Asfalto: «España no es un país de rock, porque no van mujeres a los conciertos»

El grupo comienza su gira de 50 aniversario este sábado en Inverfest

Los integrantes de Asfalto, ayer JOSÉ RAMÓN LADRA
Nacho Serrano

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El otro día, Julio Castejón se tomaba una caña en una terraza cuando escuchó a alguien decir: «¡Ah sí, Asfalto! ¡Eran buenísimos!» . Dijo: «Eran, no son», se lamenta el incombustible líder de la banda madrileña. Como se pueden imaginar, mantener vivo a un grupo de rock durante medio siglo no es fácil. Es, de hecho, un milagro del que poquísimos músicos se pueden vanagloriar en este país. Pero Julio es uno de ellos, y piensa celebrarlo. Lo hará con una espectacular gira de dos años que arrancará este sábado en La Riviera (19 horas, 25 euros o 10 en «streaming») y que aún no se sabe si será de despedida.

—No cierran la puerta a seguir después de 2022.

—El grupo se formó en 1972, y teníamos previsto hacer esta gira en 2022. Pero, tal como está la cosa, decidimos adelantarla y hacer más conciertos. A día de hoy, no puedo imaginarme la vida sin el escenario, pero este año cumplo setenta y no sé si tendré facultades y energía para seguir después de 2022.

—¿Qué recuerda del Madrid rockero de 1972?

—El grupo Tickets se había formado en 1969. En el 71 se inundó su local, que estaba en Peñagrande y se vinieron a ensayar al nuestro, el de Los Handicaps, que estaba en Villaverde Bajo. Después nos juntamos en Asfalto y estuvimos ensayando en el sótano de la carnicería de la señora Ariana, en Carabanchel. Queríamos ser Pink Floyd, Yes, Genesis… Nuestra música no se hacía entonces. Estábamos locos, porque creíamos en algo que en realidad, no se dio. España no es un país de rock. Y es por una cuestión: las mujeres no van a conciertos de rock. Y donde no hay chicas siguiendo a las grandes bandas de rock , no hay chicos.

—Eso es discutible, pero ¿cree que es culpa de los estereotipos del rock o de las mujeres?

—A la mujer no le gusta la guitarra overdrive (la que puede hacer distorsión), no le gusta en absoluto. Además, el rock en España viró hacia el hard-rock y el heavy. Leño, Barón Rojo, Obús… Eran todos muy duros, y Asfalto podía tener dureza en un momento dado, pero era pura poesía. Yo siempre he negado que seamos el prototipo de rock urbano.

—¿Cómo se sobrevive cincuenta años con una banda de rock en un país que no es rockero?

—Primero, porque el público así lo ha querido, y segundo, porque en el grupo hay un obstinado, que soy yo. Cuando me dicen «qué perseverante», yo digo «qué cabezota». Porque podría haberle dado una patada a todo esto hace mucho tiempo. Asfalto nació en el underground y sigue en el underground. La única vez que tuvimos un estribillo entramos en Los 40 Principales, que fue cuando «Capitán Trueno». La gente no supo ir más allá. Decían que conocían a Asfalto, pero es como si dices que conoces a los Beatles por el «Obladí-obladá».

—¿Y la prensa rockera española?

—No ha existido. Ha habido pocos casos. Solía ser más prensa heavy, y los heavies son muy integristas. Y el público rockero no lee mucho.

—¿Se arrepiente de algo?

—De un parón que dimos en el 95. En los noventa tenía una decepción muy grande. En Radio3 nos decían que estábamos desfasados, y en vez de tocar para dos mil, tocábamos para doscientos. Veía que el grupo moría de inanición, de forma literal. No daba para comer y los músicos del grupo se preguntaban qué estaban haciendo mal. Fue una época muy triste. Pero tenía que haber aguantado esa pelea. 

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