Operarios de la funeraria retirando los cuerpos de la calle el pasado miércoles, ante el portal del bufete
Operarios de la funeraria retirando los cuerpos de la calle el pasado miércoles, ante el portal del bufete - Isabel Permuy

La agenda del abogado, clave para descifrar la brutalidad del triple homicidio de Usera

La Policía tiene varios sospechosos y liga el asunto a una venganza de un cliente de Madrid

Madrid Actualizado: Guardar
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El Grupo V de Homicidios de la Policía Nacional en Madrid cuenta ya con un listado de varios sospechosos para la autoría del triple asesinato del miércoles pasado en un bufete de abogados de Marcelo Usera. Eso sí, los investigadores tienen claro que se trata de un solo homicida, varón, y probablemente de origen latinoamericano, por la clientela del letrado y la manera tan salvaje de matar. No se trata de un sicario, por la poca «profesionalidad» del «modus operandi». Y en el asunto hay un elemento que juega un papel fundamental: la agenda del responsable del despacho, que llevaba temas de extranjería y delincuencia común, en la que probablemente figure el nombre del criminal.

Las pesquisas abordan distintas hipótesis, pero los agentes sitúan en primera línea de investigación asuntos relacionados con la práctica de la abogacía de Víctor Joel Salas Coveñas

, peruano de 37 años y que salvó azarosamente la vida al no encontrarse en su despacho en el momento de la matanza. Quiene s corrieron peor suerte fueron sus dos empleadas, Maritza Osorio Riverón, cubana de 46 años y encargada de la recepción; Elisa Consuegra Gálvez, de 31 y la misma nacionalidad, que ejercía de letrada asistente (hacía menos de un año que se había casado con su jefe por conveniencia), y el cliente Jhon Pepe Castillo Vegas, ecuatoriano de 43.

Secretario judicial en Lima

Salas Coveñas había ejercido hasta 2008 como secretario judicial en Lima. Pero se vio envuelto en la denuncia de una trama por la que acusó a su jefa, magistrada, de favorecer a un narcotraficante israelí en su condena.

Pero la Policía madrileña no cree que lo ocurrido en Usera tenga que ver con ese turbio asunto; sin embargo, esa línea de investigación no está totalmente descartada, a tenor de que Salas Coveñas, en las distintas declaraciones prestadas ante el Grupo V de Homicidios insiste en que ahí está la razón de la «vendetta» contra él.

Fuentes del caso precisaron a ABC que, con los datos de que se dispone, la secuencia de los hechos fue la siguiente. El asesino llegó pasadas las cinco de la tarde. Se cree que es un cliente del despacho insatisfecho o alguien que quería cobrarse una de las muchas deudas económicas pendientes. Iba buscando al abogado. Preguntó insistentemente por él a las empleadas, hasta el punto de que una de ellas telefoneó a su jefe: «Venga para acá cuanto antes, porque un tipo extraño le busca». «En un rato me acerco en mi moto», respondió.

Asesino impaciente

Pero el asesino no tuvo paciencia. Se metió en el baño, salió con una pequeña botella de gasolina y un cuchillo. Se enfrentó a las mujeres. Ellas sacaron una palanqueta de hierro que el abogado tenía en su despacho para defenderse. Pero el atacante fue más fuerte que ellas. Les arrebató la barra y la hundió en el cráneo de Elisa y en el cuello de Maritza. Los gritos eran estremecedores. Jhon Pepe vio la muerte al acercarse a ayudar. Le clavó el cuchillo en la cabeza.

El asesino juntó a las tres víctimas, las roció con gasolina, las quemó junto a papeles y libros y huyó. A las seis de la tarde, una mujer que tenía cita en el despacho se extrañó porque nadie le abría. Notó que salía humo y avisó a Emergencias. Los Bomberos extinguieron pronto el pequeño incendio. Elisa y Jhon Pepe tenían aún un hilo de vida. La sorpresa más macabra se la llevó el Samur cuando, ya en la calle y al darle la vuelta a los cuerpos, vio que tenían signos de violencia homicida. Los dos supervivientes murieron en plena acera.

Así empezaba la complicada investigación del triple asesinato en el que el único que no murió fue el verdadero objetivo: Víctor Joel Salas. Desde entonces tiene protección policial.

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