«La manada de Villalba»: los okupas violadores sembraban el temor entre los vecinos

Sus amenazas, broncas escándalos, trapicheos varios y altercados les hicieron «famosos» en el municipio serrano

Sentencia La Manada, condenados a 15 años por violación

La sentencia de La Manada en directo

El chalé donde abusaron de la víctima tres de los miembros de la «manada» Fotos: Isabel Permuy

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«Son conocidos en todo el pueblo. Y eso que son jovencísimos. Incluso entre los ‘suyos’ les tienen muchas ganas. No les pueden ni ver. Ve y pregunta en su barrio, por ahí, por la calle de las Amapolas». Eso dicen varios hombres acerca de los cuatro okupas que violaron por turnos a una mujer con un 65% de discapacidad intelectual el pasado 4 de agosto. La tuvieron retenida nueve horas. A saber cuál habría sido el final de la infortunada si no logra zafarse del último atacante que se ofreció a «liberarla» de su encierro para agredirla sexualmente en un descampado.

Se les ha bautizado como «La manada de Collado Villalba» por aprovecharse de una persona que tiene una edad mental de 12 años de manera cruel y despiadada . Algo similar hicieron los cinco sevillanos que dieron origen a ese apelativo en los Sanfermines de Pamplona en 2016 con una joven de 18 años a la que agredieron sexualmente en grupo y grabaron en vídeo.

Esos vecinos aluden a los tres españoles de etnia gitana, especialmente, a los dos hermanos Alberto y Carlos David G. L., de 18 y 20 años. «Sus broncas, amenazas, altercados y trapicheos les han hecho famosos también entre las Fuerzas de Seguridad. Creo recordar que uno de ellos ha estado detenido varias veces por robar». Así lo indican estos villalbinos en el centro del municipio. En un primer momento ninguno quería hablar públicamente, pero basta con asegurarles que mantendremos el anonimato para que, discretamente, empiecen a hacerlo.

Algunos de nuestros interlocutores dicen conocer también a Iván Z. S., de 21 años, el tercero que se ofreció a ayudar a la mujer de 33 años a caminar por la calle cuando la encontraron sobre las once de la noche del sábado 4 de agosto. Le dijeron como excusa que era para que «no tropezara y cayera al suelo» ya que la calzada estaba levantada por obras. Era una burda trampa en la que la pobre mujer, debido a su especial vulnerabilidad, cayó.

«Muchos clientes»

De quien no saben nada es del magrebí, el mayor del grupo, Abdelhack E. H., de 32 años, con antecedentes por violencia de género y delitos contra el patrimonio, según fuentes de la investigación. «Si le viésemos, seguro que te podríamos decir», explican. Ese fue el que la engañó y le dijo que la iba a ayudar a escapar. Lo que hizo fue abusar de ella en un descampado.

La mujer pidió ayuda en la gasolinera del polígono

A decir de los villalbinos, en esa casa abandonada desde hace cinco años, situada en la calle de Nicolasa Fernández, un «pedazo de chalé propiedad del banco» -asegura un joven-, hay un montón de gente. «Hay de todo, payos, gitanos, magrebíes... Para colmo trafican con drogas, por lo que el ir y venir de la clientela es constante», se quejan. De los hermanos solo tienen descalificativos . «¡Menudas piezas! Son gentuza. Tenían atemorizados a todo el vecindario. Y ojito con decirles algo, que encima, se ponían chulos. A un señor que les recriminó el ruido que hacían en la casa okupa le sacaron un arma de fuego. Creo que fue uno de ellos. Así se las gastan los de esa casa».

La usurpación de la vivienda está denunciada por la propiedad, pero hasta que no haya sentencia no puede realizarse el alzamiento, precisan. «Mientras, destrozan, hacen fogatas y todo el daño que pueden», aclaran.

Otras fuentes explicaron que los primeros usurpadores de la vivienda fueron una mafia de etnia gitana que se dedicaba a alquilar y cobrar por cada habitación del enorme chalé, de varias plantas. Lo mismo hacían con otras casas de Villalba. Ahora estaban los hermanos e Iván. «No sabemos si son de la misma familia y siguen con ese sistema o no», precisan.

Residentes en las inmediaciones de Nicolasa Fernández aseguran que los peligrosos hermanos tienen otros dos pisos en el pueblo y que utilizan la casa okupa para «correrse sus juergas y hacer de las suyas los fines de semana». El chalé está junto al CEIP Rosa Chacel y es una mezcla de edificaciones. «Lo único que les faltaba a toda esa panda era violar a una pobre mujer», exclaman. Ella estaba siendo atendida por los Servicios Sociales municipales debido a su situación de vulnerabilidad. Ahora recibe también atención psicológica . «Ojalá se pudran todos en la cárcel», sentencian.

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