Luis Ojea - LA SEMANA

¿Un nuevo ciclo para el socialismo?

El debate territorial puede ser quizás un terreno idóneo para empezar a constatar qué rumbo pretende imprimirle al socialismo gallego su nuevo líder

Cuando Gonzalo Caballero asuma hoy el timón del PSdeG se abrirá una nueva etapa para el socialismo gallego. En sus manos está que sea una etapa continuista con la deriva autodestructiva en la que se sumió el partido tras la caída de Emilio Pérez Touriño o un nuevo ciclo hacia coordenadas políticas distintas.

El punto de partida no es el mejor. Y no solo porque el besteirismo haya convertido al socialismo en la tercera fuerza de Galicia. El problema adicional es que el desembarco de Caballero se produce tras unas primarias. Y ya decía esta semana Julio Sacristán que el Partido Socialista no está preparado para este tipo de procesos. Ni el PSOE ni ningún otro. Al menos con la actual configuración del sistema político en España. En este contexto cultural concreto, nuestro modelo de partidos no se parece en nada al americano, la importación de las primarias no tiene sentido . Solo sirve para debilitar a las organizaciones, abrir heridas difíciles de cicatrizar y exhibir públicamente las contradicciones internas de los partidos.

El reto para Gonzalo Caballero no es solo gestionar la resaca del proceso que hoy culmina. El problema es que ahora se abren otros a nivel provincial que pueden resultar incluso más cruentos. Una oportunidad que algunos podrían querer aprovechar para pasar a cobro facturas pendientes de las primarias federales y autonómicas. En A Coruña resuenan ya los tambores de guerra y las distintas facciones han empezado a posicionarse también en Lugo, Pontevedra y Ourense.

Esa sucesión de batallas encierra un evidente riesgo de erosión . Y es a la vez una oportunidad para iniciar una rehabilitación integral del edificio socialista. Da la impresión de que a estas alturas ya no vale con darle una mano de pintura a la fachada. El caso de Hamon en Francia o más recientemente el de Schulz en Alemania revelan que el ganador de unas primarias se puede estrellar contra la realidad si renuncia a actualizar el discurso. Sumar el apoyo mayoritario de la militancia no garantiza éxito electoral. El nuevo Secretario General del PSdeG tiene el apoyo de una parte mayoritaria de las bases del socialismo gallego, un partido con 10.000 militantes. Pero su batalla es ganarse la confianza de un censo electoral de más de 2 millones de personas.

Y en ese recorrido serán importantes las coordenadas en las que Caballero quiera situar al partido dentro del tablero autonómico. Si desea reubicarse en el terreno de la socialdemocracia con un perfil propio de oposición. O si pretende seguir simplemente compadreando con los populistas . En Cataluña Pedro Sánchez cambió el rumbo de la organización, al menos momentáneamente. La cuestión es si Gonzalo Caballero está dispuesto a explorar esa nueva senda.

Una oportunidad para diferenciarse

El debate territorial puede ser quizás un terreno idóneo para empezar a constatar qué rumbo pretende imprimirle al socialismo gallego su nuevo líder . Ese es un ámbito en el que el rupturismo se siente incómodo. Su indefinición y mal calculada ambigüedad está rompiendo las costuras del invento. Titubean, vacilan y patinan. Conscientes de ello, buscan desesperadamente reorientar el foco. Y tanta ansia le ponen que en ocasiones acaban viendo gigantes donde no hay más que molinos.

Ese universo se siente cómodo cuando la discusión se sitúa en el eje izquierda-derecha. Pero si el debate gira hacia Cataluña brotan las tensiones internas. Lo ha expresado esta semana con una sorprendente nitidez una de las fundadoras de Podemos, la gallega Carolina Bescansa. Pablo Iglesias, en una de sus habituales purgas, la apartó de la Comisión Constitucional en el Congreso. Y la diputada ha respondido quejándose públicamente de que la actual dirección de la formación no tenga un proyecto político para España y priorice contentar a los independentistas. No son palabras menores. Por la magnitud de la acusación. Y por quien efectúa la denuncia.

A escala autonómica es la misma encrucijada que atraviesa Podemos en Galicia. Y por extensión En Marea. Viendo últimamente a Beiras se podría pensar que ha desempolvado los discursos de su etapa nacionalista, cuando no coqueteaba con el federalismo. Pero cuando se le pregunta al teórico líder de la coalición rupturista, Luís Villares responde que En Marea no tiene ningún interés por situar el mal llamado derecho de autodeterminación en la agenda. Es lo que pasa cuando en el seno de una organización conviven independentistas, regionalistas y mediopensionistas .

El BNG tiene menos complejos en ese ámbito. Ha compartido papeleta electoral con Bildu en las europeas y no tenía tampoco problema en fotografiarse antaño con la vieja CIU de Pujol, en la época, por cierto, en la que ahora se investiga cómo engordaba entonces en Andorra la cuenta corriente del expresidente de la Generalitat.

Es, precisamente, en el debate sobre el modelo territorial donde de una forma natural puede empezar a desmarcarse el socialismo del resto de la izquierda y buscar su propio perfil en el tablero autonómico. En posiciones coherentes con su propia historia, donde poder cimentar la apertura de un nuevo ciclo político en el PSdeG. En manos de Caballero está decidir la orientación que quiere imprimirle a su liderazgo.

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