Bolomachetes y armas incautadas a los cabecillasabc
VALDEMORO

Desmantelan una nueva banda latina vinculada a los Trinitarios que utilizaba a menores para delinquir

Captaban a los nuevos miembros a cambio de dosis de droga o alcohol y no dudaban en emplear la violencia física o psicológica si no se plegaban a las exigencias de los cabecillas de los Rolling Squad

MADRID Actualizado: Guardar
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Llevaban dos años actuando en Valdemoro, utilizaban a menores de edad para cometer delitos relacionados con el tráfico de drogas y contra el patrimonio y no dudaban en emplear la violencia física y psicológica contra ellos si no se plegaban a las exigencias de los cabecillas. Ese era el modus operandi de la violenta banda juvenil desmantelada por la Guardia Civil antes de que se consolidara, liderada por un destacado miembro de los trinitarios, apodado «El Perla». Su estructura era similar a la de un bloque o coro de esa banda, integrada, mayoritariamente por dominicanos.

La operación Herencia se ha saldado con nueve detenidos (tres españoles, cinco dominicanos y un ecuatoriano) de edades comprendidas entre los 20 y los 25 años.

Se les imputan los delitos de pertenencia a grupo criminal, extorsión, contra la salud pública y usurpación de inmuebles. De hecho, se registraron siete, seis de ellos okupados en Valdemoro.

Los menores, de 14 a 18 años, eran obligados delinquir a cambio de pequeñas dosis de droga, alcohol o les invitaban a las fiestas que organizaban en las casas okupadas en las que realizaban sus reuniones, con el fin de no ser detectados por los agentes.

Así lo han explicado esta mañana en rueda de Prensa el subdelegado del Gobierno en Madrid, Luis Martínez-Sicluna, el coronel de la Comandancia de la Guardia Civil, Santiago Caballero y el jefe del Grupo de Información.

Los cabecillas no delinquían

Del tráfico de droga y de los robos se encargaban los menores de edad, además de la posterior venta de los objetos sustraídos también a chavales que no habían cumplido los 18 años. Todos los beneficios iban a parar al dirigente de la banda latina.

Los menores, que debían rendir lealtad y obediencia ciega al grupo y estaban obligados a delinquir. A algunos de ellos les ofrecían ingresar directamente en la banda, una vez demostrada su disposición y haber sido sometidos a pruebas de iniciación, y a los otros les utilizaban como víctimas para cometer delitos. Algunos de estos últimos han acabado con problemas de adicción.

En las viviendas okupadas ocultaban laboratorios de marihuana y otros estupefacientes, armas de fuego de aire comprimido y manipuladas, bolomachetes, objetos contundentes y maquinaria para fabricar los collares con las señas de identidad del grupo, así como su literatura. Se da la circunstancia de que uno de los pisos ocupados estaba enfrente de un instituto a donde acudían los chavales a adquirir droga.

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