Todas las causas justas de la izquierda

La humildad es una virtud muy poco frecuente en la izquierda. En ese universo son más proclives, mucho más, a la arrogancia. En ocasiones, y no pocas, a una arrogancia desmedida y, por consiguiente, ridícula. Ejemplo de ello es el vídeo que ha difundido estos días el BNG en el que, sin que conste que se hayan ruborizado lo más mínimo, afirman categóricamente que esa organización política representa «todas las causas justas». Sí, dicen «todas las causas justas». Todas. Las de aquí y las del resto del planeta, porque, sin pudor ni temor alguno al ridículo, intentan incluso apropiarse y patrimonializar la imagen de figuras como Rosa Parks, Nelson Mandela, Simone de Beauvoir o Salvador Allende. También, claro, de otros como el Che o Arafat. Al fin y al cabo, no conviene olvidarlo, estamos hablando del Bloque.

Estamos hablando, para concretar, de una fuerza política que ultima los detalles de una coalición electoral para concurrir a las próximas elecciones europeas de la mano de Bildu y Esquerra Republicana de Cataluña. Bildu, una organización a la que esta misma semana COVITE, Colectivo de Víctimas del Terrorismo, ha responsabilizado de organizar homenajes a etarras con niños en primera fila. Y Esquerra, un partido que tiene a su presidente, Oriol Junqueras, en prisión preventiva, procesado por rebelión. ¿Se refiere a esto el BNG cuando se presenta ante la sociedad como paladín de «todas las causas justas»? ¿Qué diantre entenderá esa organización por «todas las causas justas»?

En realidad, esa expresión, «todas las causas justas», es magnífica. Describe perfectamente qué hay detrás del telón. Una ridícula combinación de arrogancia infinita y falsa superioridad moral. Creen, siempre han creído, que únicamente ellos están en el lado correcto de la historia y que todos los demás están equivocados. No hace falta perder mucho tiempo repasando el diario de sesiones del Parlamento Gallego para detectar la patología. Quien ose a disentir, no comulgue con sus opiniones, intente contradecirlos o se atreva a cuestionar sus planteamientos solo puede ser un malvado fascista o un inconsciente al que todavía no se le ha revelado la verdad. Su verdad, la única que aceptan. Todo tolerancia y respeto.

El dogmatismo, el sectarismo y la arrogancia cotizan muy alto en el mercado de valores de algunas fuerzas políticas. En el BNG, pero también en muchas otras marcas de la izquierda. También, en concreto, en el PSOE actual. Sí, el sanchismo es otro peligroso cóctel de prepotencia y cinismo. También Pedro Sánchez se percibe a sí mismo como el mesías de «todas las causas justas».

La cuestión es qué considera el líder socialista una causa justa. Y en este caso, como en todos, también la falsa superioridad moral choca con el muro de los hechos. El Sánchez que siendo líder de la oposición opinaba que Junqueras y Puigdemont podían haber cometido un delito de rebelión es el mismo Sánchez que ahora fuerza que la Abogacía del Estado rebaje su calificación de los hechos y acepta sus votos, y las consiguientes hipotecas que ello implica, para mantenerse en Moncloa. El Sánchez que dijo que forzaba la moción de censura contra Rajoy para «limpiar» es el mismo Sánchez que ahora sostiene a un ministro sancionado por usar información privilegiada en la venta de acciones de Abengoa, cuando era consejero de la empresa, poco antes de que esa compañía se declarase en preconcurso de acreedores. Pura coherencia.

En el socialismo, el populismo y el nacionalismo sobra palabrería y arrogancia. A eso quedan reducidas en el mejor de los casos «todas las causas justas» de la izquierda, a eso que ahora podemos llamar doctrina Calvo, una moderna evolución del clásico «una cosa es predicar y otra dar trigo». Sí, que algunos hablen de causas justas es el mayor ejercicio posible de cinismo.