El piso donde se produjo el homicidio, con la puerta precintada, sangre y una vela
El piso donde se produjo el homicidio, con la puerta precintada, sangre y una vela - MAYA BALANYÁ
Violencia machista

El asesino confeso de Usera había estado detenido varias veces por maltratar a su mujer

Las denuncias las puso la víctima, con la que tenía dos hijos. El agresor tuvo un par de órdenes de alejamiento ya prescritas. Seguían juntos, según la Policía

MADRID Actualizado: Guardar
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Una vela, unas manchas de sangre y una puerta precintada eran ayer los restos de la tragedia que se escondía entre las cuatro paredes de una vivienda del distrito de Usera que conmocionó a todo el vecindario. Ahí, la tarde del viernes un hombre marroquí de 40 años asesinó a su mujer, de 27, de una certera y profunda puñalada en la cara anterior del tórax. No se saben los motivos. No los hay. Quedó tendida en el suelo de la cocina, boca arriba, con el cuchillo clavado en el pecho.

La víctima, natural de Colombia, pero de nacionalidad española, le había denunciado en varias ocasiones por violencia de género. El agresor había sido detenido más de una vez y tuvo varias órdenes de alejamiento que ya no estaban en vigor, precisó una portavoz policial.

Según las mismas fuentes, seguían juntos.

El terrible suceso se descubrió a las 21.32 horas del viernes cuando el homicida confeso acudió a la comisaría de Usera. «He apuñalado a mi pareja», espetó. Lo más llamativo del caso es que no iba solo: llevaba a cuatro menores. Ayer se supo que dos de ellos eran fruto de la relación sentimental que mantuvieron víctima y verdugo. Los otros eran hijos de amigos o allegados.

Los agentes activaron al 112 y acudieron al domicilio familiar a comprobar si era cierto lo que el sujeto había relatado. Al llegar al piso, el bajo B del número 27 de la calle de Tomelloso del barrio de Almendrales, llamaron al timbre sin resultado.

«¡Policía, abran la puerta!»

«¡Policía, abran la puerta!», decían a voz en grito, según explicaron a ABC los residentes. No sabían si dentro de la casa había más críos «¿Hay alguien ahí?», repetían.

El silencio era la única respuesta. Por ello, derribaron la puerta. «Los golpes hicieron temblar todo el edificio. No sabíamos qué ocurría», explicaban aún sin poder asimilar la terrible noticia los vecinos. El espeluznante suceso les sorprendió cenando. Cuando los agentes y los sanitarios pudieron acceder al inmueble, escucharon: «¡ Mujer fallecida con una herida en el pecho!», aseguraba Pamela. «Antes de que la Policía reventara la puerta no oímos nada, ni riñas ni peleas que nos pudiera alertar de que algo ocurría, ayer, u otro día», precisaba. La familia llevaba mes o mes y medio viviendo en el edificio, por lo que apenas les conocían.

«Los críos no vieron el crimen. Los vi jugar en el descansillo y nunca o habían hecho», dice una vecina»

«Yo creo que la mató entre las seis y las siete de la tarde. Yo llegué del trabajo y de hacer unas compras y me sorprendí al ver a cuatro niños, dos de ellos de la pareja, solos en el descansillo. Uno de los mayores trataba de hacer fuerza con las manos para abrir el ascensor. Le regañé; luego, oí un ruido procedente de la casa como si movieran o cayera algo pesado, entonces no le di importancia», explicaba Alejandra. Aludía al crimen que, según su versión, ninguno de los pequeños pudo contemplar, por suerte.

«A él no le hemos visto nunca. Yo creo que no vivían juntos y que vino a tiro hecho a matarla. Al abrir, algún niño salió, ella los dejó a todos fuera para hablar y fue su perdición», explicaba otra señora. «La cocina está justo al lado de la entrada, por lo que seguro que apenas intercambiaron palabra alguna y la pilló de improviso»

«Ella era guapa y agradable. Iba siempre con el carrito del niño, un bebito, y a veces con la mayor, de unos 6 añitos», recalcaba otro grupo. «Yo sí he visto a él alguna vez; es bajito y no vale nada», decía Andrés. Se saludaban, sin más.

El asesino confeso, además de los antecedentes por violencia machista, tenía otros muchos, la mayoría por delitos contra la propiedad. Los hijos de la pareja están ahora con la abuela materna. Con esta muerte son ya cinco las asesinadas en la región por sus compañeros o excompañeros.

El homicida permanece en la comisaría de Usera, a la espera de ser puesto a disposición judicial mañana.

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