Juguetes solidarios en los parques de Chamartín

Los niños de Prosperidad disfrutan de una iniciativa vecinal que gana adeptos: «Aprender a compartir desde pequeños»

Parque de Clara del Rey, en el que se aprecia el cubo con los juguetes solidarios ERNESTO AGUDO
Aitor Santos Moya

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En el arenero del parque del Banco, en Prosperidad, raro es el niño que no tiene juguete. Unos eligen las palas y cubos de playa; otros, agarran los muñecos o cochecitos ; y los más tranquilos optan por pasar un buen rato junto a los cuentos infantiles . «Cada día aparecen cosas nuevas», advierte una vecina, antes de perderse calle arriba. Son los «juguetes comunitarios», una iniciativa anónima y desinteresada que ha calado hondo en la barriada. Las normas son sencillas: todo es de todos y nada es de nadie. Cualquier niño puede depositar un objeto, con el único «requisito» de que no esté roto y la posibilidad, además, de marcar la donación por medio de un rotulador. Un barreño negro hace las veces de bolsillo de Doraemon, pero en versión infantil.

«Es una idea estupenda», resume Milagros, con la mirada puesta en su nieto. De la noche a la mañana, alguien colocó el recipiente y prendió la mecha de la nueva zona recreativa. «Apareció allá por el mes de marzo atado con una cadena y un mosquetón», comenta Juan , el barrendero del enclave . Aunque los amarres apenas duraron una noche, la cadena solidaria aguantó hasta el punto de extenderse a otros columpios de la zona. «Se lo comenté a los padres de otro parque cercano y pusieron un cajón forrado, también con el lema de ‘juguetes solidarios’», prosigue el trabajador municipal y la persona encargada de retirar los cachivaches en mal estado: «Lo único que pido es que los dejen recogidos».

El espíritu comunitario y el hecho de que los padres no tengan que ir cargados son las dos principales virtudes del proyecto. «Los niños aprenden a compartir y a respetar todos los juguetes, no solo los suyos», cuenta Alicia, encantada de que su hija y el resto de pequeños puedan disfrutar en armonía. Un par de carritos de bebé de juguete ponen la guinda a un área de Madrid que se suma al movimiento «Social Toy» , implantado en Barcelona seis años atrás y extendido a otros rincones del mundo como el parque Dönberg, en Alemania, o el Jardín Público de Amparo, en Brasil.

Agradecidos por la acción

Sentado en un borde del arenero, Einar sonríe mientras hace caminar a su peluche. «Es muy bonito todo esto», incide su abuelo Wilson, un uruguayo, afincado en Chamartín, que destaca las bondades de un vecindario acostumbrado a estrechar lazos para salir adelante: «Sin ir más lejos, los comercios pequeños se ayudan entre sí; este barrio es muy fuerte socialmente». Pese a que nadie sabe quién está detrás del cubo negro, los usuarios del parque del Banco se muestran muy agradecidos por la acción. «Desde que lo pusieron, hemos traído algunas palas», relata Laura, justo detrás de su nieto Marco.

Lo cierto es que mientras una decena larga de jovenzuelos se divierte en su flamante «juguetería» («prefieren mirar a ver que encuentran, que usar los suyos»), los residentes de la zona presumen con orgullo del civismo que rodea a la propuesta: «Aparecen y desaparecen muñecos, pero lo más importante es que cada noche cualquiera los podría robar o destrozar y no lo hace». Cada mañana amanecen igual, a la espera de que sus «dueños» vuelvan a sacarlos del cesto. Porque si algo tienen claro en Prosperidad es que con los sueños de los niños no se juega.

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