Esta papelería centenaria ocupa el número 7 y 9 de la calle Luchana
Esta papelería centenaria ocupa el número 7 y 9 de la calle Luchana - BELÉN RODRIGO

La papelería que vende lo que nadie más tiene

Su eslogan es «¡Lo imposible lo hacemos lo inmediato!» y desde 1905 se ha ganado su fama por el buen trato a su clientela

Madrid Actualizado: Guardar
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Comenzó siendo un estanco y hoy es la papelería más antigua de Madrid y la segunda de España donde se encuentran «las cosas imposibles». Quintina Salazar, viuda de un militar, se estableció en 1905 en el número 7 de la calle Luchana, en Chamberí, vendiendo tabaco, sellos, papel de liar y papel de barba, entre otros artículos. En la actualidad son Ana y Fernanda Martínez Salazar, la cuarta generación de la misma familia, quienes regentan la tienda . Han sido las mujeres las que han estado siempre al frente del negocio. Doña Quintina casó antes de la guerra a uno de sus hijos con Elena Martín Muñoz, la abuela de Ana y Fernanda. «Mi abuelo murió y mi abuela se quedó al cargo de la tienda.

Sustentaba a la suegra, a sus hijas, a una hermana y a la tía», recuerdan sus nietas. Fueron tiempos difíciles y doña Elena dormía detrás del mostrador para que no entrasen a robarla. E incluso pasó una noche en la cárcel porque había un anuncio del negocio en un periódico católico. El estanco fue poco a poco desapareciendo según se añadían nuevos productos, y desde 1929 funciona como papelería. En los años de guerra se cerró la tienda por la falta de género y de clientela.

Fueron pasando los años y Elena contó con el apoyo de sus hijas. «Pero mi tía se casó y al final fue mi madre, también Elena, quien se quedó en la tienda. En 1950 casó con mi padre, técnico de embutidos, y él traspasó su negocio para poner junto al estanco una imprenta, en el número 9, local en el que estamos ahora», recuerdan. Su padre murió de una trombosis y ellas empezaron a trabajar muy jovencitas, ayudando a su madre, mientras que su hermano estudiaba la carrera de diplomático. Se quitaron un apellido para poder conservar el de Salazar. «Al principio no entendíamos nada del negocio y nos ponían a vender las tarjetas de Navidad», recuerdan. Más de 50 años después, ambas hermanas conocen a la perfección todos y cada uno de los rincones de este local, en el que según su madre (fallecida hace once años), hay más de 3.000 artículos. Y la mayoría de los precios están en la cabeza de las hermanas.

La papelería se hizo famosa por el trato dado a sus clientes y por el surtido de artículos a la venta. Llegaron a trabajar 19 personas, además de otras 6 que estaban en la imprenta. Y mientras las mujeres de la familia sacaban adelante el negocio en la tienda se organizaban famosas tertulias de hombres, sobre todo de política. Han pasado todo tipo de clientes, algunos siguen siendo fieles y otros muchos llegan preguntando por algo que no encuentran en ningún otro lugar. «Y curiosamente, desde que se vende tanto en los comercios chinos, la gente aparece por aquí un boli que escriba, una sacapuntas que saque punta o unas tijeras que corten», comenta Fernanda.

Variedad de productos

En esta papelería se encuentra desde una goma o un boli bic de 30 céntimos hasta plumas de más de mil euros, aunque desde que les robaron hace unos años los artículos más caros se venden por encargo. «Aquí encuentras lo que no tiene nadie, buscamos lo que has soñado», les gusta decir a las hermanas. Razón no les falta. Acaban de recibir, por ejemplo, el pedido de una cinta de escribir para una antigua máquina Hispano Olivetti. «Buscamos las cosas donde haga falta, pero se consigue. Solo si no existe en ningún lado no lo logramos traer», puntualizan. Ahora vuelven a estar de moda los plumieres de madera de dos pisos, y se veden muy bien, o los apuradores para aprovechar los lápices hasta el final. Ambos artículos difíciles de encontrar si no es en la papelería Salazar. Siguen teniendo el calendario zaragozano y todo variedad de calendarios y agendas. O los recortables de muñecas de papel. En época navideña era tal el ir y venir de gente que el escaparate se quedaba medio vacío.

En Salazar se vende una gran variedad de plumas
En Salazar se vende una gran variedad de plumas - B.Rodrigo

Pero no por ser una tienda centenaria se venden solo cosas de antaño. «Siempre innovamos», cuenta Ana, «tenemos cartucho para pluma de colores como el rosa o el naranja». O los últimos modelos de plumas, «un artículo que se sigue vendiendo muy bien», aseguran las propietarias. Y sigue funcionando el servicio de tipografía, en donde realizan tarjetas de visita, invitaciones de boda o recordatorios de bautizos y comuniones. Y muchos sobres para entidades oficiales o para los títulos de condes, duques o marqueses, entre otros.

Entre las muchas anécdotas que han vivido por este local recuerdan el día en el que se publicó una foto con los famosos cuadernos de las cuentas de Bárcenas, que apareció por todos lados. «Eran libros de cuentas de la firma Miquelrius y nosotros les avisamos de la mala publicidad que les estaban haciendo». Unas libretas que se siguen vendiendo en esta tienda.

Los muebles y mostradores de madera son de los años 50 y hace dos décadas se restauraron. Y todos, absolutamente todos los rincones de la casa, están muy bien aprovechados para exponer los diferentes artículos. «Ya no nos cabe nada más», bromean las hermanas. Llevan compartiendo mostrador muchos años, «no siempre es fácil trabajar con tu hermana, somos muy distintas», confiesan. Sobre su futuro tienen claro que seguirán en la papelería « hasta que el cuerpo aguante». Su madre murió con 86 años y el día antes estuvo trabajando. En su caso, dudan que la quinta generación de la familia siga con la papelería, «seguro que no con este formato». Ambas reconocen que para ellas ha sido algo natural, «hemos vivido lo que vivieron nuestros padres y para nosotros es normal estar aquí todo el día, pero no para las nuevas generaciones».

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