Fernando Riesgo, propietario del negocio familiar
Fernando Riesgo, propietario del negocio familiar - BELÉN RODRIGO

Los productos químicos con más utilidad en nuestra vida diaria

En la tienda Manuel Riesgo se comercializan cerca de 15.000 productos químicos. Entre ellos, los más solicitados entre los particulares se encuentra el ácido hialurónico,un buen aliado contra las arrugas. Los productos precursores de explosivos tienen una venta muy restringida y están estrictamente vigilados por las autoridades.

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El ácido hialurónico es el producto que más se vende en Manuel Riesgo, la tienda centenaria de productos químicos de Madrid en la que se encuentran miles de sustancias para las más diversas utilidades. En el caso de este ácido, su uso más frecuente es para la cosmética ya que se trata de un gran aliado en la lucha contra las arrugas. “Este tipo de productos nos ha salvado de la crisis. Las mujeres han empezado a hacerse sus propias cremas para ahorrarse un dinero”, explica a ABC Fernando Riesgo, propietario del negocio que su abuelo se quedó hace poco menos de un siglo. Lo puso en marcha un catalán, aunque como herbolario, y allí empezó a trabajar el señor Riesgo, quien acabaría por quedarse con el local.

A partir de 1926 la tienda cambó de rumbo, “y sobre todo tras la guerra civil, con muchos daños materiales, así que mi abuelo empezó a ver las nuevas tendencias del mercado”.

De esta forma iniciaron la comercialización y distribución de productos químicos para la industria, en sus muy diversos aspectos y orientaciones, bellas artes, pinturas y restauración tanto de edificios como de mobiliario. Comercializan más de quince mil productos diferentes que se sirven y proporcionan a toda España. “Tenemos desde bicarbonato sódico hasta arsénico y hay productos muy peligrosos”, reconoce Riesgo. De hecho algunos no se venden a particulares y existe un exhaustivo control en los permisos necesarios para adquirir determinadas sustancias. “El ácido nítrico, el azufre y el nitrato potásico son precursores de explosivos. Tal y como está las cosas, hay que ser muy estrictos, y trabajamos en estricta colaboración con la Guardia Civil”, aclara el propietario. Cuando detecta anomalías en algún pedido llama inmediatamente a las autoridades para facilitar los datos del comprador. “Hubo una época que estaba de moda romper los escaparates y los jóvenes compraban ácido fluorhídrico. Pero todos debían firmar que conocían el peligro que corrían con su compra y la policía era informada de estas compras”, añade.

Al día pasan por esta tienda de calle del Desengaño nº 22 alrededor de 250 personas, de lo más variopinto, entre ellos artesanos, bohemios y pequeña empresa en el área de I+D. Algunos, muy entendidos, otros, más perdidos, por lo que Fernando Riesgo reconoce que en este trabajo “existe un aprendizaje continuo por parte del cliente y del dependiente”. Recuerda que antiguamente había personas que se sentaban detrás del mostrador para escuchar a los clientes y si escuchaban algo que es interesaba, como una nueva fórmula, tomaban nota. Muchas cosas han cambiado en la tienda ya que desde hace tiempo no permiten vender algunos productos como el ibuprofeno o el paracetamol. También se han eliminado las básculas donde se pesaba todo y ahora llega el producto embalado.

Los colores de Goya y Velázquez

Entre su clientela habitual se encuentran los pintores Antonio López y Fernando Botero y artistas como José Luis Perales o Lucía Bosé que también son buenos con los pinceles. Venden pigmentos de 165 colores diferentes aunque como subraya Fernando Riesgo, “en el siglo XXI Goya y Velázquez no hubiesen pintado nada”. Y es que los cadmios, cobaltos, plomos y manganesos han sido retirados por causa de la toxicidad del medio ambiente. “Son los colores más vivos y más duros a la luz que cualquier otro y fueron las tonalidades más utilizadas por los dos grandes maestros de la pintura española”. Para los jóvenes universitarios este local es de paso obligatorio para hacer témperas y acuarelas.

Esperma de ballena

Entre los artículos más curiosos se encuentra el de esperma de ballena, “la grasa que se encuentra en el cráneo de la ballena”, aclara Reina. Cuenta que Miguel de la Cuadra Salcedo pidió una vela con este producto para la boda de su hijo “porque es una sustancia muy dura y las velas duran mucho”. Se utiliza mucho en cosmética como espesante y es algo barato, casi 6 euros un cuarto de kilo.

Llamativo es igualmente el oro fino para alimentación, que cuesta 16,5 euros la escasa cantidad de 100 miligramos y que lo compran “los caprichosos”. Tienen muchos clientes cocineros, sobre todo estrellas Michelin, que adquieren productos químicos para después experimentar en sus cocinas. Ferrán Adriá es uno de ellos. Tras el mostrador se mantiene los 418 cajones que se hicieron a medida para llenar las paredes. Los de opio y belladona están vacíos”.

Productos de belleza

Volviendo a las cremas, en este negocio se atiende a muchas mujeres que buscan un cosmético eficaz y barato. “Algunas nos traen la ficha de su crema para hacer una copia pero ya explicamos que los ingredientes suelen estar camuflados”, explica el propietario. Aconseja siempre a todas a leer el libro de Mar Gómez, Haz tu propia cosmética natural porque allí vienen las cantidades exactas para elaborar un gran número de cremas. Hay incluso clientes que realizan sus propios cursos para enseñar a otras personas. La rosa de Mosqueta es otro de los productos con más salida, “es el mejor cicatrizante y anti estrías”. Aguardan su reposición hace cuatro meses ya que uno de los terremotos de Chile destrozó las tierras de donde procede. Y las barras de glicerina son igualmente muy soicitadas.

Hace tres años este negocio de productos químicos inició las ventas por Internet. Tienen clientes de varios países “porque vendemos cantidades pequeñas difíciles de encontrar en otros lugares. Al mismo tiempo servimos a los que buscan formatos grandes”, aclara Reina. Cree que el éxito de esta tienda es haber sabido adaptarse a los tiempos, “escuchar a los clientes porque son ellos los que nos piden cosas y nos motivan para encontrar nuevas soluciones”, añade. Y esperan seguir haciéndolo durante mucho tiempo.

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