Parroquia de Santo Domingo de Guzmán: la alegría de la pertenencia a la Iglesia

El templo, ubicado en el barrio de Aluche, conforma un plural cuadro de riqueza

La fachada de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán FOTOS: ISABEL PERMUY

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En un Madrid de ropa tendida, en un Madrid de calles bien pegadas, en las que los vecinos se tocan con las conversaciones, en un Madrid de recovecos, en un Madrid de aluvión migratorio de los años sesenta y setenta, hoy reciclado con oleada hispanoamericana, en Aluche, está escondida, bordeada por su historia, la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en la calle de Camarena, 183 . Santo Domingo de Guzmán, que en 2010 cumplió 40 años , como queda reflejado en una sentida publicación colgada en la web. Los edificios contiguos dicen mucho de su historia reciente. El más grande alberga a la Asociación «Punto Omega», dedicada a la rehabilitación de drogadictos; en otras dependencias se encuentra la sede de ADEAP, rehabilitación de adicciones, principalmente alcoholismo, juegos y tragaperras. Y también está ahí la sede de Alcohólicos Anónimos. No muy lejos de este complejo asistencial, el centro de la tercera edad y la sede de la FRATER, la fraternidad cristiana de enfermos y minusválidos, una de las asociaciones que más han hecho por una legislación accesible que rompa con los obstáculos. La FRATER es «el sufrimiento traspasado por la alegría», como la define el párroco de esta comunidad, una de las riquezas de esta parroquia.

el párroco Miguel María Ruiz de Zárate

Por cierto, el párroco se llama a Miguel María Ruiz de Zárate , uno de esos curas de Madrid, del Madrid de toda la vida, ante los que hay que quitarse el sombrero. En sus trabajos está acompañado por el vicario parroquial Leocadio Viedma y, como nota peculiar añadida de esta parroquia, aquí tiene su sede una de las capellanías oficiales de polacos en Madrid, atendida por Mirec Baran . Ahora también cuentan con la ayuda de un joven sacerdote de la India, que esta estudiando Derecho Canónico y que se llama Jony.

Pero volvamos a esta parroquia de acogida fraterna, presencia elocuente en medio de la problemática de la vida de los hombres y de las mujeres del barrio. Una presencia que permite vivir con alegría toda la problemática de lo humano. Una parroquia que, este año, asumió los fieles que procedían de la extinta de Nuestra señora de Aluche, que regentaban los padres escolapios. «Cambios fuertes hacen que te cuestiones por qué haces las cosas», añade el párroco, que propuso como lema para el curso «¿Por dónde empezar? Nuestra tarea: ÉL» , así con mayúsculas. La fe que se trasmite por la cercanía y que hace que las diferencias, las identidades de procedencia de los fieles, conformen un plural cuadro de riqueza. Normalidad y alegría. Una de las atenciones principales de la parroquia es la que presta a las personas solas y mayores. De hecho, se organizan talleres de memoria, cursos de sevillanas, uno de bolillos -con notable éxito-, y otro peculiar que no se me había presentado hasta hoy: relaciones humanas a través de la literatura, que ya sabemos ahora también para qué sirve también la literatura.

Interior del templo

Y si de actividades hablamos, la larga lista de grupos de la parroquia no es desdeñable. Les cuento y recuento: Grupo de la Renovación carismática, grupo de formación en la fe a través del estudio de la Biblia, grupo de visitadores de enfermos, la Legión de María, el grupo de viudas, el grupo Juan XXIII, que es muy apostólico con los fieles latinoamericanos, una Escuela de Comunidad de Comunión y Liberación y, cómo la Cáritas, que bien merece que nos detengamos un poco. Son treinta los voluntarios que atienden a 500 personas en Cáritas, con la acogida, el seguimiento y la propuesta de integración y búsqueda de empleo. Cada quince días, después de una reunión de contacto, se entregan las bolsas con alimentos que, entre otras instituciones, facilita el Banco de Alimentos. Pero la Cáritas no se dedica solo a la gestión de la ayuda alimentaria, al año 60.000 kilos de comida , que se dice pronto.

La parroquia está pendiente de las necesidades de las personas en su dimensión integral. El párroco insiste en que se ha pasado la crisis económica más aguda, «pero no se ha pasado la crisis de la desesperación , que genera desesperanza». No es pequeño el número de personas que ahora están llegando de Venezuela y de Nicaragua. Personas que saben que en Santo Domingo de Guzmán tienen su casa.

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