Nueva normalidad Galicia

Las salas de conciertos, sin presente y con un futuro incierto

Los propietarios no ven rentable una apertura por debajo del 70% de aforo. «En nuestro caso no es fácil mantener la distancia de seguridad», lamentan

Concierto de Los Zigarros ABC

Ántar Vidal

La vuelta a la nueva normalidad no está siendo sencilla para prácticamente ningún sector, aunque hay algunos a los que les va a costar mucho más que a otros. Uno de los que más cuesta arriba tienen la desescalada es, sin duda, el de la música en directo , aún más con el reciente anuncio de la Xunta mediante el cual retrasaba el inicio de actividad de los locales de ocio nocturno hasta julio, incluso estando contemplada la reapertura en la fase 3.

«Tenemos casi un mes por delante a la espera sin poder abrir. Esto es todo muy incierto , es imposible hacer planes», lamenta Antonio Domínguez, artísticamente conocido como Billy King, propietario de la sala viguesa La Iguana. Y lo peor no es que el futuro de las salas de conciertos sea incierto, sino que, ahora mismo, « no tiene presente ». En el circuito de salas español «no es fácil mantener la distancia de seguridad», opina Domínguez, por lo que no le augura un buen corto plazo.

Incluso si la Xunta permitiera su apertura, no sería viable por la limitación de aforo. De hecho, la Sala Capitol de Santiago, todo un referente en la música en directo en Galicia, podría abrir a día de hoy: como solo lo hacen para eventos programados y no tienen un horario marcado, se rigen por la normativa de teatros y auditorios. Aún así, « tenemos la mente puesta en septiembre », informa Antonio Borrazás, su director de programación. En la sala compostelana podrían plantearse la reapertura con una limitación del 60%, pero Borrazás recalca que tendría que ser de manera temporal. Por supuesto, en las salas más pequeñas como La Iguana no se lo podrían permitir, y tendría que ser del 75% por lo menos para que sea rentable.

El confinamiento llegó además en una época fuerte de la temporada. Esto, para la Capitol, «ha sido un batacazo muy grande», porque en estos meses tenían 40 conciertos programados, lo que supone un tercio de los eventos de todo el año . Aunque algunos de ellos los han intentado recolocar, tampoco es la cura a todos los males: «cuando pones un concierto aplazado en una fecha más adelante, estás perdiendo la posibilidad de hacer otro ese día», explica Borrazás. En La Iguana, excepto algún bolo de septiembre, han suspendido todo «a la espera de cómo vamos a poder retomar esto».

A pesar de la difícil situación, Domínguez está concienciado: « no nos vamos a poner a llorar , entendemos que es una causa de fuerza mayor», aunque también contempla algunas incongruencias si se comparan las medidas de las salas con las de otros establecimientos. En la misma línea se posiciona Marcos Rivas, dueño de la emblemática Sala Karma de Pontevedra, que opina que todas las decisiones son por «la seguridad de los trabajadores y el público», y aunque lamenta que ya no se vayan a formar largas colas en la puerta de su local de madrugada, «eso tiene que acabar».

Reinvención

Precisamente la Sala Karma, como solución a todo este cúmulo de faltales circunstancias y «desconcierto», ha decidido dar un giro radical a su modelo de negocio . A partir de la primera o segunda semana de julio, señala su propietario, la sala abrirá a modo de cervecería todos los días, con un horario diurno y terraza. Eso sí, la esencia, advierte Rivas, será la misma: «vamos a seguir teniendo conciertos», principalmente de grupos locales y provinciales que estén empezando, como siempre ha sido «la base» de Karma.

En la otra cara de la moneda se encuentra La Iguana. Antonio Domínguez no le ve «sentido a reinventarse» , porque ellos quieren «seguir desarrollando la misma actividad, no pasarse a otra». Manifiesta que el motivo de su sala es «hacer conciertos en horario nocturno», y no está dispuesto a cambiar de parecer.

De todas formas, Rivas también reconoce que mudar de piel «es un paso atrás», pero es la única opción para mantener Karma viva: «hay gente que está un poco decepcionada con el nuevo formato, pero no puedo arriesgarme. Mi conciencia y estómago me lo prohíben ». Por supuesto, debido al nuevo acondicionamiento del local, también tiene que cambiar el tipo de espectáculo: nada de grupos grandes y las entradas no podrán ser más de 60.

Más de dos meses encerrados en nuestras casas han dejado a las pequeñas salas como estas medio moribundas pero, sea de una forma u otra, todas están más que decididas a seguir adelante . Quizá los conciertos en la 'nueva normalidad' sean una experiencia totalmente distinta a los de la antigua, pero su alma será la misma.

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