Juan Soto - El Garabato del Torreón

¿De qué vive usted?

Para la profusa especie de los abstencionistas laborales nunca ha existido la cola del paro

Hay políticos que llevan toda la vida a dieta de engorde. Aquí, el gran caladero de cargos se localiza entre quienes nunca dieron palo al agua, ni saben lo es ganar el jornal con el sudor de la frente. Basta un vistazo a los curricula de parlamentarios, diputados provinciales y concejales para comprobar la cantidad de mandrias que llevan treinta años mamando del erario.

Es sabido que la biografía laboral de muchos parlamentarios está en blanco: cero días de cotización a la Seguridad Social. A la tierna edad de quince años se apuntan a la sección infantil del partido y desde entonces no necesitan arremangarse ni buscar empleo. Evitemos dar nombres.

La provincia luguesa se reparte en 67 municipios, gobernados por corporaciones que van desde los cinco concejales de Negueira de Muñiz a los 25 de Lugo capital. Ser alcalde o concejal en Negueira, Muras o Ribas de Sil no creemos que reporte otro beneficio que el de saberse útil a los vecinos o el halago a esa vanidad paleta que se satisface presidiendo procesiones. Pero en demarcaciones de mayor calado las compensaciones se apuntan en el talonario. Una retribución de 70.000 euros anuales en una provincia cuyo salario medio es de 14.500 no está nada mal. A este respecto, seguro que la alcaldesa de Lugo nos da la razón. En cuanto al cínico subterfugio de las dedicaciones exclusivas, asesorías, dietas y pernoctaciones, es difícil no sentir ganas de vomitar. Una pequeña muestra: en la marca lucense hay siete concejales que abrochan el concepto de «dedicación exclusiva». De ellos, claro, seis del PSOE, el partido de la limpieza moral y la regeneración pública. Afortunados que son: pasar de números rojos a catorce pagas de 3.200 euros es a lo que se llama sacar el estómago de mal año.

Para la profusa especie de los abstencionistas laborales nunca ha existido la cola del paro, ni las 40 horas semanales, ni la obligación de fichar, ni la baja por enfermedad, ni la regulación de empleo, ni el convenio colectivo, ni el salario mínimo. No hay que poner siglas ni hacer distinciones: se trata de una yerba de policultivo. Abunda en todos los parajes y crece bajo todos los emblemas ideológicos, incluídos los que presumen de inaccesibles a las golferías.

Quizá el problema podría atenuarse si a todo aspirante a un cargo político se le hiciese la siguiente pregunta: «¿Cómo se gana usted la vida?». Tal vez así ciertos partidos dejarían de parecerse a las antiguas familias mafiosas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación