El joven ahogado en Navacerrada no sabía nadar y se hundió por un desnivel

La víctima estaba con otros cuatro amigos, carentes también de aptitudes para el baño

El embalse de Navacerrada, al noroeste de la región EFE

A. S. Moya

Ni el joven de 23 años que murió ahogado en el embalse de Navacerrada ni los cuatro amigos con los que se encontraba sabían nadar. Ello impidió al grupo cualquier posibilidad de socorro, después de que el fallecido se adentrara en el agua andando y cayera por un desnivel de apenas dos metros. El fatal suceso tuvo lugar cerca de las 23.45 horas del pasado sábado, en una noche cerrada y con nubes que teñían de oscuridad todo el entorno. Sus compañeros dejaron de verlo y rápidamente dieron la voz de alarma. En apenas cinco minutos, una dotación del Grupo Especial de Rescate en Altura del Cuerpo de Bomberos (GERA) de la Comunidad de Madrid se personó en el lugar y rescató al varón a tres metros de la orilla. Este se encontraba en parada cardiorrespiratoria, por lo que iniciaron las labores de reanimación, que posteriormente continuaron durante una hora los facultativos del Summa 112 desplazados. Pero fue en vano.

Cabe recordar que los peligros en embalses y pantanos se acentúan por diversos motivos. A los cambios bruscos de profundidad se suma el hecho de que los fondos suelen estar muy embarrados, con fangos, piedras, raíces y otros restos enterrados, lo que eleva el riesgo de quedar atrapados . Además, a la hora de bañarse siempre hay que hacerlo en aguas que estén señalizadas, permitidas y preparadas para ello, en las que sea factible apreciar el suelo, algo muy complicado en grandes masas de agua dulce.

Horas después de registrarse el último fallecimiento, el Summa112 publicaba ayer varios consejos para evitar que se produzcan ahogamientos, como prestar mucha atención a los remolinos . Precisamente, en los pantanos y embalses no hay un flujo constante, produciéndose un fenómeno llamado estratificación. La superficie del agua está sometida a un mayor cambio de temperatura mientras que la del fondo está más fría. Así, si la temperatura del aire baja y el agua superficial pasa a estar más fría que la del propio fondo, se producirá un movimiento de autorregulación, posibilitando la aparición de fuertes corrientes.

Los servicios de emergencias precisan también que lo más importante en el caso de no saber nadar es no acercarse a las zonas acuáticas ni ponerse en riesgo. Para las excursiones a los embalses, el Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid recomienda que se lleven a cabo en espacios permitidos para el baño recordando que el único embalse apto en la región es el del Pantano de San Juan.

El calzado debe ser el adecuado para entrar en el agua, como sandalias plásticas para «evitar resbalones u objetos en el fondo que se desconoce». Y en cuanto al uso de flotadores, no hay que «dejarse llevar por las corrientes» ya que es un artículo para «protegerse y no para dejarse llevar por el agua». Es conveniente que el baño se produzca bajo la presencia de otra personas para hacer frente a cualquier eventualidad (calambres, tirones y mareos, entre otras) e imprescindible que los menores se encuentren siempre bajo vigilancia para evitar que se accedan a zonas desconocidas o donde el agua les cubra por encima de la cabeza. Los profesionales recuerdan que ante cualquier emergencia es fundamental llamar al 112 a la mayor brevedad posible.

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