La guerra contra el francés en San Lorenzo de El Escorial

El Real Sitio de San Lorenzo ya conocía a los soldados franceses como extraños aliados, antes de estallar la guerra. Unos aliados que tomaron el monasterio como si fuera una vulgar fonda con posada, y a la población local, como si fueran sirvientes. Estamos a finales de marzo de 1808. La tensión era insostenible. Camino hacia el exilio, Fernando VII dormiría en el palacio que le vio nacer: el que fuera obra del gran Felipe II. Era el 21 de abril. Poco menos que un mes más tarde, la revuelta estalla en Madrid. El 4 de mayo, el general francés al mando de la plaza conmina al desarme de los habitantes del Real Sitio. Se expulsará a los padres jerónimos del monasterio.

Pero van a llegar noticias desde Jaén. En Bailén las tropas francesas son derrotadas. Los invasores abandonan la localidad, lo que permitirá al gobernador local hacer leva en septiembre, siguiendo orden del Consejo Supremo de Castilla. El 18 de septiembre se proclama rey a Fernando VII. Pero las tornas cambian. Por Somosierra las tropas del emperador vuelven victoriosas hacia Madrid. Y en el camino llegarán de nuevo para saquear El Escorial, San Lorenzo y su monasterio. Los edificios más emblemáticos fueron usados como albergues para la tropa, como el Real Coliseo de Carlos III. La casa palacio del Duque de Alba, como hospital de campaña. El pillaje es extremo. Los daños, incalculables. Libros de la biblioteca sanlorentina, obras de arte… Fusilamientos.

Habrá que esperar a la victoria en Los Arapiles de las tropas anglo-hispano-portuguesas, en 1812. Eso hará huir a José Bonaparte , con valiosas obras del Real Sitio. Los soldados aliados lograrán entrar para liberar la localidad serrana. El general inglés William Wheatley fallecerá de varias heridas, y será enterrado en el Jardín de los Frailes. El 9 de septiembre el duque de Wellington llegará, queriendo conocer el monasterio y, según se dice, orar en el Panteón de Reyes. Aún quedaría una contraofensiva francesa, hasta que Madrid cayera definitivamente, y los franceses marcharan dejando una estela de devastación aún mayor, pese a su supuesto intento de haber venido a ilustrarnos.