen dignamente el templo.

La familia también se mueve. Y una de las características de la parroquia, en condiciones de normalidad, son los campos de trabajo, los campamentos, las peregrinaciones, las convivencias, la Pascua Joven. Toda una vida para la que la comunicación frecuente del párroco con los feligreses es muy importante. Por ejemplo el grupo de WhatsApp que permite que esta gran familia, cada día, esté más unida y sea más solidaria.

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