PP y Cs desarman a la izquierda con propuestas en un formato encorsetado

Aguado fue el más combativo, Gabilondo estuvo incómodo y Ayuso vendió al PP como única opción para frenar a la izquierda en la región

Los cinco candidatos: de izquierda a derecha, Isabel Díaz Ayuso, Rocío Monasterio, Ignacio Aguado, Isabel Serra y Ángel Gabilondo MAYA BALANYÀ // Vídeo: El minuto final de los candidatos (Telemadrid)

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El debate no fue tal. La única cita en la televisión pública madrileña, Telemadrid, con cinco de los seis candidatos a la Comunidad de Madrid – Íñigo Errejón no pudo acudir por decisión de la Junta Electoral Central– se convirtió en una sucesión de monólogos y respuestas de los cabezas de cartel a las preguntas de los presentadores, Jon Ariztimuño y María Rey , sin apenas interacción entre ellos. Excepción hecha del número uno de Ciudadanos, Ignacio Aguado , que repartió estopa a derecha e izquierda y fue el único que rompió la rigidez de un debate encorsetado con protagonistas demasiado preocupados por no equivocarse.

Los bloques que se abordaron en el debate correspondían a las siguientes materias: empleo y economía; sanidad y educación; políticas sociales; urbanismo, movilidad y medio ambiente; y pactos. Pero antes, hubo un «minuto de plata» en que cada cabeza de lista se presentó e hizo ya un dibujo de lo que sería su estrategia: Aguado abogó por el voto útil y «asustó» con lo que supondría un gobierno de izquierda: «infierno fiscal», «la okupación» o una economía que «descarrile». Ángel Gabilondo , sin embargo, vendió el «cambio en positivo», aunque tuvo que combatir todo el debate con el «lastre» de su posible alianza con Unidas Podemos, que le recordaba continuamente Ciudadanos.

Isabel Díaz Ayuso se proclamó como el PP original, frente a «los que se disfrazan pero ni lo son ni lo serán»; Isabel Serra reivindicó el espíritu del 15-M y Rocío Monasterio , armada de su mejor sonrisa, destacó la «fuerza, el coraje y la seguridad» de Vox a la hora de defender lo que consideran justos.

Papeles repartidos

Los papeles se repartieron desde el principio. Aguado fue el menos acartonado y el más agresivo en sus planteamientos, que atacaron fundamentalmente al socialista Gabilondo, recordándole su participación en el gobierno de Rodríguez Zapatero y preguntándole: «¿De qué tamaño es el sablazo que nos quieren dar?». También le acusó de venir «con sorpresa, con Podemos de la mano», lo que a su juicio sería «el cóctel molotov perfecto». Pero también tuvo paraa Díaz Ayuso y Monasterio, mientras que a Unidas Podemos la relegó a un segundo plano en sus ataques.

Gabilondo, siempre incómodo en este tipo de formatos, se mantuvo en su papel de hombre de Estado, tranquilo y sosegado. E incluso tiró de ironía a ratos: «Hace unos días era un extremista, ahora soy insolvente; vamos a ver cómo va la semana». Pidió un Pacto por la Educación, viviendas a precios asequibles y un Metro mejor gestionado y con más maquinistas y trenes.

Monasterio devolvió al debate un asunto que fue clave en las elecciones de 2015 y luego se olvidó: el de evitar las duplicidades entre administraciones. Eso y el fin de los «chiringuitos» y otras partidas que no repercuten en los ciudadanos y que la candidata de Vox cifró en «4.245 millones en los cuatro años de una legislatura».

Ese dinero lo destinaría a subir sueldos de médicos, enfermeros y profesores, dijo. Pero no perdió la ocasión de criticar a los «inmigrantes ilegales que acaban de saltar la valla» y se «cuelan» en la lista de espera de los madrileños. Por cierto, también anunció la intención de su partido de «auditar todas las ayudas sociales y subvenciones para saber a quíen se le están dando». Los demás candidatos no respondieron a sus planteamientos.

Díaz Ayuso, bien entrenada, mantuvo el tipo y respondió a los ataques, además de deslizar su gran propuesta electoral de rebajar el IRPF autonómico en 2,5 puntos, medio punto por cada uno de los tramos. Reivindicó las políticas sociales de su partido , que enfrentó a la «gran mentira social de la izquierda»: «No creo que la okupación o los manteros vayan a pagarle las pensiones a los más necesitados». En su resumen, «o gobierna el Partido Popular, o ganan las izquierdas».

Isa Serra repitió hasta el cansancio sus argumentos a favor de la justicia social, las familias monomarentales, el colectivo LGTBI y la defensa de lo público.

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