Almudena, Pedro y Olga, de «Madrid en condiciones», ayer en Chamartí
Almudena, Pedro y Olga, de «Madrid en condiciones», ayer en Chamartí - ISABEL PERMUY
#STOPBASURAS

Escuadrón vecinal antibasura

Medio centenar de vecinos se rebelan contra Carmena y crean una plataforma para mantener limpia la capital

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Mercedes, Olga, Almudena y Pedro son los primeros. En menos de dos semanas ya tienen 50 compañeros de protesta. Se hartaron de ver Madrid tan sucia, tan descuidada y llena de basura que dijeron aquello de «¡hasta aquí hemos llegado!». Han formado la primera plataforma vecinal para protestar por el descuido, en general, de la ciudad. Se llama «Madrid en condiciones». Repiten hasta la saciedad que prefieren utilizar el diálogo con el Ayuntamiento de la capital pero no descartan pleitear en los tribunales. «Si recaudan nuestros impuestos están obligados a prestar los servicios», alegan.

Son pioneros en este tipo de iniciativas. Todo surgió, según relataban ayer a ABC, en un evento navideño. Era un grupo heterogéneo. De todas las edades, profesiones y vecinos de distintos barrios.

La cosa, como suele ocurrir en esas reuniones, comenzó con las felicitaciones de Navidad y los mejores deseos para el Año Nuevo. Pero, de boca en boca, se fue propagando un deseo común: librar a Madrid de tanta cochambre desde que Ahora Madrid (Podemos) gobierna en la capital. A medida que pasaban las fechas claves de las fiestas (Navidad, Nochevieja y Reyes), los asistentes a aquel evento se fueron indignando más y más. Veían cómo las bolsas de basura, restos de comida, botellas, cartones, papel, las peligrosas hojas lo invadían todo. El 6 de enero fue el acabose con contenedores y papeleras llenas de envoltorios que los Reyes Magos habían dejado. Ahí estuvo el punto de inflexión. Ahí nació «Madrid en condiciones», un movimiento vecinal que surge de forma espontánea pero con vocación de perdurar. Una especie de «Pepito Grillo» –amable, a poder ser–para Manuela Carmena.

Esta plataforma no tiene forma jurídica. Creen que, dado el talante de que presumen los actuales gobernantes y sus simpatías por aquel 15-M, no les hará falta como tarjeta de visita. No cobran, ni cobrarán, cuotas. Aquí, de momento, todo es voluntario y altruista. «Pero valoraremos la posibilidad de pleitear sino el diálogo no da sus frutos. Si llega ese momento, que no descartamos, se pagará a escote entre los miembros de la plataforma porque no es ni justo ni de recibo que no se de un servicio que se cobra», dice Almudena Díaz.

Olga Valle, a su lado, asiente con el gesto. «Queremos buenos gestores, no demagogos. El problema de este equipo municipal es que se pierde en otras cosas y no arregla los problemas reales y cotidianos de los madrileños. ¿Ha preguntado a los vecinos si quieren que cambie el nombre de su calle? Eso no, pero lo va a hacer, y sin pararse a pensar el desembolso que eso va a suponer, no solo para las arcas municipales, sino para aquel comerciante que tenga que cambiar tarjetas, rótulos y publicidad de su negocio. Ese cambio sí es importante para Carmena pero llegar al fondo del problema de limpieza y recogida de basuras, no tanto», agrega la joven.

«Hay que despolitizar la gestión y pisar más la calle», se queja Mercedes López. «Todo nos lo han complicado. Hasta hace poco, tú podías hablar co el concejal de tu distrito. Que te hiciera caso, era otra cosa. Ahora no. Ahora Madrid ha puesto la moda de registrar la petición y si el edil lo estima oportuno te recibe... Eso no es cercanía».

Pedro Sáez es un veterano en el asociacionismo vecinal. Él presidió durante muchos años la asociación El Madroño y sabe bien lo que es llamar a la puerta de las juntas de distrito para que se conozcan las reivindicaciones de los madrileños. «¡Es que este Ayuntamiento hasta con los episodios de contaminación que hemos tenido ha sido muy simplón!», exclama el hombre. «Les dio por reducir la velocidad y restringir el aparcamiento pero no se dieron cuenta de la existencia de otras partículas que contaminan como las de las pastillas de los frenos y los neumáticos. Se quedan en el asfalto. Solo hay que regar para que se vaya a las alcantarillas. Pues nada».

Mercedes, Olga, Almudena y Pedro coinciden en la base de su plante. «Nos indignamos porque se nos ha cobrado el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y no se dan los servicios al ciudadano», aseguran. Reconocen que fue el alcalde Ruiz Gallardón el que puso el impuesto relativo a la tasa de basuras que, más tarde, su sucesora Ana Botella suprimió y que en 2015 ya no hubo que abonar. «Era lógica la supresión del impuesto de las basuras porque en el del IBI ya estaba incluida. Era un doble pago. Por eso Botella lo quitó, a excepción de los comerciantes, pobres», comenta Olga.

Los miembros de «Madrid en condiciones» consideran «ridículo» que Ahora Madrid y su alcaldesa al frente «hayan tenido otra de sus felices ideas que consiste en contratar 15 dinamizadores ambientales para ir barrio por barrio mentalizando a los vecinos a que ensucien menos. Y si embargo, hay 500 barrenderos menos», dicen. Para todos ellos, lo incuestionable es que pagan impuestos, que el Ayuntamiento los cobra y hay que dar los servicios a la ciudad. «Y si hay problemas con los contratos de las empresas concesionarias, que se arreglen. El ciudadano, que ha pagado, no tiene la culpa», añade Mercedes.

En «Madrid en condiciones» quieren ser positivos y colaborar aunque no renuncian a exigir una ciudad limpia, cómoda y segura. De momento, apuestan por la creación de un vecino vocal en cada barrio para que se lo patee y tome nota de los verdaderos problemas. «Hay que ir y ver la basura, las ratas... Con las páginas web no se consigue casi nada», sentencian estos pioneros de la nueva forma de protesta.

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