Fernando, junto a Pedro Duque, en la «estación lunar» del Gregorio Marañón
Fernando, junto a Pedro Duque, en la «estación lunar» del Gregorio Marañón - IGNACIO GIL

Con el gotero hasta la Luna

El Gregorio Marañón inaugura dos «habitaciones espaciales» con las que humanizar la estancia de los niños enfermos

Madrid Actualizado: Guardar
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«Todos los sistemas en orden, iniciamos la secuencia de despegue. 15 segundos. Propulsores, listos. 10 segundos. Nueve, ocho, siete. Motores principales, arrancados. Cuatro, tres, dos, uno. Despegue»... Y en ese momento, la radio se apaga y el ascensor del Hospital Gregorio Marañón comienza a subir. Su destino, la tercera planta, donde está la estación lunar —conocida por los mayores como Unidad de Oncología Pediátrica— por la que, desde hoy, pasarán intrépidos astronautas que, pese a no llegar al metro y medio, van sobrados de valor.

Al salir del ascensor, un pasillo blanco recibe a los astronautas, que deben recorrerlo hasta que, justo al final, giran a la derecha. Allí, tras una gran puerta, está la nueva estación lunar, que cuenta con dos módulos equipados con las últimas tecnologías y las más divertidas formas de ocio futuristas a las que dio su visto bueno el primer astronauta español de la historia, Pedro Duque

, que estuvo acompañado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y el consejero de Sanidad, Jesús Sánchez Martos. «Habéis acertado», subrayó a la dirigente el ingeniero aeronáutico, que ha subido al espacio en dos ocasiones, 1998 y 2003, con nueve y diez días de estancia en cada caso.

Daniela, en su habitación
Daniela, en su habitación - IGNACIO GIL

Duque fue recibido por los «comandantes» Fernando y Daniela, apoyados por sus «tripulaciones», compuestas principalmente por sus familiares. Ellos agradecen, más que sus hijos si cabe, una iniciativa impulsada por la Fundación Juegaterapia que pretende humanizar la atención a los niños con cáncer, especialmente de aquellos que deben permanecer, por su tratamiento, aislados en una habitación durante algunos días. «Tener luz natural, un espacio donde ellos puedan jugar, una terraza y que, en definitiva, se olviden de que están en un hospital, son cosas que nos ayudan muchísimo», reconoce Marina Gómez, la madre de Fernando.

Este joven astronauta, que pasea con su uniforme reglamentario y con el gotero a cuestas por los pasillos, dice que está inmerso en una misión: «viajar a la Luna». Confirma con soltura que su nave «está en el hospital» y que, en los próximos meses, tiene pensado pasar por diferentes estaciones, como la quimioterapia o una operación con autotransplante incluido, como explica su madre, que no tiene dudas de que su pequeño, que irradia fortaleza y buen humor, lo va a conseguir. «Lo va a hacer muy bien, es un campeón».

Mientras tanto, en la cápsula de al lado, Daniela, de seis años, no lo duda. Lo que más le ha gustado de su habitación es «la Play Station» que los ingenieros espaciales le han puesto para que no se aburra ni un minuto. Pese a ello, reconoce que un dinosaurio de peluche también es una de sus atracciones predilectas. «Así ella lo va a pasar mejor», confiesa Luis Orlando Barrero, su padre, quien admite que, cuando a su hija le diagnosticaron un sarcoma óseo él «nunca imaginó que iba a estar en una habitación así».

Además de entretenerse con los videojuegos o con su querido dinosaurio, Daniela y Fernando podrán divertirse con los elementos futuristas de estas habitaciones o incluso simular un viaje a otro planeta desde la cama mientras pelean contra su enfermedad. Duque espera que, de esta forma y después de curarse, «alguno de estos niños pueda ser el próximo astronauta español». Lo que no sabe es que, según adelanta su tía, Fernando, con tres años, lo tiene claro: quiere ser médico. Así que, de momento, Pedro Duque tendrá que convencer a Daniela.

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