Los turistas cubren el éxodo del puente en Madrid

Suena a tópico, pero es cierto. Madrid es una ciudad dentro de otras ciudades, plagada de contrastes que, en citas como la Semana Santa, genera sentimientos encontrados. Por un lado, las calles vacías en la periferia de quienes huyen en cuanto el calendario marca un puente festivo; y por otro, las aceras repletas de propios y foráneos al asalto del esparcimiento, el sol y las procesiones. El centro y sus alrededores no notaron ayer la diáspora que atascaba, a primera hora de la mañana, las carreteras de salida con destino, sobre todo, a Andalucía, la costa levantina y la sierra.

Pese al éxodo, Madrid aprovecha la ola de su último récord de turistas –cerró con 11 millones en 2015– y se repuebla estos días con visitantes nacionales y extranjeros.

De hecho, los hoteles de la ciudad son optimistas y esperan una alta ocupación. Las calles daban buena señal de ello a pesar de que no se llegará a colgar el cartel de «completo». Las pernoctaciones llegarán hasta el 82% entre hoy, Viernes Santo, y el Sábado Santo, según estimaciones de la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM).

Ricardo ha elegido la capital para desconectar de su rutina. «Nos enteramos de que no había pronóstico de lluvia y quisimos venir a ver los parques madrileños en flor. Este sol es un regalo para ver la capital», asegura este malagueño de 56 años, aficionado a la botánica. En su guía de visita no han faltado previsiones para echar un vistazo al Parque del Capricho y sus rosados almendros, así como un largo recorrido por El Retiro –paseo en barca incluido–, que ayer, junto con la Casa de Campo, se convirtió en un pequeño paraíso. De hecho, la Policía Municipal tuvo que cortar el acceso en coche a la Casa de Campo y pidió en Twitter que la gente utilizara el transporte público para llegar hasta allí. El Parque de Atracciones y el Zoo abrieron ayer sus puertas.

Respecto a 2015, Madrid ha mejorado sus cifras de visitantes entre un 3% y un 5%, según los datos de AEHM. A ello contribuyen las elecciones hechas por turistas de nacionalidades tan diversas como la estadounidense, la francesa –cuya policía patrulla estos días con el CNP–, la mexicana o la china, tan fascinada por el turismo de compras en la Milla de Oro como por el «exotismo» de nuestras procesiones.

De Rusia ha venido estos días Cheslav, un padre de familia que trabaja como profesor de español en Moscú, acompañado de sus hijas, de 24 y 18 años. «Les gusta mucho la calle de Serrano, por las tiendas. Yo prefiero sentarme en la Plaza Mayor con un bocata de calamares», afirma entre risas.

Pero no sólo de calamares, paella y sangría vive la gastronomía madrileña. Las torrijas tienen su público fiel. A Manuela no se le cae ni una migaja de la que sostiene con una mano mientras con la otra hace una foto a la fachada de la Casa de la Villa. «Con la que se arma en la cocina para hacerlas, prefiero comprarlas en la pastelería», se confiesa entre risas. Tópicos a parte, los hosteleros celebraban ayer la «alegría» de ver sus terrazas y restaurantes llenos. «Con la lluvia del Domingo de Ramos creíamos que no nos íbamos a comer ni un colín y mira, sudando la gota gorda y sin parar de servir mesas», comenta a toda prisa uno de los camareros de los bares que rodean el Mercado de San Miguel.

Franz, nacido en Múnich, explica mientras apura un helado que forma parte de un grupo de jóvenes alemanes que se quedarán en la capital hasta el próximo lunes. «Vine a la ciudad para estudiar Erasmus y me gustó mucho. He querido traer a mis amigos para que la disfruten también», dice este chico de 25 años, que pasó una temporada aprendiendo español mientras acudía a las clases de Historia del Arte de la Universidad Autónoma.

Más contratos temporales

Los días festivos han sido aprovechados por muchos comerciantes para descansar. Sin embargo, en el centro la actividad no para: restaurantes, cafeterías y tiendas de «souvenirs» hacen su particular agosto en primavera. También aprovechan la afluencia de turistas otro tipo de negocios emergentes como los «Free Tours» –en los que la gente decide la cantidad que quiere donar al guía turístico– o los paseos en «segway».

Miguel es uno camarero en una de las abarrotadas terrazas que colaboran a que la región sea la cuarta región de España que más contratos realiza en esta temporada. «Son contratos temporales, pero bienvenidos sean», opina mientras sirve una ración de bravas. Según la agencia de recursos humanos Adecco, la capital ha registrado un total de 34.420 contratos, un 4% más que el año pasado.