El Langui: «Cuando me planté ante el autobús, unos me animaban y otros me decían ‘aparta de aquí, famoso de mierda’»

El artista más popular de Pan Bendito apoya con su nueva canción los valores de los deportistas paralímpicos al tiempo que recuerda su acto reivindicativo

MADRID Actualizado: Guardar
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Cuando ves la injusticia ante tus ojos, pierdes el miedo para siempre. Juan Manuel Montilla «El Langui» parece haber perdido el miedo hace mucho tiempo. No le importó enfrentarse a las compañías discográficas cuando todo el negocio musical estaba controlado por ellas. Ni reivindicar con humor las dificultades de las personas con movilidad reducida al tener que subir una larga escalinata para recoger el premio Goya que recibió en 2009. Tampoco le importó exponerse mediáticamente y bloquear un autobús para denunciar que muchas personas tienen cercenado el derecho de accesibilidad. Esfuerzo, talento y actitud son palabras que han marcado la vida y la trayectoria del artista más universal del barrio madrileño de Pan Bendito.

Esfuerzo, talento y actitud. Tres adjetivos con los que «El Langui» define a los deportistas paralímpicos en la canción «Se salen», un tema que está presentando ahora y con el que pretende dar visibilidad y generar apoyos a estos deportistas.

¿Qué piensa cuando le eligen como cara visible para dar voz a los deportistas paralímpicos?

Pienso en estar a la altura del proyecto. En tener en cuenta los valores y actitudes de los deportistas paralímpicos y hacer que la canción lo transmita. Eso es lo más difícil. Lo fácil es ponerte en su pellejo, en ser visceral para exaltar a la gente.

Y para que se conviertan en ejemplo a seguir…

En esta sociedad nos hace falta tener buenos referentes. Los deportistas paralímpicos lo son, no el lastre de «Mujeres, Hombres y Viceversa». A los jóvenes de ahora se lo hemos dado todo hecho, les hemos llevado a la decadencia, a esa cosa de conseguir todo fácil, sin esfuerzo, por la cara bonita.

No todo el mundo lo ha tenido tan fácil.

Hay gente a la que le ha tocado la china de que su día a día va a ser una 'jodienda', que van a tener que buscar mil formas para mejorar su vida… Personas para las que ponerse un calcetín es un mundo. Un mundo de media hora. Y ducharse más todavía... Y encima luego salir con buena cara y decir: 'Me como el mundo'. Hay que aprender de la fuerza, las ganas y los valores que le echan al día a día.

¿Por eso en su vida siempre se ha mojado, para intentar ayudar a gente que no lo ha tenido fácil?

Lo intento porque lo veo cercano. Si no es en mi, es en gente que me rodea. Hay que ser comprometido. Conozco historias que me conmueven y trato de colaborar. Y yo lo intento, ya sea reivindicando en un medio de comunicación o con activismo…

Como lo que hizo con los autobuses.

Eso es. Parando autobuses hasta que encontraran una solución a una problemática. Que yo, en cierto modo, dispongo y puedo tirar de coche, taxi… Pero hay gente para la que esto es inviable, que le está suponiendo una ruina porque no pueden ir a trabajar o ir de la periferia al centro de la ciudad. Y eso es una ruina cuando hay una derecho universal como es el de acceso a las personas con movilidad reducida.

¿Cómo ha seguido el asunto tras el acuerdo con la Comunidad de Madrid?

Estamos encabezando un movimiento que es imprescindible. En Change.org estamos a punto de conseguir el millón de firmas para pedir una accesibilidad digna. Es lo que pedimos. Viendo la respuesta y lo que hemos logrado con los interurbanos en la Comunidad de Madrid, queremos trasladarlo al resto de España. Es mejor unirse, la unión hace la fuerza.

¿Cuál ha sido la respuesta de la gente?

Hemos demostrado que si se consiguen cosas es porque la gente se levanta y actúa. Depende de cómo sea la gente ahora de solidaria en el mañana las minorías tendrán un hueco y podremos salir arriba a coger un poco de aire, para no asfixiarnos. La única posibilidad que tienen esas minorías ahora de conseguir un derecho es poniéndose 'delante de', 'amarrarse a'… Haciendo ruido en definitiva. Para que esto no pase las mayorías deben ser solidarias.

¿Cómo se comportaron esas mayorías cuando decidió parar el autobús que debía llevarle?

Hay gente que te animaba y te decía: «Estoy a muerte contigo». Y otros que te decían: «Aparta de aquí, famoso de mierda y cógete un taxi que yo llego tarde a currar». Se lo dicen a un famoso al que quizá el día antes le pedían una foto porque eras un crack, pero en el momento en el que le jodes, te dicen «aparta de aquí». Son insolidarios porque no ven lo que representaba.

Esto me recuerda a su discurso en los Goya de 2009: «Gracias a mis padres por haberme hecho más fuerte, por haberme puesto la leche y el Nesquik más arriba para que me esforzara más». Fue un discurso de todo menos compasivo, de animar a luchar. ¿Es lo mismo que trata de hacer ahora con la canción para los paralímpicos y también con estos actos de protesta?

Los deportistas paralímpicos, que son referentes, llevan a jóvenes y mayores a tener un compromiso de vida. No a decir: «Mira el pobrecito, mira cómo sale adelante». Eso no. Hay que decir: «Mira esa persona, cómo se le ha presentado la vida, ya sea nacimiento o accidente, y cómo está levantándose, sacando una sonrisa, esforzándose, haciendo ejercicio, queriendo ser mejor persona…» Inculcando algo positivo para que la gente se pregunte: «¿Qué estoy haciendo yo con mi vida?» Pues ahora me levanto, me pongo las pilas, empiezo a crear mejores oportunidades, a ser mejor persona. Y esos valores que nos dan los paralímpicos inculcarlos a nuestros hijos y a la gente cercana para que esta sociedad no se convierta en lo que se está convirtiendo.

¿Es bueno el trato de los medios con estos referentes?

Soy muy crítico. Llevo 15 años en la industria y los medios son como son. Sí que muchos tienen un compromiso y muchas veces son los medios los que logran que se alcance el último paso. Pero si de repente tienes una persona que día tras día trata de coger el 'bus' y no hay rampa, se le niega el derecho, se le trata como una basura... Y es una jodienda. En cierto modo la prensa tiene a Cristiano Ronaldo dando dos titulares, y la prensa va ahí, no a donde está una pobre mujer intentando coger un autobús para ir a trabajar, y que no puede, y esa mujer tiene que sacar adelante a sus niños pero no le dejan ir a trabajar. Y esa señora, mucha de esta gente, no está pidiendo subvenciones, está pidiendo una rampa para poder ir a trabajar.

Pero y los medios...

Los medios de comunicación tienen ese compromiso; hay muchos periodistas con ese compromiso, que se juegan su profesión por estar al pie del cañón. Y no periodistas televisivos, las caras visibles. Hay fotógrafos que se juegan la vida para que no solo haya fotos del famoso que sale de la discoteca. El fotógrafo que hace la foto de los sirios huyendo de la guerra, por ejemplo.

No olvidemos su faceta musical. Sacó el disco «Hola» hace unos meses. ¿Cómo ve la situación musical ahora mismo?

La música la controlan las multinacionales, que son las que mandan. Esta es la lacra de la música que tenemos. Ellos manejan los hilos, tienen comprado los espacios, forman parte de la SGAE. Hacen y reparten como quieren. Ellos mismo cortan el pescado y se lo reparten sólo entre ellos. Si pasas por el aro y te dejas sablear, bien, si no te expulsan.

Así lo denuncia en el tema «Cliente muerto», en el que colabora con Andrés Calamaro.

Las multinacionales asfixian al comprador. En el tema con Calamaro decimos: «No mates al cliente que te paga, porque cliente muerto no paga».

¿Y los usuarios?

Esa es la otra parte: cómo está acostumbrada la sociedad. La gente dice: «Para que me voy a pagar una canción de El Langui o de Alejandro Sanz si la tengo gratis». Y todo es porque no ven el camino que hay detrás, lo que ha recorrido esa canción hasta producirte esos sentimientos. Porque la música es producir sentimientos, levantar ánimos. No ven el trabajo detrás, lo que se ha gastado el artista en músicos, horas de estudio, tiempo de crearla, de mezclar, de masterizar… Si me lo descargo, esa persona no va a poder seguir haciendo canciones. En ese sentido, la sociedad debe sentirse culpable y preocuparse de cuidar la música. La gente no le dice a un fontanero que no le paga después de hacerle un trabajo.

Además de con Calamaro, tienes una colaboración muy especial. ¿Cómo fue la experiencia de cantar con tu hijo?

Muy natural ya que tengo el estudio de grabación en casa. Hugo, cuando tenía tres años (ahora tiene nueve), vino un día del parque y le dije: «venga, vamos a pasar una tarde mágica». Y empezamos a probar sin boli y sin papel. Empezamos a soltar frases, a acoplarnos al ritmo...

La canción ha funcionado muy bien.

A Hugo se lo digo: «no sabes lo que hemos conseguido». La gente que lo escucha, el gremio del rap, a todos les ha producido algo especial. Logramos una mezcla de valores, de la nueva generación, la vieja, el rap como bandera, la cultura en general. Y algo que es la unión de un padre y un hijo, que no deja indiferente a nadie y que ha hecho que la canción sea algo excepcional.

Hablando de nuevas generaciones, ¿qué te parecen los nuevos géneros como el Trap, o valores nuevos como PXXR GVNG?

No me gusta. Lo respeto pero no me gusta. No me gustan los 'flows'. Soy muy especialito para la música; escucho todo tipo pero me gusta el caviar. Entonces el trap no me gusta, no me gusta su flow, lo respeto, respeto los grupos emergentes, como yo en su día que tenía toda la ilusión. Y que hacen algo sano, que es música… Más allá del contenido de cada letra, pero no están matando a nadie. Hacen música y expresan sus sentimientos.

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