El Tejo, el árbol «mágico» de Madrid, en peligro de regresión

Medio Ambiente desarrolla medio millar de nuevos ejemplares para garantizar su supervivencia

Uno de los ejemplares más longevos de Tejo (Taxus baccata) en la Comunidad de Madrid Comunidad

Adrián Delgado

Todo en él, salvo la vaina que recubre sus semillas, es venenoso. Considerado un árbol «mágico» desde tiempos inmemoriales , se sabe que los celtas utilizaron la savia de los tejos (Taxus baccata) para impregnar de veneno las flechas con las que se defendieron de los romanos cuando estos llegaron a la Península Ibérica. Con su venerada madera también construían arcos por su gran resistencia y flexibilidad . Extremadamente tóxica y muy longeva , esta singular especie está ligada desde siempre al territorio madrileño y ha encontrado en alguno de sus rincones su hábitat natural de conservación . Sin embargo, la sensibilidad a los cambios en su ecosistema ha llevado a la Comunidad de Madrid, a través del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo, Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) a intentar reproducirlo a gran escala para garantizar su supervivencia .

A criterio de los expertos de la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad se encuentra «en serio peligro de regresión» . Por ello, sus técnicos trabajan ya en un programa específico para aumentar la población de ejemplares que permita a la región pasar de los 2.000 árboles existentes en la actualidad –repartidos en zonas del norte de la región como Rascafría, La Pedriza, Miraflores de la Sierra o Canencia– a un número suficiente para eliminar la amenaza de desaparición que pende sobre esta especie emblemática. La reproducción de estos ejemplares autóctonos se está llevando a cabo en viveros forestales de Arganda del Rey y de El Escorial.

El ancestro que está permitiendo obtener las semillas de tejo necesarias para este proceso se encuentra en Canencia . Un tejo de 500 años que está arraigado en el entorno del arroyo del Sestil del Maíllo y cuyos frutos se tratan de forma especial para lograr que germinen en solo cuatro meses. Después son cultivados en los viveros de la Comunidad de Madrid. «Este sistema ofrece la oportunidad de producir una importante cantidad de plantas de calidad de especies autóctonas que o bien presentan un alto grado de amenaza o bien tienen un gran valor ecológico», explica a ABC Sergio López , gerente del Imidra. No es, sin embargo, el más antiguo de la región. Madrid presume de tener en sus montes el más longevo de la Península : está en Montejo de la Sierra, con una edad comprendida entre los 1.200 y 1.500 años.

Plantas de tejo en periodo de crecimiento una vez cultivadas en los viveros de la Comunidad de Madrid Comunidad

Tras uno o dos años, una vez que las plantas han alcanzado un tamaño óptimo, se devuelven al monte madrileño para la recuperación del entorno y mejora de la diversidad natural. Un trabajo que realizan en colaboración con los técnicos de la dirección general de Biodiversidad y Recursos Naturales y del que se espera que, durante el próximo lustro, los tejos puedan ir creciendo a un ritmo de 100 nuevos árboles anuales . La importancia botánica de esta familia se sigue estudiando aún hoy, por ejemplo, para aislar el taxol. Un compuesto considerado anticancerígeno utilizado en algunos tratamientos oncológicos , que se encuentra en la corteza de su hermano el tejo del Pacífico (Taxus brevifolia).

Clonación

Este programa de conservación también se está aplicando a otras especies autóctonas de Madrid, como el olmo de montaña (Ulmus glabra), el serbal (Sorbus intermedia), la sabina albar (Juniperus thurifera) o el pino pudio (Pinus nigra), entre otros. El objetivo, a medio y largo plazo es que la región pueda contar con un «reservorio de material vegetal» que garantice el patrimonio genético de especies autóctonas y crear un banco de clones de sus árboles singulares . Es el caso del viejo olmo de Pinto que destrozó, recientemente, la borrasca Bárbara. Sus fuertes rachas de viento, de más de 90 kilómetros hora, terminaron desgajando sus impresionantes ramas.

Estado en el que quedó el olmo centenario de Pinto tras la borrasca Bárbara Comunidad

A sus 300 años –todo un récord para esta especie– dejó de erguir, de un día para otro, sus 16 metros de altura y sus 4,5 metros de copa para todos los pinteños a los que vio crecer. Antes de ser retirado de la vía pública, los técnicos de Medio Ambiente recogieron muestras vegetales para conseguir un ejemplar igual, en un futuro, cuyos genes exactos, de momento, se conservarán en la Finca Experimental del Vivero , en El Escorial. «El viejo olmo podrá volver a ser viejo algún día y enriquecer ese gran patrimonio genético que posee la biodiversidad de nuestra región», desean desde la consejería, que dirige Paloma Martín.

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