La «isla nuclear» de Ciudad Universitaria, el proyecto para enterrar residuos radiactivos en Madrid

En octubre de 1999, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) anunció un ambicioso proyecto para desmantelar sus intalaciones obsoletas en la Ciudad Universitaria y, paralelamente, crear una «isla nuclear» en el mismo punto. La iniciativa, enmarcada dentro del Plan Integral de Mejora de las Instalaciones del Ciemat (Pimic), preveía el traslado de más de 600 toneladas de residuos radiactivos de media y baja actividad y el enterramiento de otras 15, de alta, en suelo madrileño.

El Ciemat, algo anticuado en la fecha, era la consecuencia del Centro Centro de Energía Nuclear Juan Vigón, del cual emanaron cerca de 80 litros de agua con residuos radiactivos hacia el Manzanares en noviembre de 1970, contaminando la ribera de este río, del Jarama y del Tajo hasta llegar a Lisboa.

Marcado por un enorme secretismo, este episodio fue considerado como uno de los accidentes nucleares más graves de España, pues ese agua regó numerosos cultivos que después fueron comercializados, sin que se tomaran medidas.

La idea del Pimic era construir un recinto convenientemente «localizado y acotado» dentro del recinto, por supuesto «con acceso restringido y controlado». El propósito no era reducir el espacio a un mero cementerio nuclear, sino también remodelar las instalaciones y concentrar allí todas las actividades relacionadas con esta materia. A pesar de las indicaciones, lo cierto es que el riesgo siempre estuvo presente en la sede del Ciemat. De hecho, según un informe que trataba el tema de los vertidos en el Manzanares, de 1994, se registraron niveles de radioactividad un millón de veces superior a lo tolerable en un año. No sólo eso: durante el desarrollo del proyecto se volvió a poner sobre la mesa el elevado número de diagnósticos de cáncer entre los trabajadores del centro.

Sea como fuere, la «isla nuclear» de la Ciudad Universitaria no llegó a ver la luz. Fue rechazado por el Ayuntamiento de Madrid en 2001 porque lo consideraba no solo insalubre, sino también protencialmente peligroso. Así, en contra de lo previsto inicialmente, se trasladaron a El Cabril (Córdoba) todos los residuos radiactivos de la antigua Junta de Energía Nuclear. En origen, se pensó enterrar allí únicamente las más de 600 toneladas, pero finalmente fue total.