El miedo al coronavirus deja estanterías vacías en supermercados de Madrid

En los establecimientos de la capital no hay desabastecimiento, pero sí se percibe que algunos productos, como la carne, escasean a última hora del día

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El estante de la carne de un supermercado de Madrid capital, casi vacío a última hora de la tarde VIDEO: ABC Multimedia

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Los grupos familiares y de amigos en WhatsApp son un hervidero desde que el Gobierno de la Comunidad de Madrid anunciara que los colegios e institutos permanecerán cerrados los próximos quince días para evitar la propagación del coronavirus. «¡Id a comprar!», sugerían los más previsores, y en los supermercados se ha notado desde la noche del lunes que la voz de alarma ha calado: a última hora del día había estanterías vacías.

No hay desabastecimiento , pero sí es cierto que falta algún producto. Los expositores frigoríficos de la carne fueron los primeros en vaciarse. A última hora de la jornada apenas quedaban las carcasas del pollo para hacer caldos. «La gente se lo ha tomado en serio...», aseguraba una cajera de una importante cadena de supermercados en la periferia madrileña. Llevaban todo el día sin parar.

« Lo de hoy no es normal , pero llevamos dos semanas que a final del día pasa esto», explica una trabajadora del establecimiento mientras señala a uno de esos expositores de carne vacío. Dos chavales, un poco más allá, no se deciden si comprar morcilla o chorizo. Tampoco tienen mucha más opción.

El resto de estanterías de productos de primera necesidad todavía tenían género de sobra

En el pasillo de los embutidos y los lácteos, la situación era menos crítica. Hay de todo y para todos . Eso sí, se notaba que hay más demanda que habitualmente en lo que a los cartones de leche se refiere. La consecuencia de esta «psicosis» es que los más sibaritas tendrán que prescindir de su opción favorita si alguien ha estado más rápido.

El estante de la pasta y el arroz también ha recibido una buena embestid a , pero tampoco es grave: sigue habiendo género pese a que los más preocupados aprietan el paso con el carro a cuestas. Los carros, en los que tampoco faltan las garrafas de agua mineral y rollos de papel higiénico, van llenos hasta arriba y las colas delante de las cajas son bastante largas, aunque no lo suficiente como para convertir en dramática la espera.

Peor ha sido la tarde para los trabajadores de estos supermercados, a los que la fiebre del coronavirus no les ha dado un respiro. Mañana será otro día.

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