De visita por el fin del mundo

El Cabo de Fisterra es el punto más occidental de la geografía gallega. Su punta es un acantilado en ascensión entre los temidos islotes de O Petonciño y de A Centola, que se levanta hasta el monte de O Facho. Desde el principio de los tiempos, este lugar ha sido escenario de numerosos mitos y leyendas que alimentan el aura legendaria de estos parajes del litoral más salvaje de Galicia. Cuando los romanos visitaron este lugar y presenciaron el espectáculo sobrecogedor del sol hundiéndose en las aguas, encontraron el lugar perfecto para levantar un altar dedicado al astro rey, el «Ara Solis», y se dice que existe relación entre la imagen del sol hundiéndose en el mar, y la hostia y el cáliz del escudo de Galicia.

Los romanos pensaban que este era el punto más occidental, no de Galicia, sino de la Tierra y, por tanto, que el mundo se acababa aquí, era el «finis terrae».

Sea por curiosidad, por vivir una aventura o por sentir el misterio que transmite este rincón del mapa, el Cabo Fisterra ha sido siempre un imán de visitantes desde la más remota antigüedad, atrayendo a viajeros todos los países y también, con peor fortuna, a otros tantos barcos que naufragaron en estas aguas. El protagonista principal de Fisterra es su faro. Es el más occidental de Europa, desde su localización puede llegarse a observar la línea litoral de Portugal. A día de hoy, el Faro, sigue ejerciendo como atractivo especial para los peregrinos del Camino de Santiago, ya que muchos no dan por finalizado su viaje hasta llegar aquí. Cuentan las escrituras que los primeros peregrinos llegaban hasta este lugar, que era donde quemaban sus vestimentas para lograr la purificación total tras su larga peregrinación.