José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

La Sinfónica como excusa

La OSG merece más. Una calle está bien, pero no deja de ser un parche cutre

José Luis Jiménez
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Pasarán los cuatro años de Xulio Ferreiro y la Marea Atlántica —porque el PSOE no parece por la labor de remediarlo—, y su obra en la ciudad será cambiar placas de calles. Habrá quien apele a cuestiones de la dignidad de una ciudad —como si un ente abstracto entendiera de tales zarandajas— para aplaudir la erradicación de nombres vinculados a tiempos pasados del callejero municipal. Quisiera creer que La Coruña tiene otras prioridades de mayor relevancia de cara al futuro.

La última beneficiada en esta pedrea del renombramiento viario fue la Orquesta Sinfónica de Galicia, a la que le dedican la —hasta ayer— conocida como calle del Cabo Santiago Gómez. No se imaginan la de cientos, por no hablar de miles, de coruñeses que no podían conciliar el sueño por esta circunstancia.

¡Colapsadas que estaban las consultas de los psicólogos! Masivas depresiones por culpa del cabo. Un no parar.

Ahora en serio. La OSG es, sin lugar a dudas, un patrimonio no solo de La Coruña, sino de toda la Comunidad —toquen en ella músicos gallegos, murcianos o rusos, que el talento no entiende de nacionalidades—, y que bien venía mereciendo que se le rindiera un lógico reconocimiento. Lo triste es que se utilice la Ley de Memoria Histórica para ese fin, con un razonamiento perverso: ¿qué prefiere, una calle a un militar golpista sublevado o a una orquesta? Retrátese usted. Solo una respuesta es la acertada por el tribunal de la opinión pública progre; la otra le define como un peligroso fascista. Pues es falso.

La OSG merece más. Por ejemplo, una sala de conciertos que no se caiga a cachos, más recursos, menos políticos miopes y nuevos públicos. Una calle está bien, pero no deja de ser un parche cutre.

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