La casa en la que Lope de Vega vivió sus últimos 25 años

Convertido en Casa Museo, este edificio de finales del siglo XVI permite adentrarnos en la vida del gran escritor español

En su estudio pasó largas horas escribiendo obras como La Dorotea, a la muerte de su último gran amor BELÉN RODRIGO

Belén Rodrigo

En este edificio vivió Lope de Vega durante sus últimos 25 años y en ella escribió La dama boba, Las bizarrías de Belisa, El perro del hortelano, La Dorotea y El mejor alcalde, el rey, entre otras obras. Convertida en Casa Museo desde 1935, conocer la vida y obra del célebre autor permite también entender mejor lo que ocurrió dentro de estas paredes.

El 7 de septiembre de 1610 Félix Lope de Vega compró la casa al mercader Juan Ambrosio Leva, por 9.000 reales que pagó en tres plazos. «Era una buena casa, pero no un palacio, y la zona era bohemia, no de las mejores de la ciudad», explica a ABC Victoria Cano, gestora y programadora cultural de la Casa Museo Lope de Vega . El escritor español tenía por entonces 48 años «y celebró mucho la compra de su casa» tal y como se puede ver en el dintel de la fachada donde se puede poner la inscripción “Parva propia magna / magna aliena parva” (Lo pequeño, siendo propio, es grande/ Lo grande, siendo ajeno, es pequeño). Según consta en las escrituras la casa era de unos años antes, a finales del siglo XVI, de dos pisos, la buhardilla y un huerto que Lope de Vega convertiría más en jardín. En aquellos años la calle en la que se ubicaba la vivienda se llamaba Francos (ahora Cervantes) y no lejos vivieron Cervantes, Quevedo y Góngora . Era el Barrio de las Letras y precisamente al inicio de la misma calle también vivió y murió Cervantes con el que mantuvo una muy mala relación.

A esta casa llegó Lope con su segunda mujer, Juana de Guardo. Pero la aparente felicidad y tranquilidad familiar le duró poco porque «en el plazo de tres años perdió a su hijo Carlos Félix, que adoraba, y a su mujer que falleció en el parto y se quedó con la pequeña Feliciana», recuerda Cano. Pero Lope no se quedaría solo en esta casa, de buenas dimensiones, y le acompañarían algunos de sus muchos hijos que tuvo entre amantes y esposas . Primero llegaron dos de los hijos ilegítimos que tuvo con la actriz Micaela: Marcela y Lope Félix. La niña tenía por entonces 8 años y permaneció junto a su padre hasta que ingresó en el convento de las Trinitarias mientras que su hermano murió en un naufragio en una expedición a la que acudió para pescar perlas. «Marcela quería escribir y parece que en el convento era más fácil para las mujeres. Escribió, pero tuvo que quemar una gran parte de los documentos aconsejada por su director espiritual», indica la responsable.

Dintel de la puerta con la inscripción Parva propia magna/magna aliena parva BELÉN RODRIGO

«En 1614 se ordena sacerdote y en la capilla de la casa celebraba misa», cuenta Victoria Cano. Pero a pesar de su vocación espiritual Lope de Vega mantuvo una relación amorosa con Marta de Nevares , una joven casada de 26 años que al enviudar se fue a vivir o con el escritor o cerca de la casa, algo que no se ha confirmado. Pero lo que sí está claro es que la hija de ambos, Antonia Clara, estuvo viviendo en esta casa a la que llegó como si fuese su sobrina. Y en esta casa Lope fue testigo del episodio más deshonroso de su vejez, el rapto de precisamente su hija Antonia Clara. « Las tres hijas de distintas madres convivieron bajo el mismo techo y se trataron como hermanas, recibiendo objetos las unas de las otras de sus herencias», señala la gestora y programadora cultural. Su hija legítima, Feliciana, fue quien heredó la casa y dejó a Antonia quedarse. A su muerte, el 27 de agosto de 1635, el féretro pasó por el convento para que su hija pudiese despedirse de él desde la reja.

Venta de la casa

El último familiar del escritor al que perteneció la casa fue a su único nieto, militar, Luis Antonio de Usátegui, quien acabó por venderla a la comedianta Mariana Romero. Pasó por varias manos y Álvarez de Baena la localizó finales del siglo XVIII. El cronista Mesonero Romanos también pudo documentar más tarde la historia del edificio. «Habían vivido distintas familias y se añadió una crujía y una especie de corrala en el jardín», explican en la Casa Lope de Vega. Su última propietaria fue Antonia García, una viuda ilustrada, que tenía alquilada la casa a distintas familias. Por entonces la Real Academia Española (RAE) llevaba tiempo interesada en convertirla en casa museo y tardó varias décadas en conseguirlo. Antonia García había cedido en su testamento la casa para convertirla en un museo pero a la vez había pedido que la parte de abajo se dejase para crear el museo del encaje y una escuela para niñas huérfanas, algo que nunca se hizo.

En el oratorio Lope de Vega celebró misas una vez ordenado sacerdote BELÉN RODRIGO

«La RAE se ocupó de la reforma y se realizó una importante tarea de estudio para devolverle la apariencia original de la fachada, la disposición y altura del huerto y en la medida de lo posible la distribución y medidas de los espacios interiores. Pedro Muguruza fue el arquitecto encargado del proyecto y la casa abrió al público en 1935, cerrando unos años por la Guerra Civil. En 1949 y 1950 se incorporaron nuevas alcobas en la buhardilla. « La casa no es 100% fiel a la original pero se hizo un esfuerzo por encontrar lo verdadero », resalta Victoria Cano. Se encontraron las vigas originales tapadas por el techo y el jardín se pudo recrear con fidelidad porque se encontraron restos y conserva el pozo original del escritor. «Lope de Vega es de los autores más fáciles de estudiar porque llevó mucho de su vida a su obra », añade la responsable quien recuerda que «él adoraba su casa, «su huerto y luego su jardín, con su naranjo, estaba feliz». Tal y como él mismo dijo era «el lugar donde la envidia no me alcanza».

Los años en los que vivió en este edificio (1610-1635) fueron una época muy fértil de su escrita , y de lo mejor, con obras como La Dorotea, cuando muere su último amor Marta. También en esta casa disfrutó mucho de sus hijos, y en ella recibió a pintores y escritores, algunos de ellos extranjeros. « Era muy conocido y querido , fue un modelo que inspiró a muchos autores a romper con la rigidez y disciplina aristotélica y crear un teatro nuevo», afirma Victoria Cano.

Cesión a la Comunidad de Madrid

En 1992 se realiza una nueva restauración y en 2007 la Comunidad de Madrid asume la gestión de la casa museo. Desde entonces se ocupa de su mantenimiento, coordinación y programación de actividades. En el año 2009 se recibieron 19.000 visitantes y el año pasado fueron 150.000 los que pasaron por esta casa , de los cuales 92.000 participaron en las visitas guiadas o en alguna otra actividad. «Las visitas son gratuitas, guiadas y de grupos de 15 personas. Ayuda mucho a entender la casa», explica la entidad. De todos los visitantes alrededor del 15% son extranjeros. «Los rusos y antiguos países soviéticos vienen mucho, también los franceses», añaden.

La alcoba de sus hijos BELÉN RODRIGO

El recorrido comienza en el zaguán donde se encuentra un panel de azulejos de Talavera de la Reina del siglo XVII. En la primera planta se visita el oratorio en donde están dos relicarios procedentes del convento de las Trinitarias que se cree que pertenecían a Lope. En el estudio se recrea la zona de trabajo del escritor y la de la tertulia alrededor del brasero. Allí reunió 1.500 libros. También se encuentra el estrado, utilizado por las mujeres de la familia para sus visitas, la alcoba de Lope con una ventana desde la cual se ve el oratorio siendo la estancia más pequeña, escondida y estancia de la casa. La alcoba de las hijas Feliciana y Antonia Clara, el comedor y la cocina completan este piso. «Se cree que hubo un comedor porque así lo contaba Lope en sus escritos y la cocina original estaba en el piso de abajo», aclara la gerente y programadora cultural. En la buhardilla están las alcoba de los hijos, la de las sirvientas y el cuarto de huéspedes o del capitán Contreras.

Y abajo su jardín y huerto , que tanto le entretenía y relajaba y donde tanto jugaron sus hijos. Un jardín abierto para todos en el que se puede disfrutar de un jazmín, un naranjo, una parra y con un ciprés y un laurel como las plantas más antiguas. Un espacio en el que relajarse y adentrase en el Madrid del Siglo de Oro.

Lope de Vega pasaba largas horas en el jardín BELÉN RODRIGO
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación