Paripé policial contra los manteros: «Escapan andando de los agentes»

La permisividad con los vendedores ilegales atiende a las últimas instrucciones del área de seguridad del Ayuntamiento

Los manteros venden sus artículos falsificados en la Puerta del Sol | Vídeo: Así ocupaban los manteros la Gran Vía el pasado fin de semana GUILLERMO NAVARRO
Aitor Santos Moya

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La secuencia se repite cada veinte minutos. Una decena de manteros aguarda tranquilamente frente al edificio de Telefónica, en pleno bullicio de la Gran Vía, la llegada a lo lejos de una pareja de policías municipales. Caminan lento y con disposición de atender a cualquier turista o transeúnte que se acerque. La venta ambulante no les hace cambiar el paso, lo que se traduce en un surrealista juego del ratón y el gato. Los «comerciantes», último eslabón de las redes de explotación mafiosas , recogen despacio y apenas avanzan unos metros en dirección a la calle de Fuencarral. La distancia entre «perseguidores» y «perseguidos» es siempre la misma. Los agentes se quedan parados y deciden cruzar al otro lado. El descanso ha terminado: los manteros regresan a su zona y extienden de nuevo la mercancía.

En la Puerta del Sol, la presión es la misma. Aquí, dos policías a bordo de sendos Segway SE-3 Patroller (un tipo de transporte eléctrico, de tres ruedas y desarrollado específicamente para el sector de la seguridad pública y privada) acuden hasta la boca de Metro de Montera donde, segundos antes, se ha refugiado un grupo de manteros. Desde abajo, estos esperan a que la Policía se marche para volver a la calle y montar sus improvisados tenderetes. Sin embargo, no se mueven. Un «vendedor» sube y baja varias veces para comprobar que, efectivamente, el «peligro» sigue ahí. Los agentes deciden entonces entrar en la estación, aunque sin visos de alcanzar a ninguno. Con los bultos al hombro , los «top-manta» amagan con ir hacia el andén del Cercanías, pero al observar que nadie sale detrás de ellos, cogen las escaleras mecánicas centrales y retornan a la superficie.

«Efecto embudo»

Una vez fuera, las gafas, bolsos, colonias, camisetas de fútbol y otras prendas de vestir -falsificaciones, todas, de las marcas más importantes del momento- son expuestas ante los miles de transeúntes que pasan cada día por delante. Son las 12 de la mañana y el mercadeo no cesa . «La de Griezmann cuesta 25 euros», repite un mantero. «Muy cara, ¿no?», responde un joven con la elástica en la mano. El trato se cierra en 20 euros, a la vista de todos y con «garantía» de devolución: «Si no te queda bien, me buscas por aquí y te la cambio». Los puntos más saturados son, precisamente, las zonas de mayor tránsito. «Hay veces que si vas con un carrito de bebé no puedes ni pasar», advierte una mujer, cansada de la impunidad de la que gozan: «La peatonalización de la Gran Vía se ha hecho para ellos».

En la misma línea, José María Narbona, un quiosquero de cuarta generación apostado frente al número 30 de la avenida, considera que la situación está cada vez peor. «Ocupan más espacio, se ponen a un lado y al otro de la acera para hacer lo que se llama el “el efecto embudo”», señala. Esta técnica consiste en dejar un estrecho carril a los viandantes para obligarlos a pasar más despacio y que posen su atención en los artículos de imitación. «De esta forma, hay muchos que se paran y compran», prosigue, haciendo alusión al consiguiente atasco que ello provoca. La actual permisividad de los agentes con los vendedores ilegales atiende a las últimas instrucciones del área de seguridad del Ayuntamiento, según apuntan a ABC fuentes policiales.

El cambio de tercio en la labor policial llega después de que el pasado 10 de agosto se aprobara una nueva instrucción sobre «Medidas de evaluación de riesgos y autoprotección ante la venta ambulante no autorizada». Tal y como publicó este periódico, en la misma, se establecen tres niveles de ejecución : bajo, moderado y alto, adecuándose el servicio «en situaciones excepcionales, cuando se encuentren en riesgo jurídicos de mayor relevancia del que se quiere proteger, como puede ser la seguridad de los distintos intervinientes».

Descenso en las multas

Lejos de reducirse la problemática, la política acometida por Ahora Madrid se ha convertido en el perfecto caldo de cultivo para el aumento descontrolado de esta actividad fraudulenta. Solo en el distrito Centro, el número de manteros aumentó un 75% entre marzo y junio, a raíz de la muerte por infarto del senegalés Mmame Mbaye. Por si fuera poco, las multas cayeron un 36% en el primer semestre del año -respecto al mismo periodo de 2017-, registrándose, además, el dato más alto durante el pasado mes de julio con un 60,65% menos de actuaciones.

Los vendedores ilegales campan a sus anchas por el centro e, incluso, se permiten el lujo de cortar el tráfico como se demuestra en un reciente vídeo registrado por un testigo. «Se colocan delante de los escaparates y si les dices que se vayan, te arriesgas a que vengan a por ti», advierte un vigilante de un comercio del que pide no revelar el nombre. El vecindario tampoco escapa a una tesitura que complica sobremanera el uso y disfrute del espacio público.

«Yo personalmente hace años que no paseo por la Gran Vía, es insoportable, la han destruido . Solo la piso si no me queda más remedio para ir de un punto a otro», subraya el portavoz de la coordinadora vecinal de Madrid Centro, Esteban Benito, para quien la explicación de que todo esto se tolere es muy sencilla: «Al final, es un tema de marketing con su electorado. Se trata de conseguir votos, ahora que se acercan las elecciones».

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