Fachada principal de la iglesia de San Antonio de la Florida
Fachada principal de la iglesia de San Antonio de la Florida - MAYA BALANYA

Iglesias de MadridSan Antonio de la Florida: un oasis de devoción junto al río Manzanares

El templo, copia idéntica del que protege los frescos de Goya, celebra estos días la festividad de su patrón

MADRID Actualizado: Guardar
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Loa a San Antonio, el de Padua, el milagrero; honra y gloria a Francisco de Goya y Lucientes; y saludos al joven párroco, Juan Luis Rascón. Entre ellos anda el juego. Dos templos, uno para sepultura de quien está vivo en sus pinturas, y la parroquia que acompaña al vivo entre los que están muertos, espaldas al cementerio. El orden de los factores no altera el producto, continuidad en la historia. Dos en diálogo: la parroquia, altar para el culto y la devoción y el mausoleo del genial pintor, que, por cierto, tuvo un hermano sacerdote, Camilo, capellán de los Condes de Chinchón. San Antonio, siempre san Antonio.

La Florida es vergel de historia en un Madrid que se viste de maja y majo.

Primeros días de canícula a la sombra de lo lúdico. Una Florida Real, otrora territorio de la Familia y Casa Real para más datos, repleta de modistillas en romería. Honra al santo en el paseo de extramuros de la puerta de San Vicente, que dirían antiguas crónicas del municipio.

«Grande sois...»

Vino de Arganda, aguardiente y anís de Chinchón, limonada y clásico refresco de aloja, según nos cuenta Francisco Moreno Chicharro. Canciones de romería. Culto a San Antonio. «Grande sois, Antonio, y tanto/que parece el mismo Dios/ un niño cerca de vos,/Dios pequeño, y vos gran santo», que escribiera Lope de Vega. «Grande, sois, Antonio». Aún hoy, en su fiesta, el 13 de junio (el próximo lunes), se reparten 38.000 panecillos a quienes se acercan a este oasis de devoción. Dos también; uno, alimento del alma y del cuerpo; otro, el pan de los pobres es el pan de Dios.

La historia es una, pero el templo en honor del santo son dos. Y el genial don Francisco volvió al primigenio. La historia de la actual iglesia, hermana gemela de la que alberga los restos del pintor de la doméstica historia de España, reza así. El 12 de diciembre de 1925 se celebró en la Real Academia de San Fernando una sesión para abordar el estado de los frescos de San Antonio de la Florida. La impresión general era desconsoladora. Después de un largo debate, en el que intervinieron, entre otros, el Conde de Romanones, Mariano Benlliure, Luis Menéndez Pidal y Juan Moya, decisión unánime: una entrevista con el cultísimo obispo de la diócesis, señor Eijo y Garay, para rogarle permita construir un nuevo templo, hermano gemelo, y así poder preservar las pinturas. La actitud del prelado fue, desde los primeros momentos, «digna de los mayores encomios y del agradecimiento de los amigos del arte». La Academia sugirió al Ayuntamiento la cesión de un terreno anejo de 421 metros cuadrados. Lo planos y la ejecución fueron encomendados al arquitecto mayor de Palacio y Sitios Reales, Juan Moya Idígoras, según el modelo del templo primigenio obra del arquitecto Felipe Fontana.

Bajo la mirada del pintor

Y ahí tienen su asiento, bajo la atenta mirada del astuto pintor, los libros de la vida, que son los sacramentos. El párroco lo es también elevado al cuadrado, es decir, de las Parroquias de San Antonio de la Florida y de San Pío X, allende el río, a la espalda de la tortuosa M-30. Tiene este sacerdote las ideas claras y un lenguaje nuevo y un método nuevo. Está auxiliado por un vicario parroquial, José María Martín, y por dos adscritos, el juez del Tribunal de la Rota matritense, Pedro Marco, y el profesor de filosofía de la Universidad San Dámaso, David Torrijos. En el templo par le ayuda el sacerdote Héctor Vázquez.

Nuevo lenguaje y nuevos métodos. Me cuenta el sacerdote que en este barrio residencial, con una media de 50 bodas al año y 80 bautizos, su obsesión, santa osadía, es el amor primero. La vida de la Iglesia es un contraste. No valen ya la historia, ni el catolicismo sociológico. Ausente una franja de edad, la de los matrimonios jóvenes que se alejan de la Iglesia por el trabajo, los hijos y quizá una moral mal predicada y escuchada. Un dato significativo de medias algo más que aritméticas: de cada cien niños en edad de primera comunión, que viven en la zona, solo cuarenta asisten a catequesis. El resto, ni sabe ni contesta. A nuestro joven párroco de nuevos lenguajes y nuevos métodos esta situación le interpela.

Método Alpha

Oración 24/7, así se publicita, en vísperas del patrón, capilla aneja al templo, digna, muy digna, con aires de salón de lectura postmoderno. O el «Worship ninght», noche de alabanza que engancha a un grupo no pequeño de jóvenes. Hechos, no palabras. Ya no viene la gente a la Iglesia a escuchar discursos, sino a confrontar su vida con las preguntas básicas de la existencia. De ahí que la apuesta de Juan Luis Rascón tiene un nombre: el método Alpha. Quizá porque la parroquia también es el Alfa y Omega de la fe.

Por primera vez oigo hablar de método Alpha. El discurso de este método ha congregado ya a más de doscientas personas. Y es tan sencillo como una cena inicial acompañada de coloquio. Ahí se produce el milagro de la pregunta y de la respuesta. El método es método y el Espíritu se cuela por el método. Y la vida cambia, no siempre todo es lo mismo. Una nueva iniciativa para matrimonios, porque la alianza se desgasta con el roce del tiempo. «Saborear la vida juntos» es el nombre de esta propuesta para aquellas parejas que quieren compartir quizá lo que ya dispensaron.

El pan de los pobres

La Parroquia de San Antonio de la Floria es también el pan de los pobres. En la Caritas parroquial se habla de una media de 50.000 euros al año para atención de los que tienen necesidades. Las Trinitarias de vida activa, con su mercado solidario. El sueño del párroco es la otra cara de la moneda del Albergue de San Isidro, de propiedad municipal, cuya gestión está encomendada a las Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl.

En el Asilo duermen cada noche unas trescientas personas; durante el día vagan por el barrio sin más norte que los tumbos de amargura. Juan Luis Rascón sueña con poder construir un centro de día para los albergados en San Isidro, y así hacer que su rumbo sea cierto, nueva oportunidad. En esto también está San Antonio. Nuestro querido santo, del que la castiza copla cantaba: «Si en numero y calidad/ vuestros milagro igualan/ a los que más se señalan/ en grandeza y novedad;/ como podéis, amparad a los pobres pecadores/ Paduano celebrado/ remediad nuestros dolores».

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