Los tesoros de Meirás

El primer libro de francés de Emilia

Entre la obra inventariada aparecen primeras ediciones firmadas, guías de viaje o «best seller» de la época

Pardo Bazán, en su biblioteca de la planta baja, hoy inexistente REAL ACADEMIA GALEGA

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La conservadora de la Casa Museo de Pardo Bazán, Xulia Santiso, lo sintetiza fácilmente. «Doña Emilia no era una bibliófila, era una lectora; ella vive los libros, no los colecciona» . Entre los 10.000 libros inventariados hasta el momento «hay alguna joya», como primeras ediciones «manuscritas y dedicadas» por autores de finales de los siglos XIX y XX que anhelaban que la Pardo Bazán reseñara sus obras en «El Imparcial», «La Época» o «La España Moderna», donde la condesa publicaba sus críticas.

De ahí que entre los volúmenes aparezcan primeras ediciones de Juan Ramón Jiménez dedicadas por el onubense a doña Emilia. «Pero también hay libros dedicados de Rubén Darío o de Valle-Inclán. Toda la intelectualidad quería ser leída por ella» . No todo era obligación. Mucho era devoción, y ahí entraban sus gustos como lectora: los «best seller» de la época.

«Hay literatura contemporánea rusa, francesa, alemana, italiana, inglesa, de mujeres y también en gallego» . Es curiosa la reación de la Pardo Bazán con la lengua propia de Galicia. Nunca publicó en ella, pero la entendía sin problema y además mantenía una relación estrecha con autores galleguistas. «Admira profundamente a Eduardo Pondal», apunta Santiso. Además, «en su literatura, para que se sepa que hay personaje gallegos, vuelca al castellano nuestras costumbres gramaticales, algo que después van a usar Valle o Cela». Con Rosalía de Castro también hay una conexión muy estrecha. Esta le envió a doña Emilia un abanico con un poema en gallego que hoy en día se conserva en la Casa Museo de la calle Tabernas, sede de la Real Academia Galega, de la que Pardo Bazán fue su primera presidenta honoraria en 1905.

En los estantes de Meirás, perfectamente ordenados y catalogados, aparecen obras de Eça de Queirós, Zola o Goncourt. «Disfrutaba con el naturalismo francés o el espiritualismo ruso, siempre buscando las grandes corrientes literarias, que eran los "best seller" de aquellos tiempos», pero también con Galdós. «A don Benito le dijo por carta que se había leído una de sus grandes novelas yendo en tren de La Coruña a Madrid, y él no daba crédito».

Entre los millares de volúmenes aparecen curiosidades. «Hay una guía de visita del Museo del Louvre que tiene subrayada varias veces, e incluso luego recuadradas las partes que más le interesan». También de su infancia. «Apareció un libro en el que encontramos una anotación infantil en su interior: "Mi primer libro de francés. Emilia"» . Las exclamaciones de asombro y la emoción fueron una constante durante las tareas de inventariado, recuerda la conservadora.

Xulia Santiso contagia a sus intelrocutores su pasión por la condesa de Pardo Bazán, de cuya Casa Museo es conservadora desde hace veinte años. «Su biblioteca se remontaba a su abuelo, a la época de la Desamortización, y hay libros sobre ella. Luego su padre, que era abogado, siguió ampliándola, y por último llegó ella». Tiene su propia teoría. «Quizás Meirás es lo que es porque tenía que darle cabida a todos esos libros, igual se construyó para eso ; era su espacio triunfal, su lugar de gloria».

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