Patio del Hospital de Mujeres Incurables
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El hospital de mujeres incurables en Madrid

Había 110 camas, ubicadas en seis salas diferentes en las que dormían los pacientes según su tipo de enfermedad

Madrid Actualizado: Guardar
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El hospital de Jesús Nazareno en Madrid era realmente una residencia de ancianas. Aunque cambió varias veces de ubicación, los traslados se acotaron a las calles cercanas al cuartel de Conde Duque, en el centro de la capital. Apareció a principios del siglo XIX y tras dos traslados se quedó en una parcela de la calle Amaniel que albergaba un caserón donado por Fernando VII. Según la página somosmalasana.com el hospital fue impulsado por la condesa viuda de Lerena, y mas que un hospital, era un asilo sustentado por las instituciones de beneficencia privada que también atendían otros lugares que daban cobijo a gente necesitada, sobre todo a ancianos de avanzada edad.

Las mujeres que atendían el lugar recibían el nombre de «Damas Tutoras» y eran las encargadas de restringir la entrada de mujeres que estuvieran sufriendo enfermedades infecciosas o estuvieran castigadas por la Inquisición.

Además estas mujeres ejercían de limosneras y actuaban bajo la tutela de un director espiritual. El lugar estaba destinado a la atención de mujeres ancianas con enfermedades sin solución médica conocida y carentes de medios económicos como para mantenerse por si solas. Realmente era un asilo y es curioso como en los documentos encontrados, las casillas de las anotaciones destinadas a registrar a las pacientes curadas está completamente vacío porque simplemente no se curaba ninguna.

Sin embargo, el apartado de defunciones si contaba con varios nombres apuntados, unos cuarenta anuales. La admisión de enfermos «incurables» también hacía referencia a las enfermedades mentales. Había 110 camas, ubicadas en seis salas diferentes en las que dormían los pacientes según su tipo de enfermedad. La rentabilidad del lugar era altamente discutible, según los datos aportados por Alfonso Martínez en la página fotomadrid.com, los reales de gasto ascendían a 246.628 y los ingresos llegaban a los 89.965, estos procedentes de las hospitalizadas de pago. El lugar contaba con un patio de corrala central que estaba decorado con diferentes plantas que formaban un «excelente jardín». El edificio fue derribado en los años 70 para hacer casas de ladrillo.

En un artículo escrito por A. Ramirez Tome en ABC el 27 de julio de 1929 describía el lugar como «Un paraje de calma y quietud en el que un grupo de viejecitas hacen labor, otras pasean, otras escuchan la radio, otras dormitan...»

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