El rompecabezas del ascensor 54 de la Paz: un cadáver, dos notas y una sola despedida

La Policía encuentra una nota de despedida en la vivienda del hombre, de 68 años

Una mujer espera delante del elevador 54 de La Paz Guillermo Navarro / Vídeo: Resuelto el misterio del cadáver del ascensor de La Paz
Aitor Santos Moya

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Dos semanas después de su misterioso hallazgo, la Policía Nacional dio ayer con la tecla para identificar el cadáver del ascensor 54 del hospital de la Paz. Se trata de un antiguo trabajador del sector de la construcción -con conocimiento profesional en elevadores- , de 68 años, divorciado y de nacionalidad española. Pese a que su desaparición fue denunciada por su hija el pasado viernes -diez días después de que se encontrara el cuerpo-, no fue hasta la mañana del lunes cuando el trabajo conjunto de la Policía Científica y Judicial dio sus frutos.

Fuentes policiales confirmaron a ABC que el reconocimiento llega tras aplicar una técnica de laboratorio llamada regeneración de pulpejos , consistente en sumergir los dedos del fallecido en alcoholes y formol para regenerar su piel y extraer las huellas dactilares. Una vez seccionadas - proceso que se alargó más de una semana-, faltaba aún la segunda parte de la investigación: cotejarlas de manera positiva con las de algún sujeto registrado en los ficheros del Documento Nacional de Identidad (DNI).

Para ello, resultó capital la denuncia de una mujer, efectuada el 20 de julio, tras varios días sin tener noticias de su padre. Las características físicas aportadas y las fechas relatadas encajaban con las del finado, lo que precipitó su identificación . Una vez conseguida, el juez dio luz verde al registro de su domicilio, en el distrito de Puente de Vallecas . Los agentes descubrieron allí una nota de despedida, hecho que confirmaría la teoría de suicidio manejada por los investigadores tras quedar en segundo plano la tesis de un posible accidente laboral.

«Arreglar»

El cadáver, vestido con ropa de calle, sin documentación y con una llave maestra metálica -lo que explicaría la fácil apertura de la puerta-, fue hallado a primera hora del 10 de julio en el foso del elevador. Junto a él, se encontró un papel que, en un primer momento, disparó los rumores sobre una posible carta de suicidio. Sin embargo, según ha podido saber este periódico, en el folio solo estaba escrita la palabra «Arreglar» y habría sido arrancado, previamente, del respaldo de una silla del hospital .

El hombre vivía separado de su familia, razón que explicaría el hecho de que hubieran tardado tanto tiempo en interponer la denuncia. Concretamente, 18 días desde su muerte. La revisión de las cámaras sitúa el suceso entre las 4 y las 5 de la madrugada del 2 de julio. En las grabaciones aparece un individuo que entra en el ascensor 54 y sube hasta la planta trece del edificio principal del hospital. A partir de ahí, su rastro se difumina; aunque algunas fuentes apuntan que el sujeto se habría arrojado desde una planta más abajo.

El hallazgo del cuerpo se produjo ocho días más tarde durante una revisión del aparato, habida cuenta de un ruido anómalo detectado en la maquinaria. Los operarios de mantenimiento accedieron para revisar el estado de la cabina y se toparon con el fallecido, en posición de cúbito supino -boca arriba- y con partes de su cuerpo prácticamente amputadas por el fuerte golpe y los sucesivos aplastamientos de los días posteriores. Varios trabajadores del centro sostienen que el fuerte hedor que desprendía la zona pudo ser otro de los motivos de alerta: «Era muy evidente, se quejaron algunos pacientes».

La primera conjetura fue que se tratase de un accidente laboral, pero rápidamente perdió fuerza al comprobarse que ni en el hospital ni en la empresa encargada del servicio técnico echaban en falta a nadie . La teoría de un crimen también resultó rápidamente descartada, por lo que el caso fue transferido desde el Grupo V de Homicidios de la Policía Nacional a la comisaría del distrito de Fuencarral-El Pardo, donde se ubica el hospital de La Paz.

La empresa de mantenimiento aseguró entonces que no operaba con subcontratas y, en cualquier caso, sus empleados eran perfectamente identificables. «Nuestros trabajadores llevan uniforme siempre», explicaron a este diario. La Policía llevaba semanas cotejando pruebas y analizando las denuncias de desapariciones de la Comunidad de Madrid y otras provincias limítrofes para esclarecer un caso que, ayer, por fin, vio la luz.

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