Récord de viviendas turísticas en el verano «del inicio de la remontada»

Después del enorme bache del 2020, este verano está llamado a ser el del inicio de la remontada, y Galicia no va a quedarse descolgada. Con el sector turístico calentando motores tras un año y medio de sequía, las viviendas en alquiler vacacional (VUT) baten un récord histórico: más de 12.000 registradas a lo largo y ancho de la Comunidad. Dentro de este balance, la palma se la llevan los cuatro municipios con más tirón en los meses de verano, donde se encuentran los alquileres más caros: Sanxenxo, la isla de A Toxa, Baiona y Oleiros . En el primero de ellos el número de viviendas en régimen vacacional es de 1.200 (más que en la propia capital) y un piso puede rondar los 1.300 euros a la semana si tiene vistas a la playa del Silgar. En A Toxa, por su parte, están los alquileres de playa más prohibitivos de toda España -unos 2.800 euros la semana - pero, recalcan los expertos, esto no es representativo de la realidad turística de esta esquina atlántica, y los viajeros lo deben tener claro.

«Titulares de este tipo no ayudan en nada, porque no son la realidad de la costa gallega y solo contribuyen a expulsar a la gente» expone Benito Iglesias, presidente de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias, que revela el «enfado» de muchos propietarios de esa comarca pontevedresa por la mala publicidad que estos anuncios generan. «En el caso de esos 2.800 euros a la semana estamos hablando de cuatro chalets exclusivos en A Toxa, pero en la costa gallega la verdad es otra. En Sanxenxo puedes encontrar pisos por 1.300 euros y qué decir si te vas a la Mariña o a las Rías Altas, donde tienes alquileres por 500 euros a la semana en pleno verano» indica Iglesias para demostrar que la horquilla de precios de Galicia se ajusta mucho más a los bolsillos de los viajeros de lo que este tipo de ránquines indican. Sobre la política de precios de este tipo de alojamientos, de moda desde hace varios años y que han logrado desbancar a los hoteles y hostales , Iglesias es claro: «Llevamos años aconsejando a los dueños de VUT que sean mesurados con lo que cobran, porque lo importante es que la gente venga, quede satisfecha y regrese, no quemarlos en un agosto» insiste el portavoz de la Fegein en una conversación con ABC en la que remarca que la mejor publicidad pasa por ser coherentes con lo que se pide.

«Si llevamos un año tocadísimos, sin poder alquilar porque estábamos perimetrados, ahora no cometamos el gran error de tener unos precios tan elevados que expulsemos a la gente a otros sitios, porque la economía familiar es la que es. El mensaje que estamos lanzando con eso es el de ‘vaya usted al norte de Portugal porque aquí los precios son prohibitivos’», manifiesta. Iglesias dirige sus palabras de forma directa a los tres perfiles de arrendatario que hay en Galicia, y que duplican en número a aquellos que tienen sus propiedades abiertas a un alquiler convencional. Los primeros en arrendar sus casas durante la temporada de verano fueron los vecinos del propio municipio que aprovechan que tienen un inmueble vacío en un pueblo costero para ingresar un dinero extra. A ellos se sumaron desde que las viviendas vacacionales deben registrarse -año 2017- los propietarios llegados de otras localidades (caso de Orense, León o Madrid) que tenían una segunda residencia en la playa y que ahora la ceden por los pingües beneficios que les genera durante la campaña estival. La tercera pata de esta triada de dueños la representan los inversores, los que vieron el negocio y se dedicaron a comprar pisos -«dos, tres y hasta cinco»- para dedicar a este fin. La alta rentabilidad, la libertad y el cobro asegurado son algunos de los factores que movieron muchas casas que estaban en la bolsa de alquiler convencional a una turística de la que, todo apunta, no se irán. «La legislación actual protege más los derechos del inquilino que los del propietario. Con una VUT ese problema no lo tienes. Tienes cobro seguro a través de las plataformas que los gestionan y los ingresos duplican al circuito tradicional» confirma Iglesias.

Pero no todo pueden ser pisos turísticos, porque en esto de las viviendas Galicia también tiene dos velocidades que marcan la frontera entre donde vale la pena alquilar, y donde no. La cruz del negocio está en el interior de la Comunidad, que juega la baza de la desconexión y la naturaleza para tratar de captar turistas los fines de semana, pero que no acaba de coger fuerza. «Su situación no es buena, ellos mismos te dicen que de poco vale tener clientes dos veces al mes en verano, porque el resto del año no hay nada», apunta Iglesias sobre alojamientos rurales de Orense o de Lugo que «están muy tocados». «E n la Ribeira Sacra funciona algo, pero no es fácil. En Orense ciudad, por ejemplo, hay muy pocas y van tirando, pero la mayoría los tuvieron que derivar al alquiler de toda la vida».

El verso suelto en esto de los arrendamientos lo protagoniza la capital gallega, a donde el turista llega todo el año. «Santiago es la Catedral y el Xacobeo es un plus que augura un año espectacular si todo bien en lo que se refiere a la pandemia» . El éxito se contagia también a sus ayuntamiento limítrofes, donde en los últimos meses ha crecido el registro de VUTs de cara a unos meses en los que la llegada de viajeros tenderá a la recuperación. Las estimaciones apuntan, además, que en los próximos meses los precios de estos alquileres turísticos se incrementarán por el efecto Xacobeo y la recuperación del Camino, uno de los ejes vertebradores de un sector que tiene todas sus esperanzas puestas en el verano de la vacunación.