El portero mayor y el adjunto del Congreso de los Diputados
El portero mayor y el adjunto del Congreso de los Diputados - ÁNGEL DE ANTONIO

«No moriréis, pero no utilicéis el teléfono»: los ujieres del Congreso recuerdan la noche del 23-F

ABC rescata de su hemeroteca una entrevista inédita sobre lo ocurrido durante el intento de golpe de Estado

Madrid Actualizado: Guardar
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La hemeroteca de ABC está plagada de crónicas y testimonios que reconstruyen, desde diferentes perspectivas, lo vivido en el golpe de Estado fallido del 23 de febrero de 1981. Una de ellas, publicada en 2014, narra aquellas horas críticas desde la óptica de los ujieres del Congreso. José María Mayoral Pérez y Luis Alfonso González Rodrigo explicaron a la periodista María Isabel Serrano cómo vivieron el 23-F. El primero de ellos sí estuvo presente; su compañero, en cambio, acababa de terminar su turno cuando los militares entraron a la fuerza en el hemiciclo. «Nada más ver entrar a los guardias civiles me olí que era un golpe de Estado», aseguró José María en la entrevista, que reveló un episodio inédito hasta la fecha.

Así vivieron los ujieres del Congreso el 23-F, por M. I. Serrano:

Ambos llevan una especie de temple parlamentario en la sangre. «Todo lo bueno se pega», dicen con cierta guasa. Les gusta su trabajo en la Cámara baja y se conocen al dedillo el palacio de la Carrera de San Jerónimo. Hablan sin parar de «aquel día» como si hubiera pasado anteayer y sin darse cuenta de que, con sus relatos, escriben también parte de la historia reciente de este país.

«Pensando en mis hijos se me hiela la sangre. Al principio me temí lo peor»
Luis Alfonso González , ujier del Congreso

«A mí nunca me han hecho una entrevista. Es la primera», nos asegura José María, nacido en Villanueva del Campillo (Ávila), hace 56 años. Y promete que nos va a contar varias anécdotas que nadie sabe. Inéditas. El muy cuco se las guarda para el final. Luis Alfonso, con 66 años recién cumplidos, procede de Villargordo (Jaén). Está casado y tiene dos hijos. Pensando precisamente en ellos aquel día confiesa que se le hiela la sangre. «Aunque viví el 23-F en casa, sufrí muchísimo. Por mis compañeros y por lo que suponía en sí. Porque si al principio me quedé bloqueado y temí lo peor. Y le dije a mi mujer: ¡Otra vez no!».

«Yo venía -señala Luis Alfonso-, del ramo del metal. Empezábamos a dejar atrás un régimen sin libertades, especialmente la de expresión. No podías rechistar ni manifestarte. ¡Y cómo se negociaban aquellos convenios colectivos! ¡Pero si estrenábamos la democracia...! Fue un alivio ver al Rey en la tele, un verdadero alivio».

TEODORO NARANJO
TEODORO NARANJO

José María rebosa cordialidad. Y aguante. Aquel 23-F de 1981 él estaba en su puesto casi habitual: el control de periodistas. «¡Por eso conocía a casi todos!», sonríe. «Eran poco más de las seis de la tarde. Investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno», recuerda. El hemiciclo a reventar. Los diputados iban siendo llamados para votar con un somnífero soniquete. «Vi desfilar a los agentes. Los primeros, ni saludaron. Iban nerviosos, muy crispados. Entre los últimos, la verdad, algunos tenían cara de no saber qué pintaban allí. Se estaba llamando a los diputados a votar. Y al llegar a Núñez Encabo todo paró. El famoso grito, los tiros...»

«Todos quietos. Así nos querían al personal del Congreso. Veía a un guardia con bigote que mandaba mucho. Era Tejero»
José Maria Mayoral , ujier del Congreso

«Nos dijeron que estuviéramos tranquilos, que no íbamos a morir, pero que no utilizáramos ningún teléfono. Todos quietos. Así nos querían al personal del Congreso. Llegaron a decir que nos fuéramos a casa pero luego se dieron cuenta de que lo mismo alguien se indisponía y nos iban a necesitar. Yo veía a un guardia de cierto rango y con bigote que mandaba mucho. Era Tejero», señala José María.

«¿El peor momento? Los disparos. Sin duda. Los escuché, como todos, y no sabes qué ha pasado y si ha habido heridos o muertos... Tampoco nos dejaron poner la radio. Y ahí hay que reconocer hoy el maravilloso papel de los medios de comunicación. Chapeau. Dilo, dilo, por favor».

El poso que a Luis Alfonso y a José María les dejó el 23-F es, más bien, una lección. «Que el paso de una dictadura a una democracia lleva su tiempo pero merece la pena. ¡Y que Dios nos libre de salvapatrias con fusiles! Nunca más». Lo dicen los dos. Lo mejor, recuerdan, fue casi al final. A escondidas, un ujier le pasó un periódico del día 24, calentito, al diputado de UCD Modesto Fraile. En portada: «Fracasa el golpe de Estado».

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