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Eperanza Aguirre, tras anunciar su dimisión como presidenta del PP de Madrid - ABC

Lo que esconde la dimisión de Esperanza Aguirre

La dirección nacional del PP esperaba «cosas peores» y «movimientos hacia arriba» tras los registros judiciales en la sede de los populares la semana pasada con motivo de nuevas investigaciones de la Púnica

MADRID Actualizado: Guardar
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De forma imprevista, rápida y sin demasiado margen para la cobertura informativa, Esperanza Aguirre convocó ayer una rueda de prensa para anunciar su dimisión como presidenta del PP de Madrid. Con un corporativo azul y blanco en su indumentaria trasladó su renuncia pasadas las 14.15 horas en la sede de los populares. «En estos últimos días hemos conocido toda una serie de noticias de indiscutible trascendencia que están relacionadas con el PP de Madrid. Son noticias que habrá que confirmar y que calibrar, que no tenemos que dar por absolutamente ciertas, pero la gravedad de esas informaciones, aunque no estén demostradas, me llevan a presentar mi dimisión como presidenta del Partido Popular de Madrid».

Afirmó, Aguirre, que el desencadenante que le ha llevado a abandonar el despacho principal de la primera planta de Génova ha sido la última vuelta de tuerca en la llamada Operación Púnica

, que mantiene en prisión desde hace más de un año al que fuera su secretario general y mano derecha, Francisco Granados. Las investigaciones policiales y judiciales apuntan a que el exconsejero de Presidencia y Justicia se llenó los bolsillos ilícitamente, presuntamente, de 2004 a 2011, fecha en la que compartió gobierno con Esperanza Aguirre.

«Movimientos hacia arriba»

Hace apenas 48 horas, dirigentes nacionales del PP advertían de que lo ocurrido esta semana –nuevos registros el jueves en la sede popular en el marco de esta trama– podía seguir «muy pronto» con nuevos movimientos «hacia arriba». Esperaban que pasaran «cosas peores» que les obligara a dar «un golpe sobre la mesa» y tomar una decisión definitiva relacionada con el PP de Madrid. Pero antes de que los hechos confirmaran esos temores, Aguirre se adelantó anunciando su adiós.

En la comparecencia de 15 minutos que ofreció la expresidenta de la Comunidad de Madrid, quien garantizó que mantendrá su escañocomo portavoz de los populares en el Ayuntamiento de la capital, repitió hasta seis veces que no había cometido ninguna ilegalidad. «Yo debería haber vigilado mejor. En lo que he vigilado puedo decir que no me consta que haya habido ninguna financiación irregular ni mucho menos ilícita en el PP de Madrid». Aguirre colgó la responsabilidad en cuatro cargos: «Hay un tesorero, hay un gerente, hay un secretario general y hay un contable y yo ni tengo firma ni tengo tarjeta de crédito y por eso les digo que los encargados de gestionar los asuntos económicos eran otros».

La dirección nacional plantea ahora montar una gestora que se encargue de dirigir el PP madrileño de forma provisional, hasta que un congreso regional permita elegir a sus nuevos responsables. De este modo, Génova ataja definitivamente un problema, el del PP de Madrid, que se le había enquistado a la ejecutiva nacional desde hacía tiempo. Quieren solucionar el asunto «cuanto antes, con cierta agilidad», aunque reconocen que el anuncio, en domingo y a la hora de comer, les pilló por sorpresa. «Las noticias que se publicaron fueron el jueves y el viernes. Después de la comisión de investigación estuve pensándolo en el día de ayer [por el sábado] y he tomado la decisión esta mañana [por el domingo]», argumentó Aguirre.

Marcha secreta de González

Su dimisión pone en marcha la maquinaria nacional, que ahora tendrá que elegir a la persona o personas que se hagan cargo de la gestora. Es, según explicaron a ABC fuentes de la dirección, la fórmula que con más probabilidad se adoptará. Aclaran que lo que no se va a producir «de ninguna de las maneras» es un congreso extraordinario en este momento. El PP opta así porque se aplique en Madrid la misma fórmula que ya anunció para Valencia, donde las investigaciones del «caso Taula» afectan a prácticamente todo el grupo popular municipal y al PP de la capital del Turia, donde también se va a montar una gestora.

Ayer se pudo conocer también que el exdirigente regional, Ignacio González, abandonó la secretaría general del PP de Madrid hace unas semanas. El partido lo ha mantenido en secreto, pero con la marcha de su presidenta los populares no han tenido más remedio que confirmar que su cúpula madrileña está descabezada.

Los últimos movimientos judiciales relacionados con la Púnica han caído como un jarro de agua helada en la dirección nacional. La «visita» por orden del juez al despacho que aún mantiene en la primera planta del PP de Madrid Beltrán Gutiérrez, exgerente madrileño de esta formación, desató una tormenta de reacciones en los pisos superiores. En un partido tan poco dado a airear sus trapos sucios, fue sintomático que, la misma tarde de los registros, se recordara que la Guardia Civil había ido a la primera planta –donde están las oficinas del PP de Madrid– y «no visitaron ningún despacho entre la 2ª y la 7ª» –la parte que ocupa la dirección nacional–.

Fue también revelador que ese mismo día la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, insistiera en manifestar en público su desacuerdo con Aguirre por mantener a Beltrán Gutiérrez como empleado del PP de Madrid cuando la propia Cospedal había ordenado su cese como gerente de la dirección regional.Su mandato llegó a raíz de conocerse la presunta implicación deeste en el caso de las «tarjetas black». Fueron dos signos claros de que la ruptura era un hecho.

Mensaje a Rajoy

La puesta en marcha de la gestora en Madrid es el cierre a una herida abierta desde hace mucho tiempo entre la dirección regional madrileña y la nacional. Aguirre fue designada por la cúpula de Génova candidata del PP a la Alcaldía de Madrid a cambio de su compromiso de apartarse de la presidencia madrileña del partido cuando se produjera el correspondiente congreso. Entre Génova y Aguirre existe desde hace años una tensa relación; concretamente desde que en el congreso nacional de 2008 Aguirre amagara con disputarle la presidencia a Mariano Rajoy presentando su propia candidatura alternativa. Finalmente no lo hizo, pero alentó la enemistad eterna del «marianismo».

La edil madrileña informó de que comunicó su decisión al presidente en funciones vía telefónica. Le llamó, «pero por lo que fuera no me cogió», reveló. Le puso un mensaje y Rajoy le contestó con un «te entiendo». En su discurso, Aguirre, dirigió unas palabras para el líder nacional: «Este no es el tiempo ni de los partidismos ni de los personalismos. Es el tiempo de los sacrificios y las cesiones». La lengua siempre aguda de la «lideresa» la ha convertido en un personaje incómodo en Génova. Su guerra, ya, se reduce a lo local.

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