La actriz Ava Gardner
La actriz Ava Gardner - ABC
CURIOSIDADES DE MADRID

No dejar dormir al general Perón o recibir visitas desnuda: la alocada vida de Ava Gardner en Madrid

La actriz, que vivió casi quince años en la capital, llegó a desquiciar a algunos de sus vecinos en su casa de El Viso

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Ava Gardner vivió en Madrid casi quince años, desde 1954 hasta 1968. En ese tiempo, la actriz ocupó tres casas, una a las afueras y otras dos en la capital. La primera fue un chalet en La Moraleja; las sucesivas, dos pisos en El Viso: uno en la calle Oquendo y otro, posterior, en doctor Arce. Y es precisamente la última de estas residencias a la que se refiere este texto, pues su paso por aquella escalera no dejó indiferente a ninguno de sus vecinos. Dormida la ciudad, allí continuó sus afamadas fiestas, sinónimo de desenfreno y siempre con la sensación de estar inacabadas en tiempo y forma.

Fue en 1961 cuando Gardner, según las crónicas, compartió dirección con personajes como Juan Domingo Perón, expresidente de Argentina, o Blas Piñar, líder derechista en la Transición.

Especialmente el primero representó el desencanto generalizado de los vecinos por el ruido constante que «el animal más bello del mundo» (como se la apodó) levantaba cada noche en el edificio. Las consecuencias de su hábito de beberse la ciudad, que no exagera ni un ápice su vida en Madrid, no casó con la idiosincrasia de la comunidad, caracterizada por un ambiente discreto y silencioso, como en todo el barrio. Afincado en Madrid junto a su segunda mujer (Evita ya había fallecido), las llamadas de Perón a la Guardia Civil eran una constante; su sueño no era compatible con el ritmo frenético y etílico de la artista.

La hostilidad entre ambos alcanzó un grado notable, tanto que el militar argentino terminó mudándose a la urbanización Puerta de Hierro antes de regresar a su país. Según la extensa leyenda que gira en torno a Ava Gardner, irreverente y provocativa, la norteamericana lo llamaba «marica» cuando este le recriminaba su conducta.

Episodio con Blas Piñar

El segundo episodio que más se ha contado sobre el paso de Gardner por el número 11 de doctor Arce es el que protagonizó junto a Blas Piñar, aunque no existen pruebas concluyentes de que ocurriera como se narra, pues la historia tiene dos versiones. El caso es que el líder de la derecha española en la Transición, entonces director del Instituto de Cultura Hispánica, firmó un artículo en ABC en el que criticaba duramente los métodos norteamericanos. El título, «Hipócritas», bastaba para hacerse una idea. Así, se cree que el contenido del escrito remite a un encontronazo que tuvo con la actriz, natural de Carolina del Norte.

En ese sentido, lo único que se tiene más o menos claro es que Piñar llamó a la puerta de Gardner. A partir de aquí, hay varias interpretaciones. La primera es que el político, notario de profesión, acudió al domicilio de la artista para entregarle un requirimiento notarial; la otra, quizá más contextualizada, que se acercó con el mismo propósito que Perón, harto de los ruidos. Sea cual fuera el motivo, el caso es que el desenlace también acoge dos reflexiones. Una, acaso menos literaria, es que los guardaespaldas le cerraron la puerta en la cara tras un movido intercambio de pareceres. Otra, más apropiada para la figura del personaje femenino, alimento a su vez del mito descarado de Gardner, es que lo recibió desnuda y notablemente borracha, y que lo expulsó entre improperios.

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