Coronavirus

«La gente tiene miedo a pedir comida a domicilio por si se contagia»

Los repartidores de plataformas como Glovo, Deliveroo o Uber Eats apenas realizan pedidos desde que saltaran todas las alarmas por el coronavirus. Reconocen que, de seguir así, tendrán que buscar otro trabajo y aseguran que no les han dotado de elementos de protección

Coronavirus | Última hora de la crisis en España por el Covid-19 y el estado de alarma

Mapa de contagios por coronavirus en España

Dos «riders» esperan a que salte un encargo, ayer a mediodía, en la calle de Fuencarral BELÉN DÍAZ
Aitor Santos Moya

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Alfonso Velasco mantiene la mirada perdida sentado en un banco de la calle de Fuencarral. A sus pies guarda una mochila de Glovo vacía de mercancía que recién se coloca para subir a la bicicleta. «Me acaba de entrar el primer pedido», reconoce este repartidor que, pese al logotipo de su bolsa, trabaja para Uber Eats: «La marca da igual». Con su mujer y su hijo de 9 años también en Madrid, este venezolano pasa las horas muertas a la espera de que el móvil vibre y pueda ponerse en marcha. Las pedaladas, por ahora, apenas se cuentan por decenas. «Vivimos en un piso de Legazpi junto a otras tres personas», añade, con la preocupación lógica de hacer frente a todos los gastos. El alquiler mensual de la vivienda son 700 euros. A ello se suma la alimentación, medicinas, luz, agua y otros servicios básicos que él y su familia deben afrontar en plena crisis del coronavirus.

El anuncio de la Comunidad de Madrid, entre otras regiones, del cierre de toda la hostelería y la declaración del estado de alarma por parte del Gobierno ha provocado que el sector endurezca las medidas de seguridad en los envíos de comida a domicilio. Pero la ecuación no solo depende de este extremo. «La gente tiene miedo a pedir por si se contagia», remarca un grupo de «riders» acomodado entre los anclajes de una estación de Bicimad, en la calle de Barceló. A sueldo de Deliveroo, en este caso, son conscientes de que su situación ha variado sustancialmente. «Antes de todo esto, en un día bueno podías hacer más de 20 repartos en ocho horas», aseguran. Es decir, tres repartos de media a la hora. «Desde el viernes por la noche estamos haciendo uno cada tres o cuatro horas », añaden, sin saber aún si podrán continuar con su labor en los días venideros.

Al ser falsos autónomos –así lo dictan diferentes sentencias–, estos repartidores deben cubrir sus propios gastos, como cualquier trabajador por cuenta propia, amén de depender económicamente de una sola compañía. «Tengo que pagar 285 euros de la cuota, el mantenimiento de la moto, la gasolina y ahora en marzo el IVA trimestral de todo lo facturado», protesta uno de los afectados, con la esperanza de que la alerta remita poco a poco: «Si no, tendremos que buscar otro trabajo».

Contacto cero

Cerca de allí, Xavier ha tenido un poco más de suerte. «Voy a entregar mi primer pedido», cuenta justo después de llamar al telefonillo. Sin guantes de látex ni mascarilla, advierte que muchos clientes prefieren que deje la comida en la puerta: «Llamo y ellos abren cuando ya me he ido». Al término de cada encargo, se lava las manos con un pequeño bote de gel desinfectante que asegura guardar en el bolsillo.

Gel alcohólico y guantes, en la moto de un repartidor BELÉN DÍAZ

Gran parte de los restaurantes que conservan el servicio de «take away» han implementado el contacto cero: un empleado avisa al repartidor de que el pedido está listo, después de dejarlo sobre una silla pegada a la puerta. Una vez entreabierto el local, este se aparta para que sea el «rider» el que lo recoja introduciendo solo el brazo. Así lo hace Carlos, también venezolano, con siete meses de experiencia en el oficio. En el cajetín de su moto lleva una solución alcohólica, toallitas húmedas y guantes. A modo de mascarilla usa una braga, la misma que durante la época invernal le ha servido para protegerse del frío: «Una vez se ha puesto feo el asunto, bastantes personas me dicen que deje el paquete en el ascensor sin acercarme a su puerta».

Desde la asociación de mensajeros Asorider señalan que las reservas de comida están cayendo debido a la desconfianza y al hecho de que muchas personas se lanzaron a los supermercados a comprar alimentos perecederos y ahora necesitan consumirlos. «El desabastecimiento, en cambio, ha generado un aumento de la carga de trabajo de Glovo en relación a productos de limpieza y de hogar», subraya su presidente Héctor Merino. Recuerda, además, que algunas compañías, como Deliveroo, «están aplicando medidas en las cocinas ciegas, donde no hay ningún tipo de contacto con el “rider”», informa Guillermo Ginés.

Mientras se trata de establecer un protocolo sanitario común a todas las plataformas, los repartidores continúan en la calle «desprovistos» del material necesario para combatir la propagación. «Las empresas no nos han dicho ni dado nada. Lo hemos tenido que comprar por nuestra cuenta», incide un grupo de asalariados, marcado por las dispares precauciones adoptadas entre sus miembros.

Mercados «online»

Mientras la mayoría de grandes superficies y centros comerciales han retirado el servicio de envíos a domicilio, los 47 mercados municipales de abastos de Madrid han abierto esta vía -a la que muchos no estaban acostumbrados- en medio de la crisis y la ansiedad de la población por llenar la nevera. Salvo para los doce espacios pioneros que a lo largo del último año han implantado el sistema de compra y reparto «online», esta opción es completamente nueva y excepcional, pero la emprenden con la convicción de que son un «servicio público esencial».

La atención telefónica es una medida que se ha tomado haciendo especial hincapié en los mayores y la población de riesgo ante el Covid-19, quienes son, en muchos casos, clientes de los mercados municipales. Los tenderos de estos puestos son ahora los que se esfuerzan por devolver esa confianza y atienden a los compradores uno a uno antes de enviar el pedido que hayan realizado al conjunto del mercado.

Como se ha insistido desde el Área de Gobierno de Economía, el suministro estará garantizado, incluso bajo el estado de alarma. Y la atención a domicilio, indican desde la consejería que dirige Miguel Ángel Redondo (Cs), se prorrogará el tiempo necesario.

Además del teléfono, los consumidores pueden realizar sus pedidos a través de mercado47.com, Amazon, o lacompraasidagusto.com. Uno de los últimos mercados que se ha sumado a la ola del comercio «online» antes de que se desatara la pandemia es el de Las Águilas, en Latina. «Empezamos en este proyecto piloto hace un mes y con pocos clientes, porque apenas se había difundido la idea. Pero estos días es importante que la gente sepa que garantizamos un reparto en un plazo máximo de 24 horas», explica a ABC el gerente del mercado de Las Águilas, Fernando Gutiérrez . «Guardamos el pedido de cada cliente en cámaras y se reparte en vehículo refrigerado, para que no se rompa nunca la cadena de frío», indica. La mayoría de sus clientes, señala, se encuentran a dos o tres kilómetros, pero su ámbito de actuación va más allá de la capital, ya que abastecen a Somosaguas, Leganés, Alcorcón, Pozuelo y Boadilla . En todo caso, como punto de distribución alimentaria, seguirán abiertos para quienes puedan acercarse.

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