Peleas, robos y cucarachas: el infierno de un narcolocal de San Blas

Los vecinos se quejan de la inseguridad y la insalubridad en la zona por la okupación de una antigua sede de Bankia

Estado de la sede, vandalizada y llena de porquería Guillermo Navarro

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«Nadie se puede hacer una idea de lo que es vivir junto a un local okupado . Es una pesadilla continúa que no sabemos cuando va a terminar». Eso dice Encarnación, vecina del número 71 posterior de la calle de la Institución Libre de Enseñanza (antigua Hermanos García Noblejas) situada en el barrio de Simancas (San Blas). Alude a la que fuera sede de Bankia, que echó el cierre hace tres o cuatro años, fruto de los problemas que sufrió la entidad bancaria.

«Clientes» en la puerta G.Navarro

Enclavado en el número 1 de la calle de Castillo de Oropesa , desde hace algo más de un año, aproximadamente, por el lugar han ido pasado distintos «inquilinos», todos ellos con un denominador común: se dedican a traficar con droga a pequeña escala y, además, consumen. Todo ello ha convertido el lugar en un punto frecuentado por jóvenes y no tan jóvenes, que van a «pillar» a cualquier hora del día, preferentemente por la tarde noche. Los «camellos», entre ellos una pareja de mediana edad, ahora los jefes del cotarro, acumulan toda clase de enseres y porquería, según los residentes.

«El olor es nauseabundo . Tienen sofás, colchones, mantas, animales y todo tipo de trastos. La basura que acumulan y las humedades han provocado la aparición de insectos . Algunos vecinos se han visto afectados por las cucarachas. Yo creo que ahí dentro debe de haber hasta ratas. O si no, las habrá porque eso está asqueroso; es una pocilga», indica Ángel, otro vecino de la finca que conforma una manzana.

Denuncias constantes

El narcolocal, que tiene la puerta reventada, pertenece al Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) al que acusan de desentenderse del asunto. «Les enviamos a través del administrador de la finca comunicados continuos dando cuenta de la situación y dan la callada por respuesta. Para colmo, nos deben más de 3.000 euros en concepto de la cuota mínima del agua y de la comunidad de propietarios; no hacen nada. Ellos son los que deben denuncian la usurpación, nosotros no podemo s». Así lo afirma Carmen, responsable de uno de los negocios situados en la misma calle.

«Cualquier día salimos ardiendo. Yo no sé qué tiene dentro pero el humo llega hasta nuestros pisos»

«Hace tiempo que no se veían carteras o bolsos tirados por al calle. Dentro tiene los móviles que roban»

« Nadie quiere tener cerca a esos sujetos , los clientes se sienten inseguros, es lógico», indica. Dice que los vecinos denuncian sistemáticamente todos los problemas y la situación de insalubridad que padecen. «Los agentes vienen cada dos tres, tanto los nacionales como los municipales, pero poco pueden hacer», relata. «Hace tiempo que no se veían bolsos, carteras y monederos tirados por aquí fruto de los tirones y de los robos que cometen los que frecuentan el narcolocal» , asevera. «Dentro tienen hasta móviles tirados de los que sustraen. Lo tengo grabado de una vez que entramos a ver todo lo que tenían almacenados», agrega otra señora. «Yo estoy amenazada porque llamo a la Policía cada dos por tres; cuando veo movimientos raros».

Amalia, otra residente, no oculta su preocupación. «Cualquier día el bloque y todos nosotros salimos ardiendo. No sé que tienen ahí si bombonas de gas o qué, pero a veces el humo inunda los pisos más bajos», recalca. Cuenta que hace poco el Samur acudió y se llevó a una mujer al hospital. «Alguno acabará mal» .

Paco relata que los okupas han arramplado con el aluminio, el cobre y todos los aparatos de climatización que renovó el banco poco antes de echar el cierre. «Eso sí lo han limpiado», dice con ironía. Asegura que algunos clientes o los propios «camellos» acuden en vehículos robados. Otros, se meten entre los coches y si no pueden robar, los rayan. «Esto va por temporadas. Cuando desmantelan otros puntos de venta de la zona crece el trasiego de gente aquí y viceversa. hemos estado más tranquilos, pero ahora han vuelto».

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