Alerta policial por la «explosión de robos» tras la reforma de la Gran Vía

Hay unos 200 ladrones en el distrito de Centro, entre los que despuntan 15 grupos organizados de «bolseros» que arrasan a diario en las tiendas de moda

La Gran Vía, abarrotada de paseantes, esta Navidad JOSÉ RAMÓN LADRA

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Cada día se denuncian 260 hurtos en la ciudad de Madrid. Es decir, son solo los que se conocen. Buena parte de ellos se cometen en el distrito de Centro que, sin ser el más poblado, tiene una población de paso como ningún otro, con decenas de miles de turistas . Esa cifra se corresponde al balance de los nueve primeros meses de año (los tres restantes aún no los ha hecho públicos el Ministerio del Interior), y se prevé que la cifra total a 31 de diciembre de 2018 sea mucho mayor. Entre otras razones, por la campaña de Navidad, pero también a raíz de la reforma de la Gran Vía, como explican fuentes policiales de toda solvencia: «Desde que se han ensanchado las aceras, estamos viviendo una explosión de hurtos en el distrito . Cuanto más espacio para caminar, más gente hay en la calle, más tiendas abiertas y mayores aglomeraciones en ellas. Y los dueños de lo ajeno acuden a esos locales como hormigas a la miel. Estos últimos tiempos la carga de trabajo es tremenda».

Tanto es así, que han regresado los grupos organizados de «bolseros». Se trata sobre todo de personas de origen rumano o búlgaro que utilizan el viejo método de meter productos de tiendas en bolsas forradas con papel de aluminio . «Los habíamos erradicado y han regresado», insiste un experimentado agente.

En estos momentos hay entre diez y quince de estas bandas operando a diario en Centro. La mayoría viven en la Cañada Real y zonas cercanas, además de en otras áreas deprimidas del sur de Madrid. Muchos se bajan a primera hora de la mañana del Cercanías en la estación de Atocha. A otros los llevan sus jefes en furgonetas hasta el centro.

Una vez allí, se mueven de la siguiente manera. Tres suben a un coche y lo meten en el «parking» de la plaza de los Mostenses o en uno de la calle de Santa Isabel. Y se van a robar en locales comerciales. Uno se dedica a «hacer» la bolsa; otro va de «muleta» (acompañante del autor material de la sustracción, a modo de escudo, para taparle); y el último se dedica a «dar el agua» (avisar) en caso de que crea que les pueden haber pillado con las manos en la masa. Luego, almacenan el botín en el vehículo , que dejan estacionado uno o dos días. Cuando se lo llevan, no pagan el precio del tique. Lo que hacen es que esperan a que salga otro coche y uno de los ladrones sostiene la barrera para que pase su turismo y salir sin abonar un solo euro, explican fuentes policiales a este periódico: «En total son unos 45 individuos que se dedican a este tipo de delincuencia y se mueven sobre todo por la Gran Vía . Hay comercios como Zapshop, unas tiendas de bolsos asiáticas (también hay en Carretas y Montera), donde siempre están actuando y también hurtan a los clientes». «Y han vuelto los timadores, sobre todo los que se dedican al método de la mancha, aunque parezca mentira»: les dicen a un paseante que tienen un lamparón o tiran algo al suelo para que se despiste y guindarle la cartera.

Enorme multirreincidencia

En total, hay ya alrededor de unos 200 ladrones en el distrito de Centro, «aunque solo se detiene al 15% o 20% del total de ellos». Una de las características más lacerantes es que existen aquellos que cuentan con 150 y hasta 300 antecedentes policiales «y apenas han pasado seis meses de sus vidas en prisión». El 80% han pasado por comisaría y ocho o nueve de cada diez son de origen extranjero. La multirreincidencia es uno de los principales escollos con los que se encuentra la Policía. Diversas fuentes coinciden en lo mismo: entran por el juzgado como quien pasa por su casa, sin que se les solicite prisión provisional, así que le sale gratis delinquir: «Los jueces no se lo toman en serio».

Otro de los comercios más victimizados es el de Lefties en Gran Vía. Se da la circunstancia de que esta empresa tiene como política, cuando pilla a alguien robando , denunciarle, aunque tenga la posibilidad de pagar el producto en el instante. «Cosas así son las que están provocando una saturación de juicios rápidos, que cuestan cada uno alrededor de 1.500 euros al contribuyente», se queja una policía.

En la otra cara de la moneda está el Primark de Gran Vía. Es de todos sabido que sus prendas no tienen alarmas de seguridad, puesto que cuestan más que el propio producto, y eso provoca que, a diario, lleguen a la comisaría de la calle de Leganitos «unas veinte denuncias solo de ese establecimiento, con diez detenidos cada jornada». En cada una de sus cinco plantas pueden desfilar una decena de carteristas y «hurteros» , y esa dejadez ha provocado que desde la Policía Nacional se hayan quejado directamente a los responsables de seguridad del establecimiento irlandés: «Se ha hablado con ellos muchas veces, pero todo sigue igual. No es normal que tengamos que enviar una patrulla al Primark cada dos por tres, detrayéndola de otros servicios a los ciudadanos que de verdad lo necesitan, que es para lo que en realidad estamos».

Otra cosa son los atracos. Desde hace seis meses hay menores que han llegado a España solos que les dan marihuana a sus novias para conseguir clientes en las inmediaciones de Sol. Entre la oferta de la droga y un poco de «roneo» , captan a hombres a los que llevan a un callejón de Espoz y Mina. Allí, de madrugada, les acorralan los varones, y les dan verdaderas palizas para robarles el teléfono móvil . Muchos han terminado en el hospital, hasta con lesiones maxilofaciales. «Entre la una y media de la madrugada y las seis de la mañana es mejor no ir solo por el centro», sentencia un agente.

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