Las cuadrigas del edificio del Banco de Bilbao, en Madrid
Las cuadrigas del edificio del Banco de Bilbao, en Madrid - ISABEL B. PERMUY

Un paseo por los tejados de la Villa: mitología entre Madrid y el cielo

Las azoteas de la capital de diversos edificios emblemáticos albergan esculturas que suelen pasar desapercibidas

Madrid Actualizado: Guardar
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Desde lo más alto, en lugares estratégicos y siempre dispuestos a posar para una foto del horizonte de Madrid, especialmente si es al atardecer. Se trata de las esculturas que coronan algunos de los edificios más emblemáticos de la capital que, en muchas ocasiones, pasan desapercibidas para turistas y madrileños aunque suponen un importante patrimonio artístico para la ciudad. Son diversas, no están muy lejos unas de otras y suelen encarnar a seres mitológicos. La última en «subirse» a los tejados de la capital ha sido la Diana Cazadora, acompañada por su jauría de perros, que forma desde el pasado fin de semana parte de este selecto club.

El edificio Metrópolis, que marca la bifurcación entre la Gran Vía y la calle de Alcalá no sería lo mismo si en lo alto de su cúpula no estuviera desde el año 1977 la «Victoria Alada».

Obra de Federico Coullaut Valera, la escultura representa una alegoría de la libertad y sustituyó al conjunto formado por «La Unión y el Fénix», que sirvió como imagen de la aseguradora del mismo nombre antes de que Metrópolis adquiriera el inmueble y le otorgara su nombre y estatua actuales en la década de los setenta.

El Romano, en el número 60 de la Gran Vía
El Romano, en el número 60 de la Gran Vía - ISABEL B. PERMUY

Muy cerca de allí, y protagonista también de numerosas postales, está la Minerva del Círculo de Bellas Artes, precisamente el lugar escogido por los amantes de la fotografía para captar las siluetas de estos «vigías» de Madrid. La Minerva romana, con su escudo y su lanza de combate, es la diosa de la sabiduría, las artes y la guerra. Obra del artista Juan Luis Vassallo está creada originalmente en bronce y ganó en 1964 el premio de un Concurso Nacional de Escultura que convocó el Círculo de Bellas Artes para dotar a su azotea de un icono reconocible. Ganó Vassallo y la silueta de su Minerva es hoy, más de 50 años después, inconfundible.

Desde esta azotea, lugar de peregrinaje para turistas, se divisa a lo lejos el Ministerio de Agricultura, ubicado junto a la Estación de Atocha. Se trata de un edificio de grandes dimensiones que se construyó en la última década del siglo XIX bajo las directrices del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco. Sobre su entrada principal, que se distingue gracias a las enormes columnas que visten su fachada, luce el conjunto escultórico «La Gloria y los Pegasos», que corrió a cargo de Agustín Querol.

El complejo escultórico que corona el Ministerio de Agricultura
El complejo escultórico que corona el Ministerio de Agricultura - ISABEL B. PERMUY

Se da la casualidad que esta obra, colocada en 1905, tiene dos versiones. La original, compuesta en mármol, se encuentra repartida entre la Glorieta de Legazpi (Madrid) y en Cádiz; mientras que la réplica es la del Ministerio de Agricultura. En su día Querol planteó una gran escultura en mármol con diferentes piezas: «La Gloria», una victoria alada que está acompañada por dos figuras que simbolizan la Ciencia y el Arte. Además, los dos Pegasos que acompañan a «La Gloria» también están flanqueados por figuras humanas para componer una metáfora de la Agricultura, la Industria, la Filosofía y las Letras.

Incidencia de la Guerra Civil

El conjunto original fue dañado durante la Guerra Civil. Algunos fragmentos se desprendieron y fue preciso sustituir en los setenta el complejo escultórico original por una réplica en bronce encargada a Juan de Ávalos. Mientras tanto, los talleres municipales restauraron las obras de Querol. Una vez terminados estos trabajos, «La Gloria» viajó hasta Cádiz y los dos Pegasos hasta la glorieta de Legazpi.

La Aurora del número 4 del paseo de Recoletos
La Aurora del número 4 del paseo de Recoletos - ISABEL B. PERMUY

También durante la Guerra Civil se tuvieron que pintar de negro las cuadrigas de bronce que coronan los dos torreones de la imponente fachada del edificio del Banco de Bilbao en la calle de Alcalá. Al parecer, como relata el Cronista de la Villa, Pedro Montoliú, en época de guerra las cuadrigas estuvieron recubiertas de latón dorado, algo que, como podía facilitar los bombardeos de la aviación, propició que fueran pintadas de negro.

Son dos, una situada en cada torreón y las figuras de los gladiadores junto a sus caballos datan del año 1922, cuando se colocaron tras ser diseñadas por el escultor vasco Higinio Basterra. Una vez que finalizó la Guerra Civil no prosperó la opción de devolver el color dorado a las esculturas, por lo que aún mantienen la apariencia adquirida en la contienda.

La Minerva del Círculo de Bellas Artes
La Minerva del Círculo de Bellas Artes - ISABEL B. PERMUY

También sufrió daños «El Romano», situado en el número 60 de la Gran Vía. Fue obra de Victorio Macho, escultor palentino y su origen está fechado en el año 1930. Poco se sabe de esta figura humana en bronce que sobre su cabeza sustenta una casa, pero son numerosas las leyendas que se ciernen sobre él, como por ejemplo que evoca una metáfora del ahorro.

Más longeva, concretamente del año 1920, es la «Aurora» que figura en el vértice del edificio que hace esquina en el número 4 del paseo de Recoletos. En un primer momento, el inmueble fue ocupado por Seguros La Aurora y de ahí su escultura, obra del reconocido Juan Adsuara, que pretendió representar, en su momento, la seguridad propia que se le atribuía a una compañía de seguros a través del temple con el que la mujer representada guía a los inquietos caballos de una cuadriga de la que nunca se percatarán, al igual que del resto de estas obras de arte de las alturas, los más despistados. Dejarán, así, de disfrutar de una parte clave del patrimonio artístico y cultural de la capital que, además, actúa como testigo histórico de una ciudad que ha evolucionado a sus pies con el paso de las generaciones.

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