El negocio se instaló en el número 30 de Serrano hace 75 años
El negocio se instaló en el número 30 de Serrano hace 75 años - BELÉN RODRIGO

Ropa de casa Matarranz, la tienda más antigua de la calle Serrano

Este negocio centenario lleva 75 años instalado en el número 30 de la calle Serrano. Venden sábanas, toallas, mantelería, edredones y mantas, entre otros artículos. Es toda una referencia mundial en la ropa de casa de calidad

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Durante más de 20 años la tienda de ropa de casa Matarranz vistió a todas las Embajadas de España. Cuando el Gobierno cambió de distribuidor muchos embajadores notaron la diferencia de los tejidos y acudieron a este comercio para comprar con su dinero las sábanas y toallas para sus residencias en el extranjero. Por esta tienda también aparecen jóvenes para equipar su casa, siguiendo el ejemplo de sus padres, porque al independizarse nada de lo que prueban en otros comercios les produce la misa sensación de conforto. En esta tienda son especialistas en la confección de juegos de sábanas, edredones, toallas, mantas y mantelerías, entre otros, siempre de alta calidad y a pedido del cliente. «Somos la sastrería de hogar», explica a ABC Miguel Matarranz, la cuarta generación del negocio familiar que lleva ahora sus riendas.

Con una fachada discreta y antigua en comparación con las nuevas firmas que se han instalado en los últimos años en Serrano, Matarranz resulta ser uno de los comercios más sorprendentes de esta transitada y lujosa calle. Puede que por estar donde está, eche para atrás a más de una persona que pasea por la zona y opta por no abrir la puerta y conocer el género que allí se vende. Pero quien lo hace, además de los clientes de toda la vida, se va muy satisfecho. En esta tienda no se trata solo de comprar sino de aprender, y mucho, sobre el mundo del textil.

Son de los pocos en Europa, y se puede decir que en el mundo, que trabajan con productos únicos, algunos expresamente elaborados para ellos. Por ejemplo, un algodón de Giza (Egipto) con el que se fabrican juegos de sábana de la más alta calidad, como lo señala su precio, 1.800 euros. También se encuentra la lana de Vicuña, conocida como el oro de los Andes, que se trae de Perú. «Se trata de un animal que puede ser esquilado una vez cada 3 -5 años, con una piel muy suave y térmica», puntualiza el responsable del negocio. Su precio, alrededor de 6.000 euros. Y entre los mejores edredones están los del relleno de plumas de pato eider, que está en las aguas de Islandia. Leve y muy calentito puede llegar a costar 5.200 euros. A la hora de comprar una mantelería se puede optar por lo más sencillo, unos 90 euros, o irse al lino de batista, que supera los 1.000 euros.

Productos de calidad

En Matarraz se encuentran productos exclusivos y caros, desde luego, pero los productos básicos que en esta tienda se venden parten de una calidad muy buena con un precio razonable y bastante asequible. Unas sábanas por 90 euros, por ejemplo, «que duran mucho tiempo». Ni la crisis ni la aparición de tiendas como Zara Home, «que ha puesto de moda el interés por vestir bien una casa» han acabado con el negocio. “Vendemos productos de necesidad y una vez que el cliente se acostumbra a la calidad, no se va a otro sitio. Puede ocurrir que espera más tiempo para su reposición”, aclara Miguel Matarranz. Han resistido también a las obras de Serrano, que con tantos negocios antiguos acabaron, y tras el cierre de locales como el de Álvarez Gómez se han convertido en los más antiguos de esta calle.

La tienda celebra ahora su 75 aniversario pero el negocio ya es centenario. Comenzó en 1911, de la mano de Ramiro Matarranz, con la venta de tejidos, trajes, pañuelos y textil en general en un comercio de la calle Gerona. El negocio se extendió por otras calles, como la Gran Vía, Paseo de la Habana o Serrano, donde se instalaron en 1941 y es hoy la única tienda de esta casa que sigue abierta. «Cuando llegamos a este local Serrano era bien diferente», comenta Miguel. Su familia eligió un local que antiguamente era una panadería y el barrio era muy residencial. Su abuelo, también llamado Ramito, «impulsó la marca» y su padre Miguel Ángel, «es quien más la consolidó». Presumen de tener un negocio autofinanciado, con local propio y sin depender de bancos. En total son 15 trabajadores, contando con los del taller, y cree que el secreto de mantener muchos años un negocio familiar «es que no trabajen al mismo tiempo demasiados miembros de la familia».

El joven Miguel tiene ahora como cometido dar el salto, este año, ale-commerce «y adaptar el negocio al siglo XXI». Después de 100 años en el mercado, «tenemos clientes repartidos por todo el mundo y debemos saber aprovecharlo», subraya. Cada año están atentos a las nuevas modas y tendencias para ofrecer lo mejor a los clientes. A pesar de todo, «el blanco sigue siendo el color más solicitado en los juegos de sábana porque es el que garantiza la mayor calidad». Además en Matarranz siempre han optado por no mezclar tejidos y se encuentran únicamente 100% algodón o 100% lino, etc…. Intentan utilizar todos los productos made in Spain y si no es posible, procedentes de Europa. Dan un importante consejo a la hora de lavar toallas, «no usar suavizante porque impermeabiliza la felpa y dejan de secar».

Clientela generacional

«Nunca hemos bajado la calidad de nuestros productos», subrayan en la tienda donde existe una personalización total del producto. El cliente elige la calidad, el tamaño, el acabado, etc, el 60% es fabricación propia y en el resto trabajan muy de cerca con los fabricantes. Tienen una clientela generacional, «hay personas que vienen con nostalgia buscando lo que compraba su madre o su abuela». El grueso del público está en edades comprendidas entre 40 y 60 años, un 80% nacional y un 20% extranjero, en este caso algo más joven. Trabajan con muchos arquitectos de interiores y han hecho proyectos importantes en el mundo del cine. Entre sus clientes más frecuentes, Pedro Almodóvar, la aristocracia y empresarios importantes y discretos. También han vestido locales para inauguraciones, como es el caso del Casón del Buen Retiro.

Manta de lana 100% Vicuña, procedente de Perú
Manta de lana 100% Vicuña, procedente de Perú

La tienda conserva las mesas y el suelo original, con mostradores anchos y de madera. «Tratamos de aconsejar lo mejor posible a los clientes, hay mucho trato con ellos», comenta Miguel Matarranz. Una de las cosas más importantes en este local «es tocar el género», sentir la diferencia entre un juego de cama de algodón de 100 euros y otros de 1.000. «La satisfacción de nuestro cliente es en casa, al usar os productos», recuerda. Desde Matarranz saben que su cliente más fiel no cuestiona la importancia de la calidad en la ropa de casa. El desafío está ahora en conseguir nuevos compradores que sepan valorarla. Y es que en Madrid no se encuentra ningún comercio de sus características. Y en el mundo, apenas dos o tres.

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