Puerta del Sol
Puerta del Sol - JOSÉ RAMÓN LADRA

La capital acoge a 10.000 turistas en apartamentos ilegales

El Ayuntamiento abre expedientes a varios edificios y reconoce su «preocupación»

Madrid Actualizado: Guardar
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La capital tiene registrados unos mil apartamentos turísticos, sin embargo la mayoría de los que existen hacen negocio al margen de la Ley. Una situación «preocupante» para el Ayuntamiento, que, según sus cálculos, la ciudad aloja a 10.000 visitantes de forma simultánea e ilegal. Ante esta situación, el departamento de Disciplina Urbanística ha decidido abrir 153 expedientes por irregularidades denunciadas por vecinos y la Asociación de Empresarios de Hospedaje de la Comunidad de Madrid.

De las denuncias, cuatro se refieren a 96 apartamentos situados en cuatro edificios; dos investigan un inmueble con 57 pisos, y otro más indaga sobre un edificio del que el Consistorio no cuantifica el número de viviendas. Todos los inmuebles bajo sospecha pertenecen al distrito de Centro. Pese a la alarma, el Gobierno de Manuela Carmena no considera que estos hechos supongan un problema para la ocupación hotelera.

No obstante, un informe interno sí que ha detectado un incremento de la actividad en las zonas céntricas, donde el Ayuntamiento centra la vigilancia.

Los apartamentos y viviendas de uso turístico en Madrid deben cumplir las normas fijadas por la Comunidad, que entraron en vigor en agosto de 2014, con una ley que introdujo requisitos como una estancia mínima de cinco noches, la inscripción de las viviendas en un registro de empresas turísticas y mostrar una placa identificativa en lugar visible.

El objetivo municipal es «mantener el equilibrio» entre quienes alquilan una habitación para obtener ingresos extra y los apartamentos que generan un «trasiego constante de turistas». En este sentido, Carmena defiende la «autorregulación» de plataformas como AirBNB y ha pedido a la compañía que expulse a los propietarios que usen el servicio para encubrir alquileres profesionales. Para el Gobierno municipal, el peligro de estos alojamientos es que la «presión turística» desplace al alquiler tradicional del centro como ha ocurrido en Barcelona.

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