La nueva Gran Vía «estrena» Navidad

La ampliación de las aceras vivió ayer su primer día fuerte de afluencia peatonal. El tráfico apenas se vio afectado

Adrián Delgado

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Madrid aprende aún a moverse en la nueva versión peatonal del eje centenario de la Gran Vía . Solo 24 horas después de su estreno –con un éxito inicial menor del esperado–, la ampliación de las aceras empezó ayer a cobrar sentido por la gran afluencia de viandantes por el centro. El inicio del periodo navideño y, por ende, de las compras llenó el centro de la capital de madrileños y turistas que se enfrentaron a la nueva fórmula de movilidad de esta arteria.

En esta primera toma de contacto, los atascos de tráfico rodado que otrora registraba el asfalto de Gran Vía se trasladaron, puntualmente, a los nuevos carriles peatonales . Sobre todo, en tres puntos críticos del nuevo trazado: en San Bernardo, donde la acera se estrecha y es necesario bordear la boca de Metro para entrar al nuevo carril; la plaza de Callao, en la que no se ha ampliado la acera pero, los peatones, siguen caminando por inercia invadiendo peligrosamente la calzada; y el gran paso de peatones de la Red de San Luis, en el que los viandantes que quieren cruzar paralizan el flujo de peatones que va por el espacio ganado al asfalto. Todo ello, eso sí, enmarcado en la normalidad con la que los madrileños se han adaptado a esta polémica medida de Ahora Madrid. «Es lo que tiene la capital, que se transforma con una facilidad pasmosa. Es grande hasta para eso», comentaba ayer a ABC, uno de los loteros que tienen instalados su puesto temporal para la campaña de Navidad en Callao. «Hoy si que se nota alegría en la calle, a pesar del frío», destacaba en referencia a las pingües ventas.

La nueva Gran Vía también deja escenas curiosas. Las 700 vallas de hormigón que delimitan los 5.400 metros cuadrados de nueva zona peatonal se han convertido en un improvisado banco en el que sentarse. Otros se suben peligrosamente a las barandillas metálicas para sacarse un «selfie» con la iluminación navideña como telón de fondo. El sistema de seguridad incomoda a algunos taxistas que se quejan de que solo pueden descargar y recoger a clientes en los cruces y en algunos puntos en los que las barreras rompen su continuidad. «Si vamos a un hotel, no podemos dejar a los clientes en la puerta como antes. Y la carga y descarga de maletas se hace en plena calzada. Eso no está bien pensado», destaca Julio.

Los taxistas se ven obligados a recoger a los clientes en los cruces MAYA BALANYÀ

La Policía Municipal puso en marcha, una hora antes que el viernes, el control de accesos en las calles Preciados y Carmen para forzar el sentido único . «Me parece una propuesta bastante acertada. Puede suponer alguna molestia puntual, pero creo que nos acostumbraremos. Además siempre existe la posibilidad de cambiar de sentido en las calles perpendiculares que cruzan (Rompelanzas y Galdo)», opina Rosa, dependienta de una tienda de moda de Preciados.

Efecto disuasorio

Como ocurrió el viernes, el gran ausente fue el vehículo privado . Los parkings públicos del centro dejaban una rara escena para un sábado por la noche: plantas enteras con la práctica totalidad de sus plazas sin ocupar. «Es inaudito para un fin de semana de época navideña», se lamentaba el vigilante de uno de ellos, preocupado por si esta iniciativa pone en riesgo sus puestos de trabajo.

La falta de tráfico privado en la Gran Vía –filtrado desde la plaza de la Independencia, provocando pequeñas retenciones– tiene otra peligrosa consecuencia. Los conductores que la atraviesan rebasan muy por encima el límite de 30 km/h en la bajada entre la Red de San Luis y la calle de Alcalá.

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