Se abre «El bar» de Álex de la Iglesia

El director bilbaíno rueda escenas de su última película detrás de la Gran Vía, en la plaza de los Mostenses

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La añeja plaza de los Mostenses ha sido el lugar elegido por Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) y su equipo para abrir «El bar», la última película de este prolífico director que lleva el ritmo de un filme por año. Ese enclave, a espaldas de la centenaria Gran Vía, se ha convertido por unos días en un plató cinematográfico en donde los focos, los cables, las luces, las lonas y el trasiego de un batallón de un centenar de personas han roto la rutina habitual de la zona en donde el bullicio del mercado, del mismo nombre que la plaza, es el punto principal.

Sin embargo, ese trajín ha sido sustituido ahora por el de decenas de operarios en torno a un viejo establecimiento de bebidas y cafés, bautizado en la vida real como «El sol sale para todos», escogido por De la Iglesia para que sea el escenario de «El bar», el suyo en la ficción, que no solo da título a la cinta sino que es donde transcurre la trama.

Ayer, a media mañana, esa fachada era el centro de todas las miradas y de los principales preparativos del equipo cinematográfico, pero no el único. Escaleras, carteles,... todo se ponía a punto. Y las letras con ese esperanzador mensaje plasmado en el rótulo y en el toldo, junto a dos coches de la Policía Nacional, una UVI del Samur y una furgoneta gris. Todo ello acaparaba las miradas de los inmigrantes chinos que regentan comercios en la zona –una especie de Chinatown, pero de verdad–, así como de vecinos y transeúntes. Detrás de las vallas que impedían el paso y cortaban varias calles al tráfico –la plaza del Conde de Toreno, como la de Antonio Gilo, García Molinas, Ricardo León o Paradas–, en la fachada principal del mercado varios carteles indicaba que se estaba rodando una película.

«¡Qué lento es esto!»

Sin embargo, nada sucedía. «¡Qué lento es esto! ¡Que digan acción ya y saquen la claqueta!», decían dos chicas jóvenes cansadas de esperar para ver, aunque fuera de lejos, al joven y atractivo actor protagonista, Mario Casas; pero, ni rastro del mismo. Solo del director. Parecía que se iba a grabar una escena de acción. La ambulancia se acercaba cada vez más y los dos coches de la Policía Nacional permanecían detrás de un cordón. Nada más.

Casas, como el resto de personajes de la trama, se quedan atrapados un día cualquiera a las nueve de la mañana mientras desayunan en «El bar». Una especie de «ángel exterminador» se encarga de que nadie pueda salir de ahí. De hecho, uno lo hace y es tiroteado sin piedad en la cabeza. La barra se va convirtiendo en una especie de confesionario en donde los actores relatan sus vidas, sus cuitas, sus deseos... en un ambiente asfixiante.

Acompañan al joven protagonista viejos conocidos del cineasta: Blanca Suárez, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Terele Pávez,... y un largo etcétera, entre ellos, un colaborador de lujo que trabaja por primera vez con De la Iglesia: José Sacristán.

Madrid, presente en su filmografía

«¡Venga chicos, vamos a aprovechar el tiempo que esta tarde dicen que va a llover!», decía un operario al filo de la una de la tarde. En la puerta principal del mercado unos neumáticos ardían y el olor a goma lo inundaba todo. El rodaje de los exteriores finalizará hoy; después, la película acabará en los estudios.

Madrid es el escenario habitual de la filmografía del cineasta vasco, prueba de ello es«El día de la bestia» que se rodó en 1995 con unas Torres KIO en construcción o «La Comunidad», que transcurre en un edificio situado frente a la Basílica de San Francisco el Grande en 2000. Incluso el Valle de los Caídos o su recreación aparece en «Balada triste de trompeta», en 2010 o la Puerta del Sol en «Las Brujas de Zugarramurdi», de 2013... Sea como fuere, los seguidores de De la Iglesia están invitados a visitar «El bar». Proximamente.

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