Paseo de la Castellana sin apenas vehículos ni personas, ayer.
Paseo de la Castellana sin apenas vehículos ni personas, ayer. - MAYA BALANYA

Las delicias de la ciudad desierta

La ciudad, en verano, se vuelve abarcable, o sea, visitable; mientras tanto, los obreros no paran bajo un sol que otros disfrutan desde las azoteas

MADRID Actualizado: Guardar
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El verano es de las muchachas y Madrid es de las obras. Los cronistas, por estos días, nos vamos quedando escuálidos de tema, pero los obreros no paran, venga a hacer gimnasio en los andamios. El calor con grúas es más calor. Y la grúa es más grúa. Madrid no tiene playa, y parece que la estuviéramos construyendo, pero la playa no llega, y las muchachas se acaban llevando el ombligo a otro sitio. Don Ramón Gómez de la Serna señaló el verano como la temporada mejor de Madrid, pero el gentío hace el hatillo, porque aquí no hay playa, y porque no hay quien aguante un mes de julio en Madrid, cuando lo que no hay quien aguante, casi, es un verano sin Madrid.

Parece, ya, que Madrid viviera de gran puente, en medio de las vacaciones largas. La ciudad consume días festivos, que es como si dijéramos que la ciudad se pone a pensar en sí misma, durante un rato, libre de muchedumbres. Algún día arriesgamos aquí que Madrid no nos deja ver Madrid, salvo cuando llegan unos días de fiesta y la ciudad se vuelve abarcable, o sea, visitable, o sea, deseable. Se trata de unos días entre paréntesis, según vislumbrara Julio Cortázar, a otros efectos.

Y en esos días, que son éstos, propongo la vida de azotea nocturna, porque la diurna es una barbacoa de peatones, eso sí. Los hoteles han pillado mucho auge en esto de las azoteas nocturnas, y el Meliá Innside Madrid Suecia tiene la suya, y el Hotel de Las Letras, y el Exe Moncloa, y el Room Mate Oscar. Son azoteas muy distintas.

El Madrid Suecia queda a un recodo del Círculo de Bellas Artes, que mantiene majestad en la zona con su terraza casi irreal, donde el atardecer es de postal, y lo mismo te administran un gintonic de poeta que una croqueta de laboratorio. El Bellas Artes es un clásico que nunca falla. Va techado de cielo, y enfrente tiene la proa de la Gran Vía, que se vuelve bellamente canalla, cuando la noche obliga.

El Room Mate Oscar es una monada de diseño, abierto a las nubes de Chueca. El Hotel ME, en la Plaza de Santa Ana, tiene una terraza llamada The Roof, que es un éxito multirracial. Venimos de algunos días en los que ha sido agosto en Madrid, y no lo digo por las exigencias climatológicas, sino por las gracias del clima otro, del clima de estar en una ciudad donde los trayectos tienen continuidad de paseo, las mesas de terraza no se pelean, y los restaurantes no tienen sala de espera. Gómez de la Serna aupó que el mejor mes de Madrid es agosto. Lo hacía pensando en las delicias de la ciudad desierta. Esta.

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